Marranadas

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En una obra circunscrita en el género de «La Nueva Carne», las condiciones biológicas del autor determinan el contenido de manera significativa.Sirva como ejemplo Cronenberg: cuando se puso a escribir la (imposible) adaptación cinematográfica de «El Almuerzo Desnudo», una de las mayores dificultades con la que se topo fue su condición heterosexual, que no compartía William Burroughs, el escritor de la novela original. Esta realidad, junto con el hecho de que en el mundo neocárnico no abundan autores femeninos, hacen especialmente interesante la novela «Marranadas» (Marie Darrieussecq, 1996).

En esta singular fábula, asistimos a las extrañas transformaciónes físicas de una guapa masajista, internada en un ambiente en el que solo es valorada como objeto sexual. Además, su extraña condición metamórfica la hará testigo y víctima del ascenso al poder de una ultraderecha hipócrita, explotadora e ilícitamente lujuriosa.

El proceso de cambio es descrito por la propia protagonista con todo lujo de detalles que pasan de lo sensual a lo repulsivo en la misma linea. Hormonas, flujos menstruales, alergias y vómitos provocan sensaciones tan repulsivas como fascinantes. A pesar de este carácter «agresivo» para el estómago, la novela fué un éxito rotundo en Francia a base del boca a oreja, sin ningún apoyo mediático.

El imaginario neocárnico masculino, en una exaltación del miedo y la extrañeza ante el sexo opuesto, tiende a mostrar a la mujer en su faceta más vampírica: Ellas toman la iniciativa y obligan al hombre a internarse en la exploración de la carne hasta límites autodestructivos. No es esa la visión de Darrieussecq. Para ella, en un mundo dominado por hombres, la mujer se encuentra subyugada de tal manera que, muchas veces acepta con naturalidad todo tipo de abusos y humillaciones, pues no concibe otra forma de vida. El sexo como moneda de cambio para ascender socialmente, la aceptación sumisa de las infidelidades, la belleza y juventud como valores supremos o la obsesión por la cirugía estética son atributos más presentes y aceptados en el mundo femenino que en el masculino, debido, lamentablemente, a que la sociedad está exclusivamente diseñada por hombres y para hombres.