Comics para los que no leen comics (I): «La Historia de mi Vida» de Robert Crumb

c0.jpg

En los últimos tiempos, contar la vida de uno se ha convertido en la materia preferida para ese tipo de cómic que apela a la sensibilidad, la introspección y aspira a elevar el nivel artístico del medio. Pero hace 30 años, un señor llamado Robert Crumb ya hacía esos tebeos, y al contrario de lo que mayoritariamente se produce ahora, necesitaba pocas páginas, no intentaba dar una imagen ultrasensible de su persona, y, sobre todo, contaba la verdad pura y dura, sin omitir nada, sin justificarse por sus errores y sin el más mínimo sentido del pudor.

c3.jpg

«La Historia de mi Vida» es es tercer volúmen de las obras completas de Crumb, que los de La Cúpula llevan compilando desde hace casi 20 años con gran éxito y sucesivas reediciones. El corpus principal del tomo lo componen varias historias autobiográficas y de opinión/reflexión. En la que da nombre al volumen, Crumb intenta autodefinirse a la vez que saca a relucir sus fetiches sexuales mediante una puesta en escena delirante. En «Gracias! Gracias!«, el autor deja de lado su vision negativa del mundo para reivindicar los pequeños placeres de la vida.

c6.jpg

«Denuncia» consiste en una imaginaria discusión entre Crumb y el magnate Donald Trump, erigiendose éste como representante de todo lo que el autor detesta de la humanidad. Tampoco faltan las muestras de amor hacia el blues y el jazz primigenios así como su tremendo sentimiento de repulsa hacia la música pop moderna en «¿Qué ha sido de esa bonita música de nuestros abuelos?«.

c4.jpg

Para completar el volumen, se incluyen historias de temática diversa, entre las que destaca la dedicada a la experiencia, llamémosle, religiosa de Philiph K. Dick, con textos extraidos de una entrevista al mítico escritor. La sensación de paranoia y pérdida de cordura que transmiten esas viñetas crea un fuerte vínculo entre la obra de ambos autores.

c7.jpg

Los tebeos de Crumb demuestran que no hace falta complicarse la vida en cuanto a narración gráfica para hacer un buen cómic. Su estilo es directo, sus ilustraciones transmiten perfectamente lo que quiere contar, y, sobre todo, cuenta muchas cosas interesantes, sin filtros, poniéndose en el picadero para que los lectores, observando sus grandezas y miserias, seamos conscientes de las nuestras. La corrección política y la obsesión por proyectar una imagen personal ajustada a los canones establecidos han conseguido que el individuo se convierta en prisionero de su propia coraza protectora, Crumb ni siquiera se ha construido una.