Comics para los que no leen comics (II): Jeremiah

La situación editorial de «Jeremiah» mete un poco de miedo: La serie consta hasta el momento de 28 tomos. Los 16 primeros fueron editados hece mucho por Junior, están descatalogados y hoy en día escasean hasta en las tiendas de saldos. Actualmente Dolmen Editorial se hace cargo de su edición, retomando la serie desde el episodio 20 y publicando nuevas entregas de forma no contigua, para coincidir con reimpresiones europeas y así aprovechar la reducción de costes que supone una edición conjunta.

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Me imagino que se preguntarán ¿Cómo se puede recomendar una serie en semejante situación para introducirse en el mundo del cómic? ¿Además, no dijo usted en la intro de la sección que solo incluiría en ella obras autoconclusivas?. Sigan leyendo y lo entenderán.

«Jeremiah» tiene lugar en un contexto perfecta y escuetamente descrito en la primera página del primer album:

«Los conflictos raciales y religiosos fueron aumentando en intensidad y extensión, hasta que el gran champiñón atómico se encargo de poner a todo el mundo de acuerdo borrando de un plumazo las conquistas de la civilización: adiós a las ciudades, a las fábricas, a los medios de transporte… Todo volvió al punto de partida… a la ley del más fuerte.

Conocido el escenario, nos faltan los protagonistas, dos: Jeremiah, joven, inocente e idealista. Kurdy, perro viejo con demostrado interés por la juerga, las mujeres y, sobre todo, el dinero.

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Pues con esta información ya tienen suficiente para comenzar la lectura de la serie por cualquiera de sus tomos. Exceptuando una aventura doble, las historias son autoconclusivas, con referencias cruzadas entre ellas pero independientes, de forma que el lector ocasional pueda disfrutar de un álbum sin perderse, pero recompensando a los fans con detalles y guiños que dan cohesión al interesante universo de Jeremiah y Kurdy. De hecho, el orden de salida original de los álbumes no se corresponde con el orden cronológico de la historia.

«Jeremiah» es obra del belga Hermann Huppen, más conocido como Hermann (a secas). Puedo decir sin exagerar que los dibujantes capaces de igualarle a nivel de planificación, composición, diseño de interiores y recreación de parajes naturales pueden contarse con los dedos de una mano. La serie que nos ocupa supuso su estreno como autor completo, superando la prueba con creces.

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El post-apocalipsis que nos propone resulta tan ambiguo como los personajes que lo habitan. En su periplo por lo que una vez fueron los EEUU, el duo protagonista se cruzará con comunidades más o menos civilizadas, a veces devueltas a estados primitivos de conducta, otras bajo el influjo de sectas, lideres raciales o caciques que ostentan el poder económico o militar. En determinados capítulos, los detalles que revelan al lector la situación global de postguerra son tan sutiles que la historia puede situarse sin problemas en el “mundo real”. El grado de lucha por la supervivencia varía desde escapar de un grupo de caníbales hasta buscar trabajo. Hermann nos sitúa en un mundo que no por derruido deja de ser complejo y heterogeneo.

Las gentes del “Mundo Jeremiah” desconfían de los extraños, pero están dispuestos a acatar las normas de aquellos que proporcionen estabilidad a sus vidas, abstrayendose de la moralidad o intenciones de esos líderes…vamos, como la vida misma. Casi siempre el detonante de la acción es Kurdy, especialista en meterse en lios con tal de obtener beneficios de la situación. La relación entre ambos protagonistas constituye el alma de la serie, un auténtico tratado sobre la amistad forjada a base de choque de personalidades. Ni que decir tiene que la picaresca de Kurdy hace a éste el personaje preferido de la mayoría de lectores, a pesar de que, en el fondo se trate de un verdadero indeseable.

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No duden en visitar una librería especializada y pedir un “Jeremiah” cualquiera, les aseguro que querrán más.