The Box

A la hora de escribir el ya clásico post sobre mis películas favoritas del recién finalizado año, se me olvidó completamente una, que si bien no incluiría en el Top 10, si entre lo más destacado de 2009. Se trata de “The Box”, la última de Richard Kelly, el director maldito por excelencia de los 2000. Para compensar el olvido y aprovechando que ya está disponible en “formato doméstico”, nada mejor que dedicarle unas merecidas líneas.

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Hay que admitir que “The Box” no es ni mucho menos una película redonda, pero su imperfección es de las que a mi me gustan: de  aquellas en las que los defectos se ven eclipsados por las virtudes. Creo que la mejor manera de resumir el film es diciendo que Kelly se ha montado él solito un “Lost” de dos horas de duración. Tomando como base el relato corto “Button, Button” de Richard Matheson, el realizador construye  una aventura metafísica donde sus protagonistas tienen que enfrentarse a las consecuencias de sus actos y elecciones en una realidad ajena que se les va abriendo ante sus ojos de maneras cada vez más extrañas e inquietantes.

Si en la ya mítica serie de televisión estos temas se afrontan desde un perspectiva cristiana (fundamentalmente en ciclos de acto-culpa-redención), Kelly opta por el enfoque existencialista. Tras pulsar el botón de la misteriosa caja que da título a la película, la pareja protagonista siente el peso de su acto con la paranoica sensación de estar siendo continuamente observados (y juzgados) por “los otros”, aquellos que Sartre decía son el Infierno. A medida que avanza el relato, éste se vuelve más y más incomprensible, alzándose como una metáfora de la vida: no sabemos quienes somos ni de donde venimos, pero lo que está claro es que todos contribuimos a que el mundo sea como es.

El carácter surreal de la historia se ve adecuadamente reforzado a través de un diseño de producción sobrio-setentero y una fotografía geométrica y borrosa que recuerda la textura lumínica de las viejas Polaroid.  En el apartado de los defectos, el mayor “pero” del film sería su falta de tono en la narración, quizás provocado por los recortes de metraje que Kelly se vio obligado a realizar para facilitar su comercialización. Con todo, y reafirmando la condición de maldito de su director, la película fue un fracaso, pero creanme si les digo que poco a poco adquirirá el estatus de culto que ya tienen “Donnie Darko” y “Southland Tales”.

Tráiler: