Product Placement y Apocalipsis

DH00

El otro día, visionando la mediocre “The Greatest Movie Ever Sold” me acordé de “Dragon Head”, el inquietante manga de Minetaro Mochizuki. “The Greatest…” es un documental pésimamente resuelto por el ególatra y michaelmooreano Morgan Spurlock que aborda el tema del product placement, o como  le llamábamos en tiempos de “Médico de Familia”, publicidad encubierta. Las necesidades de financiación de los estudios han convertido esta práctica en el pan de cada día para Hollywood. Hemos visto en la gran pantalla desde la estrella juvenil de turno manejando un iPhone hasta a Tony Stark comiéndose una Wooper (con diálogo incluido acerca de su excelente sabor), pasando por Bumblebee transformándose en el último modelo de Chevrolet.

¿Qué tiene que ver Mochizuki y su obra en esto? Pues que, a mi parecer es el autor que mejor ha rentabilizado el product placement para fines narrativos totalmente ajenos a la publicidad… bueno, si a lo suyo se le puede llamar product placement, porque no creo que haya recibido un duro por enseñar marcas en “Dragon Head”. El caso es que las viñetas del susodicho manga están plagadas de productos reales, fácilmente identificables y luciendo logo deliberadamente. Camisetas, calzado deportivo, relojes, chocolatinas, radios, motos… de todo, y muchas veces en plano detalle.

Con todo esto Mochizuki no gana pasta, pero su historia gana una tremenda verosimilitud. Enseñar marcas en pleno fin del mundo hace más realista ese fin del mundo. Enfatiza el brusco cambio de contexto, de normalidad a Apocalipsis, que sufren los jóvenes e inicialmente despreocupados protagonistas de la historia. Si nuestra cultura es la cultura de las marcas, éstas deben estar muy presentes en el fin de la cultura. “Dragon Head” no sería lo mismo si su peculiar product placement.

…Y ya que sale el tema de marcas que aparecen por decisión creativa independientemente de lo comercial, no puedo dejar de recomendarles “Go Ibiza, Go!”, el descacharrante “programa de variedades” perpetrado por Los Pioneros del Siglo XXI. No creo que Carte D’Or (pronúnciese  Dior) les haya pagado nada porque una de sus tartas protagonizara el momentazo post-lynchiano del final del segundo episodio, pero les juro que este verano cada vez que veía un puesto de helados con la marca, no me resistía. En verdad, Carte D’Or siempre acierta: