Ruben Östlund

A punto de explotar

Ofrivilliga

No sé si es cosa mía, pero me da la impresión de que el número de “situaciones volátiles” a las que estamos expuestos en nuestro día a día crece a una velocidad de vértigo. Entre lo quemado que anda el personal, la cabezonería de los que no aceptan el mundo moderno, la inmadurez de una generación treintañera de niños grandes, y la gilipollez típica de la adolescencia, el “mundo civilizado” parece una olla a presión que va reventar en cualquier momento.

De Ofrivilliga 01

Semejante panorama es retratado de manera excelente en “De Ofrivilliga” (título internacional: “Involuntary”) del realizador sueco Ruben Östlund. El film se compone de cinco historias totalmente independientes segmentadas en planos-secuencia que se intercalan a lo largo del metraje, muy en el estilo de “Código Desconocido” de Haneke, aunque con un tono más distendido y jocoso que al que nos tiene acostumbrados el director austríaco. Las situaciones: un señor mayor que se niega a ir al hospital tras sufrir un accidente en su fiesta de cumpleaños, un busero con depresión de caballo por ruptura sentimental que se reincorpora al trabajo antes de tiempo para “airear la cabeza”, unas chonis adolescentes preparándose para “darlo todo” en la noche del sábado, amigos treintañeros en un fin de semana de casa rural con puyitas gays subiendo en escala según pasan las horas y una profesora true believer del sistema educativo moderno que se enfrenta a sus compañeros por una situación que ella considera de abuso hacia un alumno crápula. Peligro en el ambiente…

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Toda la película gira realmente alrededor del “dejarse llevar”, ya sea por la situación que invita a ir “un poco más allá” o por el temperamento del individuo, que llegado un punto hace derivar el modo propio de ver las cosas hacia la sinrazón y el choque de egos. Pasa todos los días,  y en la peli queda perfectamente reflejado con situaciones muy cotidianas, que sin recurrir a lo extremo ponen de manifiesto el nivel de ebullición de la psique colectiva.

P.D.: Crisis, acaba de una vez, que se nos agota también el crédito de sentido común.