Empezamos fuerte la sección: 400 y pico páginas de bestseller erótico femenino, nada menos. La novela que hizo emerger las practicas S/M al mainstream, la que ha establecido una conveniente simbiosis con el formato ebook (ahora ya no hay que forrar el libro para leer en el metro) y la que ha acuñado el término “porno para mamás”.
Dado mi absoluto desconocimiento del género erótico-romántico para mujeres, mi autoridad para hablar sobre el tema es nula, pero ahí va mi conclusión principal: en “Cincuenta Sombras de Grey”, el sexo es el reclamo, pero “la chicha”, lo que impulsa al personal a seguir leyendo, es la parte romántica. Y en cuanto a lo de “para mamás”, no sé… no dudo que las mujeres de mediana edad lean en masa el libro, pero el target en cuanto a franja de edad está muy claro: entre los veintipocos y los treintaimuchos.
Para explicarme, primero les hago una sinopsis express de la novela: Anastasia, universitaria inocente y amante de la literatura, conoce a Christian Grey, el chico perfecto: guapo , educado, culto e inmensamente rico. Flechazo mutuo. Tonteo. Christian confiesa a Anastasia sus tendencias sadomasoquistas. Anastasia se asusta. Christian le propone que se convierta en su “esclava”. Anastasia duda. Jugueteos sado-soft. Anastasia se ralla: le gusta Christian, pero no el sado. Anastasia descubre que detrás de la coraza de éxito de Christian se esconde un juguete roto. Ralladuras: ¿paso por el aro o lo dejo?. Folleteo. Ralladuras:¿me gusta o no me gusta lo que me hace?. Folleteo. Ralladuras: ¿por que no abre sus sentimientos y saca la mierda para fuera?. Folleteo… y así. El final no lo cuento ni lo sé, porque, realmente el libro termina con un cliffhanger, a resolverse en las siguientes entregas que, por descontado, no leeré.
Visto esto, les digo que las partes “folleteo” son, desde mi (masculino) punto de vista absolutamente aburridas y antieróticas, de parodia de novela rosa. El resto del texto, básico, plano e impersonal, como escrito con la asistencia de un programa informático para componer novelas. Pese a todo, de allí se puede extraer cierta cantidad de verdad, cierta intuición del “estado de las cosas”. Si hacemos un pequeño ejercicio de abstracción y eliminamos el “problema del sado” (recalco el entrecomillado) sustituyéndolo por cualquier otro elemento de incompatibilidad entre chico y chica, nos encontramos con un esquema argumental con el que muchas mujeres se pueden sentir identificadas: Aguantar “carros y carretas” por seguir con alguien (“¡antes eso que vivir sin él!”), el problema de la pareja que no se abre, el desafío/fantasía de arreglar a un hombre “roto”… No me malinterpreten por la vía feminista, estos comportamientos pueden darse en sentido inverso, pero seguro que la mayoría de los casos que conocen son de protagonista femenina. En ese sentido, la identificación entre la lectora y Anastasia puede llegar a ser muy intensa, mucho más “enganchante” que los aburridos pasajes eróticos. Pero bueno, a lo mejor (probablemente incluso) estoy equivocado.
Volvamos ahora a ese contenido erótico. Su principal problema es que deja poco espacio para la fantasía. Pese a que la autora juega con conceptos tan propicios para ello como el sadomasoquismo, todo en el libro está supeditado a la más estricta corrección política y consentimiento mutuo: no hay arrebatos de violencia ni la más mínima dosis de abyección, todo ocurre bajo estrictos estándares morales y legales. Da la impresión que la autora no es consciente de que en las fantasías puede ocurrir de todo (y de hecho, para eso están)… o a lo mejor es que lo que nos muestra es lo mas fuerte que su poco-sucia imaginación nos puede ofrecer. En cualquiera de los dos casos, muy mal. Más mal todavía al ver como maneja las tendencias sádicas de Grey: sus ansias dominadoras y sus ganas de proporcionar dolor tienen origen en un grave trauma infantil-juvenil que todavía no se aclara totalmente en la primera parte. Los tenderos de las sex-shops estarán contentísimos con los advenedizos que irán a comprar juguetitos para replicar en su casa lo que leen en el libro, pero a la comunidad S/M no creo que le haga puta gracia como quedan allí retratados.
En resumen: literariamente pobre, eróticamente nulo y conservador, pero da una intuición de como está el patio (chicas, no me lapidéis, ¡ni de lejos pretendo insinuar que os representa a todas!) y no me arrepiento en absoluto de haberlo leído.
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