Libros

Citas Pop (XXIV): Encerrados

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Cada vez que la muchacha oía crujir el entarimado creía que se enfrentaban a un ataque armado. Siempre alerta frente a lo desconocido. Solía decirle, Si la gente supiera las cosas que pienso me encerrarían permanentemente. Nos encerrarían a todos, respondía él. Nos han encerrado ya.

Don DeLillo, Mao II

Dobles

Enemy The Double

Asombrosamente oportuno el que dos películas que tratan el tema del doble coincidan en la misma temporada cinéfila. Un hecho “sincrónico” que aporta un extra de fascinación a las ya de por sí fascinantes Enemy (Denis Villeneuve, 2013) y The Double (Richard Ayoade, 2013). Como buen sistema binario doppelganger, ambas presentan insólitas similitudes (más o menos) superficiales, pero se desarrollan bajo idiosincrasias muy diferentes.

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Tanto The Double como Enemy ostentan orígenes literarios. Adaptan respectivamente (y tomándose bastantes licencias, al parecer) El Doble de Dostoievski y El Hombre Duplicado de Saramago. No he leído ninguna de las dos novelas, pero sé que sus autores pueden conectase a través de lo kafkiano: Dostoievski como claro precursor y más que posible fuente de inspiración del célebre escritor checo; Saramago como uno de los escritores contemporáneos que más ha tomado de la obra de Kafka. Lo kafkiano está muy presente en ambas películas: El individuo aplastado por su entorno, integrado en una maquinaria que no puede comprender. Los personajes interpretados por Jake Gyllenhaal y Jesse Eisenberg se mueven en espacios urbanos que parecen extenderse hasta el infinito y viven en enormes edificios/colmena que despojan de personalidad a sus habitantes. Para reforzar el efecto despersonalizador, ambos directores han optado por una fotografía saturada y dominada por los tonos ocres. En definitiva, los dos films parten de un entorno base similar.

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Dentro de esos parámetros ambientales, Villeneuve tira por el criptothriller. Ya puestos a mencionar referentes ilustres, hay mucho del Lynch de Carretera Perdida en Enemy, pero también del Cronenberg de Vinieron de de dentro de… . Dos claves: la narración como estado mental apartado de la literalidad y lo iincognoscible representado por una mezcla de hormigón y carne negra (y hasta ahí puedo leer). No caigan en la trampa, no intenten buscar un sentido a la película más allá del simbólico, de lo contrario acabarán frustrados. Lo que se pone en juego en Enemy es el concepto de identidad, ¿Qué es? ¿Qué valor tiene? La idea del intercambio, de poder ser otro sin que nadie se de cuenta de ello… ¿atrayente o aterradora?. Gyllenhaal interpreta su doble papel sirviéndose ante todo de la fisicidad, la gesticulación, la mirada; hay poco diálogo en Enemy, pero mucha intensidad física.

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En el caso de The Double, el enfoque elegido por Ayoade es el de tragicomedia surrealista. La acción se desarrolla en un universo deliberadamente extraño, en una especie de régimen dictatorial retrofuturista. Eisenberg interpreta (al principio) a un arquetípico funcionario alienado, totalmente aplastado por la maquinaria del sistema y por sus obligaciones familiares. Sin saberse muy bien de dónde, a este trasunto de Gregor Samsa le sale un compañero de trabajo físicamente idéntico, pero dotado de una malicia y unas aptitudes sociales inexistentes en la “versión original”.

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The Double orbita alrededor de la angustiosa idea de que para alcanzar tus metas has de renunciar a tu propia identidad, que a lo mejor dichos objetivos vitales son incompatibles con tu persona, y para llegar a ellos has de dejar tus principios y tu forma de ser a un lado. Pese a su tono cómico, resulta más terrorífica que Enemy. Lo que en la de Villeneuve era fascinación e incertidumbre se convierte aquí en sentimientos de  frustración, usurpación e injusticia. Ayoade roza con los dedos los mejores momentos del triunvirato Kaufmann/Jonze/Gondry, haciendo gala de un sentido del humor jodidamente amargo. Por su parte, Eisenberg lo borda en su tarea de diferenciar ambos papeles, con la complicación añadida de que ambos personajes visten y van peinados exactamente igual. Una de sus mejores herramientas para conseguirlo es su capacidad verbalizadora, que tanto le sirve para hablar con torpeza como para soltar largas parrafadas a la velocidad del rayo.

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Dicho esto, solo me queda soltar el chascarrillo inevitable : Estas pelis conforman la sesión doble más interesante de la temporada. Vean las dos y opinen cual es su favorita. Mi voto es para The Double.

Tokio Año Cero

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El fracking es una técnica de perforación basada en inyectar una mezcla de agua, arena y productos químicos a altísimas presiones sobre pequeñas grietas preexistentes en el lecho rocoso. Es un sistema extremadamente violento para el subsuelo, deshace las entrañas de la tierra de una forma rápida, punzante y sistemática. Pero sus efectos no se quedan en la mera destrucción física de la roca; la pequeña proporción de químicos inyectada para favorecer la perforación es altamente tóxica y deja el terreno envenenado para siempre.

Pues bien, podría decirse que la prosa de David Peace es puro fracking para el cerebro. Terminada Tokio Año Cero, me doy cuenta de que las negras sacudidas que me proporcionó su lectura no se quedarán en experiencias momentáneas, con toda probabilidad permanecerán grabadas  en el fondo de mi memoria.

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Todos hemos oído y/o leído sobre la miseria y calamidades que sufrió el pueblo japonés tras su derrota en la II Guerra Mundial, pero con esta novela, Peace nos obliga a “vivirlas” en una experiencia lectora extremadamente inmersiva. Más allá del hambre, más allá de las epidemias, más allá de la corrupción, Peace nos hace partícipes del terrible status quo de humillación y autodesprecio  instaurado por dicha derrota y la posterior ocupación aliada.

El crimen a resolver por el inspector Minami es puro mcguffin. El propio Minami sirve como infernal vehículo donde Peace encierra al lector. A base de frases cortas y onomatopeyas mecánicamente repetidas inserta el veneno en nuestro cerebro. El odio a los vencedores. La obligada y cobarde sumisión hacia los vencedores. El sentimiento de miseria total frente a los lujos y privilegios de los vencedores. Las “ofrendas de carne” que han de hacerse a los vencedores para evitar que “usen” a las mujeres de los vencidos. En definitiva, la subyugación absoluta del pueblo japonés ante unos hijos de puta que el mundo ve como héroes. Respecto al crimen, basado en sucesos reales, el propio Peace declaró que había elegido ese porque se ajustaba a las necesidades de lo que quería contar, enlazaba directamente con la situación del país. Tenía mucho donde escoger.

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En definitiva, todas las bondades (o según se mire, maldades) del estilo Peace me han sido confirmadas con esta primera lectura  que no será la última. No sé si recomendarla o no, pues se trata de un plato amargo no apto para todos los paladares. Si el calor extremo y los piojos les producen repulsa, no la lean; sentirán ambas cosas en sus carnes.

Citas Pop (XXI): Carta Blanca

Hate Bush

La tarde en cuestión me presenté en el despacho del director. […]Detrás de su cabeza había un póster enorme de una organización humanitaria, ya no recuerdo si Oxfam o UNICEF. Mostraba una tierra árida y resquebrajada donde no quería crecer nada, y abajo a la izquierda aparecía un niño cubierto de harapos que tendía una escuálida mano.

Aquel póster hizo que me pusiera aún más alerta. Probablemente, el director estaba en contra del calentamiento global y la injusticia en general. Quizá no comía carne de mamíferos y era antiamericano o, al menos, anti Bush, una opinión que daba a la gente carta blanca para no pensar nada más. Quien estaba contra Bush era alguien justo, y por tanto podía comportarse en su entorno inmediato como un cabrón.

La Cena” de Herman Koch

Citas Pop (XX): Génesis Oscura

Luther

“Sed de poder. Sed de dinero. Celos. Todas las cosas que nos hacemos los unos a los otros. En última instancia todo está relacionado con el sexo. Pero el sexo produce bebés. Si miras a un bebé es la cosa más pura del mundo. La mejor. Totalmente inocente. ¿Cómo concilias eso?. Tanta perversidad en nombre de la creación de inocencia. ¿No te parece algo equivocado?”

El párrafo de arriba pertenece a la novela “Luther: El Origen”.  Lo pone Neil Cross en boca de John Luther, el ya célebre personaje televisivo interpretado por Idris Elba.  No se engañen respecto a esta precuela en prosa, no estamos hablando de un (sub)producto derivado al uso: Cross es el creador de “Luther”, guionista de todos los episodios de la serie, y lleva años escribiendo novela negra muy muy turbia. La que nos ocupa no es una excepción. Inmersión en el abismo asegurada. Avisados quedan.

Atar Gull

Atar Gull o el destino de un esclavo modélico

Pese a las malas vibraciones que me produjeron los trailers y avances varios de “Django Desencanado”, lo cierto es que la última de Tarantino me ha gustado mucho. No voy a escribir nada sobre ella, pues todo lo que cuente no va a ser más que una mala versión de algún fragmento de éste, el texto definitivo  sobre la peli escrito por Absence , el cual les recomiendo leer ahora mismo. Lo que sí quisiera, aprovechando el eco que ha dejado el film en lo que respecta a la temática “la venganza del esclavo”, es reseñar el el tebeo “Atar Gull, o el destino de un esclavo modélico” de Fabien Nury y Brüno.

Si Tarantino echó mano del western y la cultura pop Black Power como herramientas de trabajo, Nuri y Brüno tiraron de adaptación directa de la novela homónima escrita por Eugène Sue y publicada por entregas en Francia durante 1831. Aunque estas dos obras y sus respectivos autores no están interconectados de ninguna manera, la cercanía en el tiempo del lanzamiento de ambas en el mercado español da lugar a un curioso díptico en el que Atar Gull podría verse como el reverso tenebroso de Django. Es más, podríamos considerar al personaje  como la unión “sacrílega” entre Django y su “némesis negra” Stephen (el aclamado personaje que interpreta Samuel L. Jackson en la susodicha peli).

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El agradable estilo gráfico de Brüno, sintético y de suave gama cromática, contrasta con la crudeza de una historia que rezuma fatalidad. En la primera parte, la captura, transporte y venta de Atar Gull nos da a conocer una serie de personajes que forman parte de la maquinaria esclavista de la época. Lo más interesante de este capítulo es la exhibición que allí se hace de “El Mal” en todos sus grados de transparencia. Desde el autoconscientemente despiadado pirata que ofrece “mercancía” a bajo precio obtenida vía abordajes en alta mar hasta el “amo bueno” pagado de si mismo por el “buen trato” que proporciona a sus posesiones.

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Pero es en la segunda parte donde está la chicha del tebeo. Donde Atar Gull ejecuta su sibilina y autodestructiva venganza. Una venganza en la que su imponente físico no tiene arte ni parte. Para llevarla a cabo se sirve únicamente de su torturada y afilada mente, desechando toda opción que no maximice el grado de dolor infligido sobre sus víctimas, aún a costa del suyo propio.

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Vamos, una historia de “mala sangre” con todas las de la ley, con el atractivo de que el papel de chungo-chunguísimo recae sobre un personaje tradicionalmente presentado como víctima. Por no decir que resulta revelador ver como ahora, a principios de siglo XXI, con la esclavitud abolida, los comportamientos y actitudes de los personajes del libro encuentran paralelo en nuestro día a día. La verdad, invita a reflexión.

Otros Mundos (I): Cincuenta Sombras de Grey

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Empezamos fuerte la sección: 400 y pico páginas de bestseller erótico femenino, nada menos. La novela que hizo emerger las practicas S/M al mainstream, la que ha establecido una conveniente simbiosis con el formato ebook (ahora ya no hay que forrar el libro para leer en el metro) y la que ha acuñado el término “porno para mamás”.

Dado mi absoluto desconocimiento del género erótico-romántico  para mujeres, mi autoridad para hablar sobre el tema es nula, pero ahí va mi conclusión principal: en “Cincuenta Sombras de Grey”, el sexo es el reclamo, pero “la chicha”, lo que impulsa al personal a seguir leyendo, es la parte romántica. Y en cuanto a lo de “para mamás”, no sé… no dudo que las mujeres de mediana edad lean en masa el libro, pero el target en cuanto a franja de edad está muy claro: entre los veintipocos y los treintaimuchos.

Para explicarme, primero les hago una sinopsis express de la novela: Anastasia, universitaria inocente y amante de la literatura, conoce a Christian Grey, el chico perfecto: guapo , educado, culto  e inmensamente rico. Flechazo mutuo. Tonteo. Christian confiesa  a Anastasia sus tendencias sadomasoquistas. Anastasia se asusta. Christian le propone que se convierta en su “esclava”. Anastasia duda. Jugueteos sado-soft. Anastasia se ralla: le gusta Christian, pero no el sado. Anastasia descubre que detrás de la coraza de éxito de Christian se esconde un juguete roto. Ralladuras: ¿paso por el aro o lo dejo?. Folleteo. Ralladuras:¿me gusta o no me gusta lo que me hace?. Folleteo. Ralladuras: ¿por que no abre sus sentimientos y saca la mierda para fuera?. Folleteo… y así. El final no lo cuento ni lo sé, porque, realmente el libro termina con un cliffhanger, a resolverse en las siguientes entregas que, por descontado, no leeré.

Visto esto, les digo que las partes “folleteo” son, desde mi (masculino) punto de vista absolutamente aburridas y antieróticas, de parodia de novela rosa. El resto del texto, básico, plano e impersonal, como escrito con la asistencia  de un programa informático para componer novelas. Pese a todo, de allí se puede extraer cierta cantidad de verdad, cierta intuición del “estado de las cosas”. Si hacemos un pequeño ejercicio de abstracción y eliminamos el “problema del sado” (recalco el entrecomillado)   sustituyéndolo por cualquier otro elemento de incompatibilidad entre chico y chica, nos encontramos con un esquema argumental con el que muchas mujeres se pueden sentir identificadas: Aguantar “carros y carretas” por seguir con alguien (“¡antes eso que vivir sin él!”), el problema de la pareja que no se abre, el desafío/fantasía de arreglar a un hombre “roto”… No me malinterpreten por la vía feminista, estos comportamientos pueden darse en sentido inverso, pero seguro que la mayoría de los casos que conocen son de protagonista femenina. En ese sentido, la identificación entre la lectora y Anastasia puede llegar a ser muy intensa, mucho más “enganchante” que los aburridos pasajes eróticos. Pero bueno, a lo mejor (probablemente incluso) estoy equivocado.

Volvamos ahora a ese contenido erótico. Su principal problema es que deja poco espacio para la fantasía. Pese a que la autora juega con conceptos tan propicios para ello como el sadomasoquismo, todo en el libro está supeditado a la más estricta corrección política y consentimiento mutuo: no hay arrebatos de violencia ni la más mínima dosis de abyección, todo ocurre bajo estrictos estándares morales y legales. Da la impresión que la autora no es consciente de que en las fantasías puede ocurrir de todo (y de hecho, para eso están)… o a lo mejor es que lo que nos muestra es lo mas fuerte  que su poco-sucia imaginación nos puede ofrecer. En cualquiera de los dos casos, muy mal. Más mal todavía al ver como maneja las tendencias sádicas de Grey: sus ansias dominadoras y sus ganas de proporcionar dolor tienen  origen en un grave trauma infantil-juvenil que todavía no se aclara totalmente en la primera parte. Los tenderos de las sex-shops estarán contentísimos con los advenedizos que irán a comprar juguetitos  para replicar en su casa lo que leen en el libro, pero a la comunidad S/M no creo que le haga puta gracia como quedan allí retratados.

En resumen: literariamente pobre, eróticamente nulo y conservador, pero da una intuición de como está el patio (chicas, no me lapidéis, ¡ni de lejos pretendo insinuar que os representa a todas!) y no me arrepiento en absoluto de haberlo leído.

Otros Mundos: Intro

Inauguro nueva sección (sí, otra más) que tenía ideada haca más de un año pero no encontraba momento para darle arranque. La titulo “Otros Mundos” y vendrá a ser una suerte de ejercicio periodístico gonzo-soft. Me explico: la cosa irá de que yo consumiré un producto (sub)cultural totalmente ajeno a mis intereses y dejaré mis impresiones acerca de ello en el post correspondiente.

Aprovechando que estoy metido en un club de lectura, y la lectura en curso cumple a la perfección las autoimpuestas normas de la sección, utilizaré ese material para el primer post. En breve en sus pantallas. Una pistita:

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Cumbres Borrascosas

Wuthering Heights

Hace ya tiempo que Dogma 95 ha desaparecido como movimiento cinematográfico, pero también es cierto que algunos de sus preceptos, para bien o para mal, han marcado tendencia (incluso canon) respecto a la utilización de ciertos recursos estilísticos y narrativos en el cine que vino después. Quizás el mas potente resquicio que el movimiento danés ha dejado al cine es esa asociación cuasi-indisoluble entre el “cámara en mano” y el “aquí y ahora”. Extremadamente difícil encontrar una película que se sirva de esta técnica y que no esté ambientada en contextos de rabiosa actualidad o no pertenezca al género found footage.

Las excepciones son pocas. Ahora me viene a la cabeza la magnífica “Enemigos Públicos” de Michael Mann (mi reseña aquí), que nos mostró el mundo criminal yanki en los años 30 como nunca lo habíamos visto en cine; casi podíamos oler la pólvora y sentir el humo de las ametralladoras en los pulmones. Recientemente, Andrea Arnold (la que le ganó el Oscar a Vigalondo)  también se ha saltado esa norma no escrita del “aquí y ahora”  utilizando técnicas similares para adaptar “Cumbres Borrascosas”, la mitiquísima novela decimonónica escrita por Emily Brontë.

Soy totalmente ignorante en lo relativo al romanticismo inglés,  ni siquiera me he leído la versión original de Brontë y tampoco he visto ninguna de las abundantes adaptaciones cinematográficas previas a la de Arnold. Con estos precedentes, puedo afirmar que lo que vi en la peli no me lo esperaba en absoluto… en el buen sentido. En el film prima lo atávico, los personajes se mueven en un entorno emocional altamente salvaje a juego con el inhóspito entorno físico, y lo romántico presenta su aspecto más carnal y arrebatado.

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En un anacrónico formato 4:3, Arnold saca tremendo partido de las localizaciones, cargadas de niebla, lluvia, barro y humedad, para contarnos el extremadamente pasional romance entre Catherine y Headcliff. Como decía antes, no leí la novela, pero sospecho que el peso de las escenas situadas en la infantoadolescencia de los personajes es mucho mayor en el metraje del film que en las páginas de la novela. Claramente, la directora tira de la infancia porque ese es el momento de la vida en el que realmente aflora el salvajismo inherente a la especie humana, antes de que el individuo sea asimilado por las convenciones sociales.

En definitiva, una peli muy a tener en cuenta ahora que empiezan a salir las listas de fin de año. Por mi parte, seguro ocupará un puesto en mi top 10. Respecto a la Arnold, les recomiendo encarecidamente su ópera prima “Red Road”. Su otro largometraje “Fish Tank”, filmado en un estilo parecido al que nos ocupa, pero contextualizado en el “aquí y ahora” ya no me convenció tanto en su momento, pero igual le doy un repaso.

Década 0, Cara B (IV): Trazos Escarlata

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La de los 00 fue una década prolífica a la hora de recuperar/revisitar/reformular  “La Guerra de los Mundos” de H.G. Wells… bueno, en realidad  lo que llevamos de siglo XXI fue prolífico en recuperar/revisitar/reformular casi cualquier cosa, pero ahora vamos a lo que vamos…

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En medio del enfoque posmoderno de Alan Moore y Kevin O’Neill en la segunda parte de “La Liga de los Caballeros Extraordinarios” y la versión cinematográfica de Spielberg/Cruise que trasladaba la invasión marciana a nuestra época, aparecía sin demasiado ruido el tebeo “Trazos Escarlata”  (originalmente “Scarlet Traces”) obra de Ian Edginton (guión) y D’Israeli (dibujo). Poco conocidos puertas afuera del Reino Unido, estos dos autores mantienen  una larga y fructífera colaboración, habiendo producido juntos gran cantidad de páginas para distintas series del mítico semanario 2000 AD. “Scarlet Traces” comenzó como serie de animación web, pero tras el cierre de la página que la alojaba, con muy poco material producido y emitido aún, los autores decidieron dar salida en forma de cómic a los diseños y argumentos que ya habían elaborado, apareciendo serializada en la revista Judge Dredd Megazine, y más tarde en formato comic-book  vía Dark Horse.

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La novedad de rigor en “Scarlet Traces” respecto a la novela original no consistía esta vez en una reinterpretación de la misma, sino  en ofrecernos su continuación. La acción se situaba 10 años después de la derrota marciana, en una Inglaterra steampunk que había conseguido “descifrar” la tecnología de guerra invasora para adaptarla a usos terrícolas. Una ocurrencia realmente original, pero también muy bien aprovechada: en lugar de continuar con la tónica sci-fi/catastrofista de la “primera parte”, “Scarlet Traces” se movía por los oscuros derroteros temáticos de la conspiranoia, el abuso de poder y los costes humanos del llamado “progreso”.

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Como si de una metáfora ucrónica de nuestro presente se tratara, en el mundo post-invasión de “Trazos Escarlata” la tecnología es un bien accesible a un segmento privilegiado y reducido de la población. Para los que les es negada, su existencia se convierte en un handicap, pues además de no beneficiarse de sus “milagros”, como fuerza de trabajo humana tienen que competir con ella en cuanto a productividad… Es más, han de convertirse en esclavos para que la minoría privilegiada pueda trastear con sus juguetitos. Este tema junto con otros como la conveniencia de cierto tipo de guerras para la economía de un país o el tremendo poder de los estados para “suprimir” las líneas de pensamiento y acción divergentes a sus doctrinas son tratados en clave de thriller futurista, en tan solo 80 páginas con un dibujo de trazo exquisito, muy cercano a la línea clara francobelga pero con su toque 2000 AD puramente británico.

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“Trazos Escarlata” fue publicada en España por Devir en 2004, y desconozco si aún puede conseguirse en librerías. Todavía sin traducción al español están su secuela “The Great Game”, que cuenta el (innecesario pero conveniente) contraataque británico sobre Marte y la precuela, que no es más  que (esta vez sí) la adaptación  de la novela original por parte  Edginton y D’Israeli, integrándola estéticamente en el universo que ellos habían creado para las continuaciones “apócrifas”. Una pena que hayan quedado en el semiolvido.