Comics para los que no leen comics

Top30 (XVII): La Casta de los Metabarones

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Mi primer contacto con la obra (y filosofías) de Alejandro Jodorowsky fue a través de “El Incal”, la mitiquísima serie que cocreó con el no menos mítico Moebius. Como todo dios, flipé con el dibujo, pero caro me costó leerlo por culpa de su carácter empalagosamente  mesiánico y New Age.

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En cuanto a Juan Giménez, siempre me encantaron sus universos de ciencia ficción. Conseguí reunir todos sus álbumes editados por Toutain, pero tampoco en este caso las historias estaban en general a la altura de semejante excelencia gráfica.

Pero cuando estos dos autores cruzaron sus caminos, dieron a luz una obra excepcional en todos los sentidos, “La Casta de los Metabarones”. En ella, Jodorowsky deja de lado su vena “iluminada” para abordar un asunto mucho más terrenal, pero no por ello menos épico: La familia. El chileno concibe el árbol genealógico como un mapa de la mente del individuo, de él heredamos no solo los genes, sino que también una serie de rasgos psicológicos, muchas veces adquiridos de manera inconsciente que condicionan nuestra forma de ser más allá de lo que en principio podemos imaginar, hasta tal punto que ciertos problemas y complejos “enterrados” en el fondo de la conciencia pueden transmitirse de generación en generación, aún cuando el portador original de la “tara” haya dejado de existir.

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Jodorowsky nos intenta explicar todo esto como mejor sabe, llevándolo al terreno del mito.  Así, en los 8 capítulos que forman la serie nos cuenta la historia de cuatro generaciones de super-gerreros galácticos, donde el adjetivo “épico” se queda corto. A través de la estirpe fundada por Othon (el tatarabuelo) descubrimos como llegó a ser quien es el Metabaron (ya visto en “El Incal”), el guerrero más poderoso de la galaxia, que ha tomado la firme decisión de no engendrar jamás un descendiente: Complejos de Edipo, mutilaciones iniciáticas, psicodramas shakesperianos, cirugías cibernéticas, monjas-puta, universos en desintegración, partos imposibles… En esta serie no hay restricciones para lo mítico y lo épico. La capacidad fabuladora de Jodo es tal que cada vez que terminaba de leer un tomo quedaba mordiéndome las uñas con sus imposibles “continuará…” y maldiciendo la espera por el siguiente capítulo.

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En la parte gráfica, Giménez por fin ponía su poderío visual al servicio de una historia digna de su trazo. Él solito funda todo un universo lleno de exóticas culturas, tecnología y extrañas especies alienígenas, sin titubear a la hora de poner en imágenes las alucinadas escenas de los guiones. Una mención especial merecen las portadas, cada una con el retrato del miembro de la familia al que se dedica el tomo, en un evidente homenaje a Rembrandt.

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Un grandísimo tebeo que a todos recomiendo en esta época regalera, más teniendo en cuenta que Mondadori puso en circulación desde hace un tiempo un recopilatorio con toda la serie, en tamaño reducido y sin las cubiertas originales eso si, pero dando la posibilidad de leer la absorbente gesta metabarónica de un tirón.

Anteriormente en Top30:
Intro (qué es Top30)
Ulises 31
Los 4 Fantásticos
Secret Wars
Transformers
Batman y los Outsiders
Batmanía
Dragon Ball
Darkseed
Parque Jurásico
John Byrne’s Next Men
Trilogía Nikopol
La fOntana y la sOnda
12 Monos
Pulp Fiction
Wipeout
Brut Comix

En el Día del Libro… ¡Regala tebeos!

Contagiado por Álvaro Pons y Werewolfie, me uno a la tendencia tebeosférica de recomendar cómics para regalar mañana. Allá van:

Para los antisistema:

El impresionante “No Comment” de Ivan Brun, que posee la rara cualidad de combinar un discurso potente, directo y sin concesiones con un dibujo, narrativa y planificación de alto nivel.

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Para surrealistas:

Mi Pequeño” de Olivier Schrauwen. Raro y cómicamente siniestro. No recomendable para padres en ciernes.

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Para cosmopolitas:

La Perdida” de Jessica Abel. La historia de una yanqui que se va a vivir su aventura mexicana, descubriendo más cosas sobre si misma de las que le gustaría en un principio.

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Para los que les gustó la peli de Iron Man:

El Invencible Iron Man: Las Cinco Pesadillas”, de Matt Fraction y Salvador Larroca. Pese a estar ambientado en el universo Marvel tradicional, parece la continuación directa del film, con un Larroca en su mejor momento.

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Para os que lles gusta ler en galego:

As Serpes Cegas”, de F.H. Cava e Bartolomé Seguí. Material en galego de calidade, tanto pola edición coma polos contidos.

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Para admiradores de García Márquez:

Palomar”, donde Beto Hernandez compone su Macondo particular.

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…y basta por ahora. A lo mejor, mañana más.

Comics para los que no leen comics (III): «Aldebarán» de Leo

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Mayúscula sorpesa me llevé con «Aldebarán«, obra del brasileño Luiz Eduardo de Oliveira «Leo». Planeta, en su nueva iniciativa de publicar «integrales» con historias completas y precios asequibles, acaba de editar el recopilatorio con los 5 albumes que conforman la serie al módico precio de 20€. Por precio, calidad y accesibilidad, he decidido meter la reseña en la categoría «Comics para los que no leen comics».

La acción se sitúa en el 4º planeta del sistema que orbita alrededor de la estrella Aldebarán. Se trata de un mundo que por sus características físicas y ambientales similares a las de la Tierra, fue elegido para comenzar la colonización humana más allá del Sistema Solar. La tremenda complejidad de los viajes espaciales a velocidades relativistas hace que, en plena colonización, los «pioneros» pierdan el contacto con los «terricolas». La historia comienza 100 años despues de la desconexión con la Tierra, en el pequeño pueblo costero de Arena Blanca. Los pescadores de la región empiezan a observar extraños fenómenos en el mar, y un enigmático extranjero aparece en la zona avisando a los lugareños que deben huir de sus casas, pues una gigantesca y peligrosa criatura marina se aproxima al lugar. Los jóvenes Marc Sorensen y Kim Keller ni se imaginan que en pocas horas todos sus vecinos y seres queridos habrán muerto y ellos se embarcarán en una aventura que cambiará sus vidas y el destino del planeta.

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Lo primero que llama la atención en la obra es el empeño que ha puesto Leo en concebir la flora y fauna alienigenas de este mundo colonial. El autor nos presenta un entorno agradable y hospitalario para el hombre, con buen clima y enormes praderas, pero tremendamente enigmático. El hecho de que el ser humano haya puesto sus pies en el planeta por primera vez hace poco más de un siglo unido a que el 90% de su superficie esté cubierta por un inmenso y profundo oceano, hace pensar que Aldebaran-4 guarda todavía muchos secretos. Los encuentros con ciertos animales y plantas resultan inquietantes, y la sensación general que transmite el ambiente se parece mucho a la que inspiraban los primeros episodios de la serie «Lost«.

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A lo largo de su vida, el autor ha tenido que huir de varios paises latinoamericanos a causa de golpes de estado y dictaduras. Esas tristes experiencias las refleja a la perfección en la serie. Aldebarán es un paraiso lleno de recursos naturales y escasa población humana. Sin embargo, poco a poco descubrimos que está gobernado por una dictadura tiránica que justifica sus acciones en la consecución de «el bien común». El reestablecimiento del contacto con la Tierra es visto por los opositores al régimen como la última esperanza de derrocar a los corruptos líderes de la colonia. Nuestros heroes, como no, se verán implicados en la lucha por el fin de la dictadura.

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Otro gran aliciente de «Aldebaran» es que, pese a su naturaleza de tebeo de aventuras, los personajes presentan caracterizaciones muy realistas, evolucionan sensiblemente según avanza la acción, y desarrollan intimas y complejas relaciones entre ellos. Leo consigue que empatizemos con ellos a un nivel poco común, sobre todo en los momentos de asombro, inquietud, impotencia y ternura. Tampoco faltan instantes cargados de sensualidad (y sexualidad) que fortalecen todavía más la dimensión humana de éstos maravillosos personajes.

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Poco más puedo decir de este gran cómic, solo que para mí se trató de una lectura adictiva como pocas y ya estoy esperando como agua de Mayo el siguiente ciclo de esta mega-aventura colonial, «Betelgeuse«. No se lo pierdan.

Enlace de interés: Web oficial de «Les Mondes d’Aldebaran» (francés)

Comics para los que no leen comics (II): Jeremiah

La situación editorial de «Jeremiah» mete un poco de miedo: La serie consta hasta el momento de 28 tomos. Los 16 primeros fueron editados hece mucho por Junior, están descatalogados y hoy en día escasean hasta en las tiendas de saldos. Actualmente Dolmen Editorial se hace cargo de su edición, retomando la serie desde el episodio 20 y publicando nuevas entregas de forma no contigua, para coincidir con reimpresiones europeas y así aprovechar la reducción de costes que supone una edición conjunta.

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Me imagino que se preguntarán ¿Cómo se puede recomendar una serie en semejante situación para introducirse en el mundo del cómic? ¿Además, no dijo usted en la intro de la sección que solo incluiría en ella obras autoconclusivas?. Sigan leyendo y lo entenderán.

«Jeremiah» tiene lugar en un contexto perfecta y escuetamente descrito en la primera página del primer album:

«Los conflictos raciales y religiosos fueron aumentando en intensidad y extensión, hasta que el gran champiñón atómico se encargo de poner a todo el mundo de acuerdo borrando de un plumazo las conquistas de la civilización: adiós a las ciudades, a las fábricas, a los medios de transporte… Todo volvió al punto de partida… a la ley del más fuerte.

Conocido el escenario, nos faltan los protagonistas, dos: Jeremiah, joven, inocente e idealista. Kurdy, perro viejo con demostrado interés por la juerga, las mujeres y, sobre todo, el dinero.

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Pues con esta información ya tienen suficiente para comenzar la lectura de la serie por cualquiera de sus tomos. Exceptuando una aventura doble, las historias son autoconclusivas, con referencias cruzadas entre ellas pero independientes, de forma que el lector ocasional pueda disfrutar de un álbum sin perderse, pero recompensando a los fans con detalles y guiños que dan cohesión al interesante universo de Jeremiah y Kurdy. De hecho, el orden de salida original de los álbumes no se corresponde con el orden cronológico de la historia.

«Jeremiah» es obra del belga Hermann Huppen, más conocido como Hermann (a secas). Puedo decir sin exagerar que los dibujantes capaces de igualarle a nivel de planificación, composición, diseño de interiores y recreación de parajes naturales pueden contarse con los dedos de una mano. La serie que nos ocupa supuso su estreno como autor completo, superando la prueba con creces.

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El post-apocalipsis que nos propone resulta tan ambiguo como los personajes que lo habitan. En su periplo por lo que una vez fueron los EEUU, el duo protagonista se cruzará con comunidades más o menos civilizadas, a veces devueltas a estados primitivos de conducta, otras bajo el influjo de sectas, lideres raciales o caciques que ostentan el poder económico o militar. En determinados capítulos, los detalles que revelan al lector la situación global de postguerra son tan sutiles que la historia puede situarse sin problemas en el “mundo real”. El grado de lucha por la supervivencia varía desde escapar de un grupo de caníbales hasta buscar trabajo. Hermann nos sitúa en un mundo que no por derruido deja de ser complejo y heterogeneo.

Las gentes del “Mundo Jeremiah” desconfían de los extraños, pero están dispuestos a acatar las normas de aquellos que proporcionen estabilidad a sus vidas, abstrayendose de la moralidad o intenciones de esos líderes…vamos, como la vida misma. Casi siempre el detonante de la acción es Kurdy, especialista en meterse en lios con tal de obtener beneficios de la situación. La relación entre ambos protagonistas constituye el alma de la serie, un auténtico tratado sobre la amistad forjada a base de choque de personalidades. Ni que decir tiene que la picaresca de Kurdy hace a éste el personaje preferido de la mayoría de lectores, a pesar de que, en el fondo se trate de un verdadero indeseable.

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No duden en visitar una librería especializada y pedir un “Jeremiah” cualquiera, les aseguro que querrán más.

Comics para los que no leen comics (I): «La Historia de mi Vida» de Robert Crumb

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En los últimos tiempos, contar la vida de uno se ha convertido en la materia preferida para ese tipo de cómic que apela a la sensibilidad, la introspección y aspira a elevar el nivel artístico del medio. Pero hace 30 años, un señor llamado Robert Crumb ya hacía esos tebeos, y al contrario de lo que mayoritariamente se produce ahora, necesitaba pocas páginas, no intentaba dar una imagen ultrasensible de su persona, y, sobre todo, contaba la verdad pura y dura, sin omitir nada, sin justificarse por sus errores y sin el más mínimo sentido del pudor.

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«La Historia de mi Vida» es es tercer volúmen de las obras completas de Crumb, que los de La Cúpula llevan compilando desde hace casi 20 años con gran éxito y sucesivas reediciones. El corpus principal del tomo lo componen varias historias autobiográficas y de opinión/reflexión. En la que da nombre al volumen, Crumb intenta autodefinirse a la vez que saca a relucir sus fetiches sexuales mediante una puesta en escena delirante. En «Gracias! Gracias!«, el autor deja de lado su vision negativa del mundo para reivindicar los pequeños placeres de la vida.

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«Denuncia» consiste en una imaginaria discusión entre Crumb y el magnate Donald Trump, erigiendose éste como representante de todo lo que el autor detesta de la humanidad. Tampoco faltan las muestras de amor hacia el blues y el jazz primigenios así como su tremendo sentimiento de repulsa hacia la música pop moderna en «¿Qué ha sido de esa bonita música de nuestros abuelos?«.

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Para completar el volumen, se incluyen historias de temática diversa, entre las que destaca la dedicada a la experiencia, llamémosle, religiosa de Philiph K. Dick, con textos extraidos de una entrevista al mítico escritor. La sensación de paranoia y pérdida de cordura que transmiten esas viñetas crea un fuerte vínculo entre la obra de ambos autores.

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Los tebeos de Crumb demuestran que no hace falta complicarse la vida en cuanto a narración gráfica para hacer un buen cómic. Su estilo es directo, sus ilustraciones transmiten perfectamente lo que quiere contar, y, sobre todo, cuenta muchas cosas interesantes, sin filtros, poniéndose en el picadero para que los lectores, observando sus grandezas y miserias, seamos conscientes de las nuestras. La corrección política y la obsesión por proyectar una imagen personal ajustada a los canones establecidos han conseguido que el individuo se convierta en prisionero de su propia coraza protectora, Crumb ni siquiera se ha construido una.

Comics para los que no leen comics (Intro)

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Casi todos los apasionados por el 9º Arte hemos intentado introducir a amistades y familia en este maravilloso mundo. Personalmente, pocas veces lo he logrado, ¡¡¡pero no me rindo!!!. Con el objetivo de añadir más adeptos a esta «secta» que tiene como templos a las librerías especializadas, escribiré una serie de posts (que raro) con comics recomendados para aquellos no familiarizados con este medio de expresión (no cuenta como «familiarizado» haber leido ocasionalmente cosas como «Mortadelo«, «El Jueves«, «Asterix«…).

Para empezar voy a listar mis criterios de selección:

  1. Historias autoconclusivas: Nada de cosas largas y en varios tomos, tampoco historias en formato comic-book. El lector medio está acostumbrado a manejar libros. Es más fácil entrar en el mundillo a través de material lo más parecido posible a una novela, con principio y final en un sólo volumen.
  2. Sin artificios narrativos «extremos»: El mismísimo Tim Burton dijo en más de una ocasión que no leía comics porque le resultaba dificil distinguir cual era la siguiente viñeta que tenía que mirar. A los que estamos acostumbrados nos parece trivial, pero no siempre es así. De la misma forma que resultaría dificil para cualquiera iniciarse en el cine con una película de Tarkovsky o David Lynch, es inútil recomendar comics con composiciones de página poco comunes, narraciones superpuestas… Hay por ahí cosas muy buenas formalmente sencillas.
  3. Dibujo claro y agradable a la vista: Un cómic, al contrario que una novela, entra por los ojos. Una vez introducido, el lector puede decantarse por estilos de dibujo que tienden a lo abstracto, al feismo… pero en un principio, el que rara vez haya cogido un tebeo, si no ve muy claro lo que esta dibujado en sus páginas, no se molestará en leer ni la primera.
  4. Evitar lo autorreferencial: Los lectores de comics habituales somos pocos, pero sabemos bastante sobre este medio de expresión. El nivel medio de conocimientos acerca de autores, narración gráfica, funcionamiento de la industria… es mayor en un aficionado al cómic que el de conocimientos cinéfilos en una persona que va al cine regularmente. Esto provoca que muchas obras sufran de esa dependencia: la fama «global» de Alan Moore hace que cada vez veamos más cómics «mágicos», muchos autores de superhéroes recurren sistemáticamente a la larga historia pasada de esos personajes como base para las suyas, cada poco aparecen series y artistas con homenajes muy explícitos a Jack Kirby… El nuevo lector no va a comprender muchas de esas cosas y por tanto no disfrutará plenamente de esas obras.

Proximamente. Mi primera recomendación…