Recuerdo bien un día que, teniendo yo seis o siete años, iba con mi madre por la calle y me topo con un cómic enterito (bueno, sin tapas) tirado en el suelo.
Llegué a casa más contento que un cuco. Pero la sorpresa total vino a la hora de leerlo. El tebeo no era de Spiderman, ni de los 4 Fantásticos, ni de la Patrulla-X , ¡Era de todos a la vez, y de otros tantos que no conocía!.
La historia, simple pero (infantilmente) efectiva: Un extraño ser Todopoderoso (de hecho, ése era su nombre) reunía a los mayores heroes de la Tierra (Marvel) y a los más peligrosos supervillanos para que se enfrentaran a muerte en un planeta construido ad hoc con sus ilimitados poderes. Como incentivo, les informa que el equipo ganador vería concedidos todos sus deseos. ¿Que niño tebeófilo no se derretiría con semejante planteamiento argumental?
En el primer número apenas daba tiempo a que el casting aterrizase en el planeta/campo de batalla. Por ello, reuní todas mis energías en hacerme con el resto de capítulos de la saga. A base de los (pocos) que tenía yo y los que me prestaban iba siguiendo más o menos la historia, que tenía su miga: Los héroes se pasaban el día preocupados por la existencia de una entidad tan poderosa. Por otra parte los villanos ya hacían las cuentas de la lechera para cuando ganaran la guerra, y Galactus, a lo suyo, pasando de todo y construyendo una máquina para consumir el planeta. Entre tanta tontería junta, había una mente preclara que apuntaba mucho más alto; el Dr. Muerte no se dejó llevar por lo jugoso del premio y concentró todos sus esfuerzos en algo mucho más apetecible: robar los poderes del Todopoderoso.
Entre los grandes momentos de esta superaventura podría destacar 3: El cambio de uniforme de Spiderman por el famoso simbionte alienígena; el Dr. Muerte quitándose la careta y sobre todo …¡El escudo del Capitán América destrozado!. Las «Secret Wars» fueron al Universo Marvel lo que la Mecánica Cuántica a la Física: las viejas reglas se rompían y lo aparentemente imposible podía ocurrir.
La conclusión de este drama teológico pop no se la voy a contar aquí (lean el tomo). Pero sí les voy a hablar de los oscuros objetivos detrás de su publicación: Resulta que Marvel y Mattel llegaron a un acuerdo para que la segunda sacara una linea de figuras de acción con los personajes de la primera. Para dar mayor entidad a este lanzamiento, se sacaron de la manga el tema de las guerras secretas. ¡Todo fue una artimaña publicitaria!. Y por supuesto, conmigo funcionó; poco a poco me hice con toda la colección de figuras, algún que otro vehículo, y la tremenda Doom Tower , la fortaleza de los malosos.
La serie pegó fuerte, tanto que tuvo continuación en «Secret Wars II«. Allí se contaba la llegada del Todopoderoso a la Tierra. Además de la miniserie, toda colección Marvel tuvo su tie-in con el evento. En España la cosa se publicó al viejo estilo: todo junto en una serie de 50 episodios. Los más memorables: el de «Daredevil» dónde el Todopoderoso le devolvía la visión a Matt Murdock; el de los 4F, en el que Johnny Storm se plantea dejar de ser la Antorcha Humana porque un fanboy se había quemado a lo bonzo para imitarle; y sobre todo, el cruce con Spiderman, dónde nuestro demiurgo favorito convierte en oro todo el Empire State. En este último, me impactó especialmente la actitud noblegilipollas de Peter Parker: mientras realizaba labores de rescate dentro del edificio, saca de una papelera (de oro) un block de notas (de oro), piensa cogerlo pues, la tia May iba retrasada en la hipoteca, y el block, técnicamente era basura, … ¡ Y el muy tontuno lo deja dónde estaba!
En fin… vista ahora, las serie fue una basurilla que sentó un pésimo precedente: los crossovers colectivos con multitud de tie-ins dan mucha pasta. Desde entonces cada año las grandes nos obsequian con al menos un producto de estas características, entorpeciendo el trabajo de buenos artistas que, llevando su serie como es debido, por imposición editorial tienen que meterla en el crossover con calzador.
Pues yo creo que «secret wars» fue un una gran serie, que lo equivocado es tratar la temática de superheroes con seriedad y con un carácter adulto.
El Doctor muerte, los cuatro fantásticos, etc, etc, son para chavales de 10 años, ¡no intentes arrebatárselos!
Curioso, el primer tebeo que recuerdo haber comprado fue el Secret Wars 4: una montaña encima de la Masa, y si cedía, ¡todos los héroes morirían aplastados! De todos modos, a mí lo que me flipó fue que las heroínas repartieran estopa tanto o más que los héroes (¿recordáis a Hulka enfrentándose solita a la Escuadra de Demolición?) Un bonito tebeo… para críos, eso sí.
Solo me leí los 4 o 5 primeros, el abandono de Mike Zeck y el darme cuenta de que era una mierda a pesar de tener 11 o 12 años fueron todo uno
Secret Wars II (edicion española) fue una de las primeras cosas que lei como adolescente en materia de comics. Un kiosko de revistas de cerca de mi casa (Buenos Aires, Argentina) tenia una pila con casi todos los numeros y como estaba aburrido comence a comprarlos. Entender Secret Wars II (con sus 40 y pico de numeros) sin haber leido mas que «Aventuras ineditas del cine y la TV: Spiderman y Hulk» era un desafio increible! Todos esos personajes raros! Quienes eran esos fulanos de «Alpha Flight»?! y esos X-Men jovenes que se llamaban «Nuevos Mutantes» ?!? Pero era increible…! Creo que mis mejores recuerdos son haber descubierto Secret Wars y Crisis. Visto desde hoy, casi 20 años despues, y habiendome leido casi todo lo publicado por DC y Marvel de los 70s hasta ahora extraño ese sentimiento de iniciarse en el comic, de tratar de entender quienes son todos esos personajes, de seguir una arco argumentar del que faltan numeros…
(Y las guerras secretas continuan!)
J.M.
Miguel: No. ¡Los superheroes son mios! ¡Ningún crio me los arrebatará! Ellos ya tienen los Pokemon…
Perse: Para mi, el gran evento en cuestión de superheroinas que produjo Secret Wars fue la incorporación de Hulka a los 4F en detrimento de la cosa. ¡Aquello si fue paridad!
Bruce: Yo era más joven todavía que tu, ni me di cuenta de que Zeck no dibujaba algunos números. Aun en manos del artista más chungo, ver a tanto supertipo junto era para mí impagable. Y ahora que lo pienso, Bob Layton realmente era el artista más chungo.
J.M.: Lo más desconcertante de las SWII era el cambio de comportamiento y de nivel intelectual del Todopoderoso en cada episodio. Como las historias estaban escritas por diferentes guionistas, a veces lo ponían como un niño grande que usaba la Tierra como campo de juegos particular, otras se revelaba a los heroes cual espíritu santo haciendoles comprender el sentido de la vida… esquizofrenia pura.
David: Si, era mas confuso. Mas si uno suponía que era el mismo titulo (dado que en España lo editaron como «maxiserie» junto con todos los crossovers). De todas formas siempre tendra una partecita en mi corazon SWII. (Idem Asgardian Wars)
J.M.