Marvel

Shandy Warhole

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Recuperando la buena costumbre de reseñar tumblrs con encanto, les insto a que se pasen por Shandy Warhole, donde su anónimo responsable cuelga simples pero fascinantes montajes caleidoscópicos hechos con Photoshop. En ellos se superponen ocultismo, fetichismo, ilustración científica antigua… y cómics de Marvel. Me encantan:

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Galician Delicatessens

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No es ningún secreto que los autores de cómic gallegos lo están pentando muy fuerte últimamente. La mano de tres de ellos está presente en otras tantas novedades lanzadas en las últimas semanas. Obras bastante significativas para sus autores, pues con ellas se han abierto nuevos caminos en sus respectivas trayectorias.

En primer lugar, David Rubín se estrena en la industria del cómic americano dibujando El Momento de Aurora West, el spin-off del  Battling Boy de Paul Pope.  Pese a su condición de encargo,  trabajando sobre guiones ajenos en un contexto de ficción preexistente, Rubín hace suyo una parte del universo de Pope, llevándolo a su terreno y consiguiendo establecer un contraste/complemento a lo mostrado en Battling Boy.

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Aurora y Battling Boy toman respectivamente los papeles de Batman y Superman dentro de este universo de dioses y monstruos, de maravillas y espanto. Pese a lo oscuro de ciertas situaciones, la arrolladora personalidad de la protagonista imprime a la historia un aura vitalista y aventurera que la hace apta para mayores y pequeños. En EEUU entró directamente en la lista de bestsellers del New York Times, esperemos que tenga igual suerte por aquí, pues se la merece.

A diferencia de Rubín, Emma Ríos acumula ya bastante currículum en los States, trabajando principalmente para Marvel. Allí ha aportado su granito de arena a ese nicho “indie” de títulos relativamente desconectados de la continuidad principal marvelita, mucho más libres e interesantes que las cabeceras superventas de la casa. Con todo, tengo la sensación de que Ríos ha estado un poco desaprovechada en Marvel, como si ese entorno editorial no fuese el idóneo para que ella pudiera soltar todo su poderío visual y narrativo. De todos modos, fue en Marvel dónde conoció a Kelly Sue Deconnik, y con ella se ha ido a Image a dibujar Bella Muerte, una serie de creación propia en la que realmente da el do de pecho.

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Aparte de su potente narrativa visual, quizá lo más interesante de Bella Muerte sea experimentar (¿por primera vez?) un género tan masculino como el western desde una óptica totalmente femenina. El que nos ocupa no es un western al uso, pero es que quienes lo desarrollan tampoco son el prototipo de autor de western. En Bella Muerte se dan cita referentes tan disjuntos como Sergio Leone y Neil Gaiman para componer un universo mágico y a la vez deandente, sucio y a la vez bello, delicado y a la vez brutal. Una auténtica rareza.

Curiosamente, Fran Bueno, el autor con más solera en el mercado americano de esta terna, es el que nos trae una novedad netamente gallega. Al compostelano se le dio por presentarse al Premio Castelao de Banda Deseñada… y se lo ha llevado.  No sé con qué competía, pero la verdad es que Catálogo Oneroso de Beleza Gratuíta es una obra digna de ser premiada, tanto por su buena factura como por su vocación experimental.

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Bueno establece una narrativa basada en viñetas a página completa (o fichas) desde las que va exponiendo su modo de ver la vida. Vale que a lo mejor la cosa le ha salido con un poco sobrada de azúcar en cuanto a mensaje, pero la belleza de las estampas que componen la obra, así como la sinceridad con la que se retrata su autor, ablandan a cualquiera. Esperemos que esta joyita disponga en breve de distribución a nivel nacional (de momento edita la Diputación de A Coruña) porque merece mucho la pena.

Image Comics: 1992-2012

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A estas alturas de año, supongo que todo aficionado al cómic americano que se precie se habrá enterado de que Image Comics está de aniversario. 20 tacos, nada menos.

En lo personal, la efeméride ha supuesto una auténtica sacudida emocional: Yo viví el nacimiento de Image ya como fanboy de pleno derecho, que compraba en librerías especializadas, leía la Comics Scene e intentaba sacar todo el partido que podía a mis (escasos) conocimientos del inglés para “descifrar” algún que otro comic-book de importación que caía en mis manos. En cierto modo, la historia de Image es un reflejo de la historia del tebeo mainstream americano desde que yo soy “consumidor informado” de ese producto, y no podía dejar de dedicarle unas líneas al asunto.

Los fundadores de Image

Los orígenes de Image fueron creativamente discretos: siete dibujantes hot que trabajaban para Marvel no se sentían económicamente valorados por la empresa y deciden fundar la suya propia. Asistidos “profesionalmente” por familiares y amigos en las labores de escritura y edición (mítico Brandon Choi!), sus esperadísimos lanzamientos consistieron básicamente en “versiones propias” de X-Men y/o material “grim and gritty” réplica de lo que ellos creían que hacían Alan Moore o Frank Miller. Horroroso en el sentido más peyorativo del término… pero picamos en masa y ellos cumplieron rápidamente su objetivo de llenarse los bolsillos. Con todo, he de romper una lanza por Erik Larsen y su “Savage Dragon”, la única de las cabeceras “fundacionales” con personalidad propia y hecha desde el corazón (el corazón de un friki, claro); aún hoy Larsen no se ha apeado del carro con casi 200 episodios de la serie a sus espaldas.

Los inicios de Image

Pocos meses después de la puesta en marcha de la compañía, el grueso de los miembros fundadores dejaron los bártulos de dibujo para controlar sus respectivos emporios desde los despachos. Dentro de la editorial madre surgieron subsellos donde subalternos de estilo clónico a Lee, Silvestri y Liefeld producían multitud de tebeos infumables que expandían los universos de ficción “creados” por sus jefes. Contra todo pronóstico, de semejante escenario salieron algunas cosas buenas: ciertos artistas, ahora respetados, tuvieron la libertad suficiente para forjar allí su personalidad gráfica; por otra parte, el déficit de guionistas de calidad que sufría la editorial unido a la inactividad de Alan Moore por enfado con Marvel y DC favoreció una improbable relación entre ambos que dio lugar a un puñado de buenos tebeos. Paralelamente a los movimientos de “los grandes”, la editorial iba acogiendo poco a poco proyectos más indies, como “The Maxx” o “Astro City”.

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Los años siguientes fueron económicamente turbulentos para Image y la industria del comic-book en general. Estalló la burbuja especulativa, Marvel entró en bancarrota y por diferente motivos, dos de los grandes pilares de la compañía como eran Rob Liefeld y Jim Lee abandonan el barco llevándose sus respectivos subsellos a otra parte. Los motores McFarlane Productions y Top Cow (Silvestri) seguían funcionando, pero la masa de títulos “autónomos” de autores (nuevos y consagrados) que elegían Image como editorial crecía y crecía. Surgió la paradoja: Image nació para que los autores se independizaran de las majors, pero en ese punto de su historia, se convirtió en la principal cantera de Marvel y DC. Ciertos autores de carácter emprendedor utilizaban sus creator owned series para llamar la atención y agenciarse una plaza dentro del staff creativo de los X-Men, Batman o lo que saliese… y desde que Quesada tomara las riendas de Marvel a principios de siglo XXI, renovando y reflotando la compañía,  las oportunidades se multiplicaron. Estar en Image “cundía”, pero no al mismo nivel que cundió a sus fundadores: podías hacerte un nombre en el mundillo del cómic, pero difícilmente ibas a hacerte rico montándote tu propia franquicia.

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El mundo da muchas vueltas, y el estatus editorial de Image comienza a cambiar según avanza el siglo. En 2003 un encumbradísimo Mark Millar, que lo estaba petando con sus excelentes Ultimates en Marvel, elige a Top Cow/Image para lanzar “Wanted”, el más potente de una batería de títulos de creación propia con los que inicia la marca Millarwold, totalmente orientada a generar franquicias explotables cinematográficamente; en poco más de tres años, “Wanted” se estrena en cines. Por otra parte, el ahora célebre Robert Kirkman, obtiene su promoción a Marvel con resultados bastante discretos: sus tebeos para la Casa de las Ideas no convencen demasiado, sin embargo sus series Image “Invincible” y sobre todo “The Walking Dead” crecen en popularidad, convenciendo a crítica y público. Mientras tanto, la masa de títulos indies sin pretensiones comerciales extratebeísticas aumentaba en cantidad, calidad y bizarrez: Mike Allred migra a Image su universo Madman; Joe Casey, fuera de la primera plana y económicamente liberado gracias a su condición de cocreador de Ben 10, da allí salida a sus experimentos tebeísticos, siempre acompañando de interesantes dibujantes de heterogéneos estilos; Brandon GrahamShaky Kane o James Stokoe contribuyen con material “raruno” que a nadie extrañaría ver editado por Fantagraphics.

Nadie prestó demasiada atención a los movimientos de Millar, pero el exitazo de la adaptación televisiva de “The Walking Dead” (en antena desde 2010) hizo cambiar de idea a más de uno respecto al tema de las franquicias viables. Un número cada vez mayor de autores asentadísimos (y respetadísimos) en el mainstream superheroico dan a conocer sus planes de “salida ordenada" de títulos importantes a los que han dedicado años para centrarse en proyectos propios: Ed Brubaker, Brian K. Vaughan, Brian Hitch, Grant Morrison han estrenado o están a punto de estrenar serie en Image.

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En 20 años, Image ha evolucionado de una Marvel tróspida para mayor gloria (pecuniaria) de sus fundadores a un espacio donde ebullición creativa y explotación económica  conviven en armonía. No hay mejor metáfora para entender la situación actual del la compañía que el (enésimo) relanzamiento de los Extreme Studios liefeldianos: el gran Rob! ha puesto un puñado de sus series “históricas” en manos de autores independientes para que hagan con ellas lo que les dé la gana… y la cosa está saliendo bastante bien en todos los aspectos.

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Para terminar, quiero dejar constancia que Image constituye como el 80% del material “de grapa” que consumo actualmente. En lo que a mi respecta, que sigan en esta línea. IMAGE VA BIEN.

Joe Rosas Remixed

KIRBY DOTS es un tumblr donde su anónimo dueño se dedica a colgar planchas o viñetas de comic-books pasadas por su particular set de filtrado photoshopero. Puro pop art de bajo coste.

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El caso es que viendo sus manipulaciones de color con tendencia a lo fosforito me doy cuenta de lo que se ha perdido con el advenimiento del coloreado infográfico. De justo antes de esa nueva era iniciada por Image Comics data el trabajo de Joe Rosas para los X-Men de Jim Lee. Podríamos decir que en esos tebeos se encuentra la cumbre de la técnica de coloreado e impresión “tradicionales” (entre comillas, pues la cosa estaba muy avanzada respecto a los primigenios años 30). Más limitada, menos cinematográfica, más multicolor, menos “tapadora” del dibujo y en término medio, bastante más orientada a lo narrativo. Un sabor que se va perdiendo con el establecimiento de nuevos maestros del photoshop narrativo (Laura Martin a la cabeza) y toda una cohorte de mediocres incapaces de sacar partido a las potentísimas herramientas de las que disponen.

En fin, les dejo unos ejemplos de Joe Rosas remezclado a-la KIRBY DOTS a ver si surge en ustedes la misma sensación:

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Actualización: Acabo de recordar que precisamente el número 1 de X-Men fue sometido a un proceso de recoloreado “más acorde con los tiempos” para su edición especial 20 aniversario. Un ejemplo perfecto de como han cambiado las sensibilidades cromáticas en la industria desde entonces. Saquen sus propias conclusiones (click sobre las imágenes para ampliar):

X-Men #1 - Page 14  X-Men - 20th Anniversary Edition - Page 15

Vanguardia Popular

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Este fin de semana, en una indeseable sesión de ordenación y limpieza, me encontré con el tomo de  Archivos X-Men (Forum) que recopilaba el primer arco argumental de la etapa Claremont/Sienkiewicz en “Los Nuevos Mutantes”. En el mismo momento fui consciente de lo  mucho que han cambiado las cosas en el mundo del cómic desde que ese material salió a la luz.

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Porque hoy, para publicar algo con un mínimo valor artístico se hacen imprescindibles la tapa dura, un precio de portada de dos cifras y unas fechas de entrega suficientemente holgadas. Sin embargo ahí estaba Sienkiewicz en 1984, acosado por la periodicidad mensual, entregando pura vanguardia para ser impresa en papel de bajísima calidad, intercalada con anuncios de golosinas y vendida en kioscos y supermercados por unos céntimos de dólar. Supongo que la situación actual será mejor para los autores, pero no me  podrán negar que aquello sí era épico.

Top30 (XXVI): X-Force/X-Statix

A principios de los dosmiles, la entrada de Joe Quesada como Editor in Chief en Marvel supuso una auténtica revolución para la editorial en particular y el cómic mainstream americano en general. La “Casa de las Ideas” no atravesaba su mejor momento, continuando una política editorial a todas luces agotada tanto en lo creativo como en lo económico: Franquicia mutante a la deriva y sin rentabilizar el éxito de la película; Spider-man dando tumbos entre interminables reseteos y/o nefastos eventos “impactantes” que no le dejaban levantar cabeza, y el resto de series saliendo un poco del pozo noventero al que habían sido arrojadas, pero aún sin la suficiente pegada.

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Quesada cambió todo a base de fuerza creativa renovada: Mezcló los mejores autores “de la casa” con gente de la esfera independiente y con habituales de DC/Vertigo, a los que arrastró a la competencia a golpe de talonario y promesas de libertad creativa en títulos punteros. Los resultados fueron dispares, pero el tiempo hace olvidar los fiascos y recordar los aciertos, que fueron espectaculares, y cambiaron el paradigma vigente en cuanto al modo de producir tebeos de superhéroes. Un puñado de títulos quedaron grabados en mi memoria subcultural, pero si tengo que quedarme con uno, como representante de esa nueva ola, sería el ”X-Force” de Peter Milligan y Mike Allred, y su continuación “X-Statix”.

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Para explicar la naturaleza de este título empecemos con los autores: Con Milligan y Allred se juntaron el hambre y las ganas de comer en cuanto obsesión por la cultura pop y el concepto de “fama”. Ya habían colaborado esporádicamente en alguna cosita, pero la que nos ocupa fue su gran obra conjunta, dónde sus universos se fusionaron para formar un todo que mejoraba a cada una de sus partes. El dominio de la imaginería pop por parte Allred unido a la capacidad de Milligan para captar el pulso de los tiempos dieron como resultado una obra disfrutable a varios niveles, llena de referencias a temas de actualidad y que se adelantó a su tiempo en esto de exponer el funcionamiento del star system, por dentro y por fuera, con sus grandezas y miserias.

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“X-Force” no era un título nuevo. Se trataba de una cabecera creada para gloria y lucimiento de Rob Liefeld diez años atrás, en plena era de los dibujantes hot. En una especie de metarreferencia al “nuevo orden” instaurado por Quesada, los autores ubicaron allí a sus nuevos personajes, que no tenían relación alguna con lo visto en los 115 números anteriores. La nueva “Fuerza-X” estaba compuesta por mutantes, pero no eran temidos ni odiados, sino que formaban parte del show business con todo lo que ello conlleva: merchandising, asesores de imagen, clubs de fans, acoso de la prensa… pero Milligan no se limita a clichés más o menos establecidos y hurga todo lo que puede en la herida de eso de “querer ser alguien” con una profundidad poco usual para la época: Nuestros “héroes”  padecían una obsesión enfermiza por ser “lo más”, no podían soportar que sus propios compañeros (incluso parejas) les superaran en popularidad.  Hasta aquellos que se alistaban por otras razones, como Orphan, acababan infectados con el virus-fama tras un tiempo en el equipo.  En un primer golpe de genialidad, el primer episodio presentaba a una serie de personajes, con su contexto vital, esbozando líneas de desarrollo futuro para los mismos, pero al final del capítulo… casi todos acababan muertos en una misión, siendo sus sustitutos y un par de supervivientes los verdaderos protagonistas del resto de la serie. A los lectores nos quedaba claro que allí los superhéroes, como sería lo lógico,  mueren fácilmente, y los (miles de) candidatos para sustituir vacantes lo saben, pero no les importa. ¿Puede existir una metáfora mejor para explicar lo que ocurre con Gran Hermano y otras telerrealidades, en las que los concursantes se exponen voluntariamente a sepultar toda  su vida anterior por cinco minutos de fama y un puñado de bolos en discotecas?

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Pese a la apariencia “liviana” y poppie del tebeo a primer golpe de vista, lo cierto es que allí se desarrollaba un contexto de  ultraviolencia, lujuria y tratamiento realista de las relaciones humanas poco compatible con el mítico sello censor “Comics Code Authority”. En una maniobra sin precedentes, Marvel prescinde del código, primero en este título y poco después en todos los demás, imponiendo su propia calificación por edades. Toda una revolución para el mainstream americano, subyugado a los dictados  del Code desde los años cincuenta. Diez años después (hace unos días, de hecho) la anquilosada DC Comics se ha atrevido a dar el paso, dejando este nefasto símbolo ”castrador” virtualmente muerto.

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El apartado gráfico resultó también un auténtico festín. Allred no se adocenó por el hecho de trabajar a sueldo para la “gran industria”, y dejó un buen montón de momentos alucinógenos, llenos  de experimentación y unos cuantos guiños al imaginario colectivo visual. Como no podía ser de otra forma, el artista fue incapaz de mantener el ritmo de entrega mensual y tuvo que dejar en manos de  terceros algún que otro episodio suelto, pero hasta en este impopular asunto el editor Axel Alonso dio en el clavo contratando a unos sustitutos de auténtico lujo: Duncan Fegredo, Darwin Cooke, Paul Pope… una sucesión de estrellas que casi hacían desear que a Allred se le echara el tiempo encima más a menudo.

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En fin, un tebeo de los que hacen época, tanto por su calidad como por lo que demostró: que las fronteras entre lo mainstream y lo alternativo pueden ser extremadamente finas y que ningún género es inherentemente malo para tratar según que temas, todo depende del talento que haya detrás para poner la cosa en marcha.

Anteriormente en Top30:
Intro (qué es Top30)
Ulises 31
Los 4 Fantásticos
Secret Wars
Transformers
Batman y los Outsiders
Batmanía
Dragon Ball
Darkseed
Parque Jurásico
John Byrne’s Next Men
Trilogía Nikopol
La fOntana y la sOnda
12 Monos
Pulp Fiction
Wipeout
Brut Comix
La Casta de los Metabarones
Ænima
Carretera Perdida
The Invisibles
Cosecha Cinematográfica del 99
La Caída
Los Soprano
La Pianista
South Park

X-Men Forever

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Allá a principios de los 90 los fans de la Patrulla-X sufrimos un duro golpe: Chris Claremont, el “Patriarca Mutante” abandonaba la cabecera tras 17 años escribiéndola de manera ininterrumpida, y además en uno de sus mejores momentos, con Jim Lee a los lápices. Paradójicamente fue la presencia del coreano lo que provocó la salida de Claremont al verse convertido cada vez más en un títere al servicio de Lee y otros dibujantes estrella “borrachos de poder” y empeñados en meter mano en los argumentos.

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Con el tiempo, Claremont ha hecho las paces con Marvel y vuelve de vez en cuando a escribir mutantes… con resultados entre discretos y nefastos. Sin embargo, su último regreso puede suponer una ruptura de esa tendencia. “X-Men Forever” retoma la cronología mutante justo donde Claremont lo había dejado, borrando de un plumazo las historias contadas en los últimos 3 lustros, para que el guionista pueda desarrollar las líneas argumentales  que tenía pensadas antes de su precipitada marcha, y ahora con toda la libertad creativa que desee, pues estas aventuras pertenecerían a un universo alternativo (¿Claremontverso?) no estando sujetas a la continuidad  “canónica”. Como aperitivo, en el primer episodio se carga nada menos que a Lobezno.

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Leído el primer arco argumental, la sensación que me ha dejado ha sido buena, dadas las circunstancias: Tom Grummet no es Jim Lee, el colorista parece querer homenajear a los primeros tiempos del coloreado infográfico con todos esos brillos y degradados, y los tebeos de superhéroes han evolucionado mucho desde 1991,  pero Claremont  pone más chicha en esos cinco números que en dos años de su etapa primigenia. Se ve que el miedo a la cancelación le hace pisar el acelerador para poder contar todo lo que le queda por contar. De momento no tiene mucho que temer: la serie está vendiendo bastante bien y casi todos los episodios han tenido que ser reimpresos. Nostalgia rules!!!

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En fin, que la propuesta me ha convencido y seguiré leyendo la serie  hasta que el arrebato nostálgico me abandone. Si fueron fans de los X-Men en esa época, les da pereza volver, pero tienen curiosidad por lo que Claremont está haciendo, les dejo los eventos más destacados ocurridos en la nueva/vieja serie hasta el momento, ocultos con botón de spoiler: show

Nuff Said!

Top30 (III): Secret Wars

Recuerdo bien un día que, teniendo yo seis o siete años, iba con mi madre por la calle y me topo con un cómic enterito (bueno, sin tapas) tirado en el suelo.

Llegué a casa más contento que un cuco. Pero la sorpresa total vino a la hora de leerlo. El tebeo no era de Spiderman, ni de los 4 Fantásticos, ni de la Patrulla-X , ¡Era de todos a la vez, y de otros tantos que no conocía!.

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La historia, simple pero (infantilmente) efectiva: Un extraño ser Todopoderoso (de hecho, ése era su nombre) reunía a los mayores heroes de la Tierra (Marvel) y a los más peligrosos supervillanos para que se enfrentaran a muerte en un planeta construido ad hoc con sus ilimitados poderes. Como incentivo, les informa que el equipo ganador vería concedidos todos sus deseos. ¿Que niño tebeófilo no se derretiría con semejante planteamiento argumental?

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En el primer número apenas daba tiempo a que el casting aterrizase en el planeta/campo de batalla. Por ello, reuní todas mis energías en hacerme con el resto de capítulos de la saga. A base de los (pocos) que tenía yo y los que me prestaban iba siguiendo más o menos la historia, que tenía su miga: Los héroes se pasaban el día preocupados por la existencia de una entidad tan poderosa. Por otra parte los villanos ya hacían las cuentas de la lechera para cuando ganaran la guerra, y Galactus, a lo suyo, pasando de todo y construyendo una máquina para consumir el planeta. Entre tanta tontería junta, había una mente preclara que apuntaba mucho más alto; el Dr. Muerte no se dejó llevar por lo jugoso del premio y concentró todos sus esfuerzos en algo mucho más apetecible: robar los poderes del Todopoderoso.

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Entre los grandes momentos de esta superaventura podría destacar 3: El cambio de uniforme de Spiderman por el famoso simbionte alienígena; el Dr. Muerte quitándose la careta y sobre todo …¡El escudo del Capitán América destrozado!. Las «Secret Wars» fueron al Universo Marvel lo que la Mecánica Cuántica a la Física: las viejas reglas se rompían y lo aparentemente imposible podía ocurrir.

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La conclusión de este drama teológico pop no se la voy a contar aquí (lean el tomo). Pero sí les voy a hablar de los oscuros objetivos detrás de su publicación: Resulta que Marvel y Mattel llegaron a un acuerdo para que la segunda sacara una linea de figuras de acción con los personajes de la primera. Para dar mayor entidad a este lanzamiento, se sacaron de la manga el tema de las guerras secretas. ¡Todo fue una artimaña publicitaria!. Y por supuesto, conmigo funcionó; poco a poco me hice con toda la colección de figuras, algún que otro vehículo, y la tremenda Doom Tower , la fortaleza de los malosos.

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La serie pegó fuerte, tanto que tuvo continuación en «Secret Wars II«. Allí se contaba la llegada del Todopoderoso a la Tierra. Además de la miniserie, toda colección Marvel tuvo su tie-in con el evento. En España la cosa se publicó al viejo estilo: todo junto en una serie de 50 episodios. Los más memorables: el de «Daredevil» dónde el Todopoderoso le devolvía la visión a Matt Murdock; el de los 4F, en el que Johnny Storm se plantea dejar de ser la Antorcha Humana porque un fanboy se había quemado a lo bonzo para imitarle; y sobre todo, el cruce con Spiderman, dónde nuestro demiurgo favorito convierte en oro todo el Empire State. En este último, me impactó especialmente la actitud noblegilipollas de Peter Parker: mientras realizaba labores de rescate dentro del edificio, saca de una papelera (de oro) un block de notas (de oro), piensa cogerlo pues, la tia May iba retrasada en la hipoteca, y el block, técnicamente era basura, … ¡ Y el muy tontuno lo deja dónde estaba!

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En fin… vista ahora, las serie fue una basurilla que sentó un pésimo precedente: los crossovers colectivos con multitud de tie-ins dan mucha pasta. Desde entonces cada año las grandes nos obsequian con al menos un producto de estas características, entorpeciendo el trabajo de buenos artistas que, llevando su serie como es debido, por imposición editorial tienen que meterla en el crossover con calzador.

Top30 (II): Los 4 Fantásticos

Mi inmersión en el mundo de Reed, Sue, Johnny y Ben fue escalonada y anacrónica. Conocí a la «Primera Familia» a traves de un tomito de Bruguera dedicado a Spiderman. Allí, nuestro arácnido favorito formaba equipo con Johnny Storm, la Antorcha Humana, refiriendose éste en repetidas ocasiones a sus tres compañeros. Hubo nuevos contactos: visionado de fragmentos de la serie de TV (muy pocos), lectura de tomos Bruguera en casas de familiares y amigos (época Thomas/Buscema)…, ya sabía de que iba la cosa, y cada vez me interesaba más.

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Pero lo que se llevó la palma fue un regalo sorpresa de mi abuela: un tomo en tapa dura de la editoral Montena titulado «El Vástago de los 4 Fantásticos«, que contenía nada menos que el Annual #6 de la serie americana. Stan Lee, ¡¡¡Jack Kirby!!!, la Zona Negativa, Anihilus, el nacimiento de Franklin, ¡Era la hostia!. Posiblemente en la corta historia de mi vida nunca había sido expuesto a tal derroche de imaginación. Enseguida compartí el mágico tebeo con mis amigos y todos quedaron prendados, los 4 Fantásticos serían los protagonistas de nuestros juegos durante una buena temporada. Por mi parte, el interés por esta superfamilia, el Universo Marvel y los cómics en general no desaparecerían jamás.

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Pero mi joven mente aún tuvo que sufrir un segundo y definitivo impacto: la magnífica etapa de John Byrne en la colección, editada aquí por Forum. Como venía siendo habitual, me llegó de manera dispersa y desordenada, pero cada vez que me hacía con un nuevo episodio, aquello era un festín. Gran parte de la mitología que Lee y Kirby concibieran para la serie fue descubierta por mi en versión Byrne: Dr. Muerte, los Inhumanos, ¡¡Galactus!!… el polémico autor era capaz de sacar jugo a los viejos personajes de manera nunca vista, así como de expandir ese fantástico universo con creaciones propias. Byrne nos sorprendia en cada episodio, ya fuera con heroes invitados, con aventuras individuales, cambios de formación (¡Viva Hulka!) o inesperados giros románticos (si, la Antorcha intentó robale la novia a la Cosa). Todos los personajes tuvieron su momento de gloria: Franklin, Herbie, Frankie Raye, John Byrne (imaginense) … hasta el mismísimo edificio Baxter protagonizó una historia!!!.

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Esta serie me hizo consciente por primera vez del concepto de «autoría». El gran B. tenía un estilo muy difente al «estandar Marvel» al que estaba acostumbrado. A partir de entonces, lo primero que miraba al abrir un tebeo con buena pinta, eran los creditos, tomando nota mental del nombre del dibujante.

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Será dificil que estas dos míticas etapas sean superadas algún día, pues gran parte de su magia radica en el desarrollo creativo a largo plazo. Lee y Kirby produjeron 103 episodios consecutivos, Byrne más de 60. Unas etapas tan buenas a la vez que largas no se olvidarán pase el tiempo que pase. Posteriormente, gente como Walt Simonson o el tándem Waid/Wieringo hicieron buenos trabajos pero su brevedad los pondrá siempre en un segundo plano respecto a los anteriormente comentados. Hace poco se anunció que Mark Millar y Bryan Hitch se harán cargo de la serie; por muy buena que sea su etapa, no le auguro más de 12 entregas (a salir irregularmente en un periodo de 2 años).

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Para terminar, quisiera dar mi opinión acerca de las películas. Soy consciente de que fueron pensadas cómo producto de entretenimiento familiar, y desde ese punto de vista no están mal. Lo que me parece mal es que hayan utilizado este enfoque con unos personajes y unas historias tan fundamentales en el desarrolo de la «Era Marvel» y el de los comics en general. Para entretener a los niños hay material de sobra al que echar mano en Marvel, pero la épica, la pasión, la mitología y la imaginación que derrocha esta serie son únicas. Con Punisher, el Motorista Fantasma o Daredevil que hagan lo que quieran, pero, sinceramente, los 4F deberían haber sido tratados al menos tan bien como se ha tratado a los X-Men, Batman, Superman o Hulk.

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P:D.: no se pierdan «Los 4 Fantásticos: El Fin» de Alan Davis. Oro puro

Enlaces de interés:

Galería de portadas originales de Fantastic Four
Kirby Museum
Website de John Byrne (material gráfico a go-go)

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