Top30 (IV): Transformers

No señores. Pese a la facilidad que tenía (tengo) de caer presa de los trejemanejes del marketing, no piqué con los Transformers. Los conocí via cómic, pero nunca me intersaron como figuras de acción. Eran demasiado deformes para jugar, en su diseño primaba lo transformable sobre lo lúdico, y por ello nunca me planteé pedir uno a los [spoiler] reyes/padres [fin de spoiler].

optimus-prime.jpg

Eso si, los comics me molaban a tope. Y a pesar de su carácter infantil, voy a decir en su defensa que, al menos los primeros episodios, poseían un tono “dark” poco común en un producto de sus características. Los Autobots eran temidos, odiados y perseguidos por una humanidad que no distinguía los robots buenos de los malos. Resultaba especialmente desagradable la Cortocircuitos, una tipa herida de gravedad por el malísimo Shockwave que, reconvertida a cyborg psycho-robot-killer, atacaba a los buenos con una rabia y odio inusitados.

issue1_cover.jpg issue5_cover.jpg

Precisamente la saga de Shockwave tenía mucha tela siniestra. A su llegada a la Tierra, destituye a Megatron como líder y deja KO a Optimus y todos sus subordinados, excepo Ratchet, el más debil de los Autobots, que se vería obligado a realizar un desigual pacto con Megatron para acabar con el todopoderoso nuevo lider Decepticon . La doble página que mostraba a los Autobots colgados cabeza abajo, con miembros amputados y perdiendo combustible a modo de sangre quedaría grabada para siempre en mi cerebro (a pesar de lo mal dibujada que estaba).

shockwave-triunfante.jpg

En la serie también había sitio para el cómic de autor (dentro de lo que cabe). Los episodios dedicados a un solo personaje resultaban memorables. Los mejores: ése en el que un raterillo del tres al cuarto encuentra a Megatron en forma de pistola, desmemoriado y dispuesto a recibir ordenes, que usaría para ascender en el mundo del hampa; o aquel otro donde Bumblebee se sentía inutil entre los Autobots, se marchaba y era “adoptado” por unos ladrones de coches que se aprovechaban de las imposibles capacidades de un Volkswagen Escarabajo para alcanzar velocidades absurdas.

issue13_cover.jpg issue16_cover.jpg

Por supuesto también me encantaba la serie de televisión, descubierta con posterioridad. Yo era muy de irme a la calle a jugar toda la tarde, pero aún así nunca me la perdía. Vista con perspectiva, era floja de narices, tanto en las historias como en los aspectos técnicos. Lo mejor: Starscream y sus planes rastreros para derrocar a Megatron. Con bastante posterioridad en el tiempo vi algo de las continuaciones japonesas, que le daban mil vueltas a la versión americana, pero como me perdía la mayoría de los episodios (mucho madrugón), no me enteraba de nada.

Por último mencionar el incalculable valor de esta serie para desarrollar el pensamiento surrealista en la infancia. Porque, la de rollos mentales que me montaba para autoconvencerme de que un robot gigante fuese capaz de transformarse en una pistola tamaño natural o ¡en un insecto!.