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Series de Verano

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Pensaba que este verano, con la “temporada alta” seriéfila terminada, podría disponer de una etapa de consumo audiovisual puramente cinéfilo, pero no pudo ser. Como quien no quiere la cosa, me encuentro enganchado a 4 estrenos televisivos veraniegos. Les cuento mi parecer sobre ellos:

 

Halt and catch fire (AMC; 8 episodios vistos)
Las intenciones de la cadena AMC con esta serie son claras: replicar el éxito de Mad Men recurriendo al binomio temático “década del siglo XX + área de actividad profesional significativa de dicha década”. En esta ocasión tocan los 80 y el boom de la informática doméstica.

No esperen encontrar alta densidad dramática aquí. Los personajes están bastante esterotipados y no se aprecia gran esfuerzo por mostrar las interioridades del negocio de forma realista (aunque eso también pasa en Mad Men, al parecer), pero la serie tiene su puntillo: el rollo motivacional neocón está muy bien llevado, así como la camaradería que va surgiendo entre los protagonistas según avanzan en su imposible gesta empresarial.

Sus datos de audiencia fueron malos desde el primer episodio. Al principio me importaba un pimiento que la renovaran o no, pero ahora me daría pena que todo se acabase con esta primera temporada.

Halt and catch Fire

 

The Leftovers (HBO; 4 episodios vistos)
A Damon Lindelof se le presenta una oportunidad de oro para redimirse de sus errores lostianos: nueva serie de misterio con high concept, pero esta vez bajo el amparo del artísticamente comprometido canal HBO. Por desgracia, parece que el problema de Lost no fue el haber sido emitida en un canal en abierto propiedad de Disney. Vistos 4 episodios de The Leftovers queda claro que ciertas taras vienen con el paquete Lindelof.

The Leftovers es puro flashback lostiano,  puro emo-cristianismo, con el handicap respecto a Lost de que en esta ocasión no hay pasajes isleños de misterio, inquietud y fascinación para compensar estos segmentos de puro bochorno narrativo. Debería dejar de verla YA, pero me puede el morbo; me puede el hecho de que algo tan estándar y conservador se haya infiltrado en HBO. Quiero ver hasta donde llega Lindelof con sus cositas.

Ah, y por decir algo bueno, la secta de fumadores con voto de silencio mola.

The Leftovers

 

The Strain (FX; 2 episodios vistos)
Del estreno de Guillermo Del Toro en la producción televisiva puedo decir, a bote pronto, que la factura del producto es impecable. El planteamiento estético y la fotografía son 100% Del Toro. The Strain podría pasar por spin-off de Blade II sin ningún complejo de inferioridad por su condición de serie de TV.

Respecto a la historia, me encantan sus ramalazos pulp y como está homenajeando a la magna obra de Bram Stoker. Por ahora no me quiero emocionar con ella porque cuenta con algún que otro cliché peligroso (ese prota ex-alcoholico saturado de trabajo y en proceso de divorcio…), pero las impresiones son buenas, muy buenas.

The Strain

 

Extant (CBS; 2 episodios vistos)
Todo en Extant daba mala espina a priori: producción de Spielberg (últimamente muy mal en TV) para una cadena en abierto protagonizada por una estrella de cine en horas bajas. Contra todo pronóstico la serie ha empezado francamente bien. Aunque la trama es un batiburrillo de conceptos ya vistos en grandes clásicos de la ciencia ficción, todo está suficientemente bien engarzado para generar cierta expectación acerca de como evolucionará la trama.

La mayor baza de la serie, sin duda, es su conexión con la maravillosa A.I. Inteligencia Artificial que Spielberg diera a luz en 2001 basándose en el trabajo previo de Stanley Kubrick. El tema “niño robot”, con todas sus implicaciones éticas y filosóficas esta siendo manejado de forma brillante.  Me atrevería a decir que si la cosa sigue por estos derroteros, Extant compartirá con Hannibal esa rara condición de serie en abierto digna de canal de pago.

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Iluminada

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Si buscan en la red información sobre la serie Iluminada (Enlightened), lo más seguro es que se acaben encontrando con esta gramaticalmente incorrecta sinopsis:

Amy Jellicoe (Laura Dern) es una importante ejecutiva auto-destructiva que un día tiene un ataque de pánico muy público en su lugar de trabajo. Después de tres meses de meditación en un centro de tratamiento en Hawaii, Amy regresa relajada y lista para recuperar las piezas de su vida y cambiar su mundo. Lo que incluye a su madre Helen (Diane Ladd) y a su ex-esposo Levi (Luke Wilson). Amy intentará entonces recorrer el camino que separa a quien es ella, quien quiere ser… y también lo que las personas están dispuestas a tolerar.

Basándome en esta y otras informaciones previas,  imaginaba la serie como una sátira gruesa y deliberadamente cáustica acerca del “Planeta Autoayuda”. Con esa idea en la cabeza, y con la única intención de descojonarme un poco con el tema , la empecé a ver. Enseguida me di cuenta que estaba muy equivocado.

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Iluminada se mueve en el ámbito de la sutileza y del hilar muy fino. Mike White (su co-creador y guionista) ha hecho un trabajo extraordinario a la hora de componer personajes contradictorios consigo mismos y atrapados en el mundo que  se han creado. Amy, la protagonista, es el caso más trabajado y evidente de todo esto, queriendo ser salvadora de todos cuando tendría más que suficiente con arreglar lo suyo, confundiendo ayuda desinteresada con autosatisfacción ególatra. Pero Amy no es la única, o dicho de otra manera, los tiros no van únicamente contra la flipada del la autoayuda, las terapias chorras y el rollito New Age. A todas luces, Amy está confundida, muy confundida, pero en su confusión se pregunta cosas que las personas que están a su alrededor ni se plantean.

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La clave de la serie es que Amy, pese a su cacao mental y sus desastrosos comportamientos, quiere cambiar; quiere salir del agujero que se ha cavado. Los demás, permanecen instalados en sus parcelas de soledad o en sus frágiles burbujas de éxito profesional, bailando al son del establishment. Según van avanzando los capítulos, nos damos cuenta que detrás de esa fachada de comedia estándar estéticamente naif (excelente diseño de producción) y aparentemente inocua se encuentra uno de los productos más combativos con el estado de las cosas que ha dado el audiovisual norteamericano en los últimos tiempos. Es antisistema en sentido amplio, porque el sistema no es solo la explotación económica y los modos hipercapitalistas, sino la superestructura mental en la que estamos inmersos.

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Aunque Iluminada finaliza con su trama más o menos cerrada, parece ser que dicho cierre se hizo de forma apresurada. Los creadores tenían en mente 3 temporadas, pero la baja audiencia impidió que podamos ver la última de ellas. Teniendo en cuenta que la serie fue emitida y producida por la HBO, menos pendiente de ese tipo de datos por ser un canal de pago, he de suponer que el rechazo del “cultivado” público de la cadena hacia el producto ha sido mayúsculo. De esto podemos inferir que o bien la serie era malísima, o bien el público no la ha comprendido, o bien esa audiencia potencial “chachi” ha rechazado la propuesta porque no le gusta sentirse cuestionada. Cada uno que saque sus propias conclusiones…

“Energía”

El uso popular del concepto de “energía” es un tema que me trae bastante loco. Entiendo que puede utilizarse correctamente en dos acepciones: bien como magnitud física o bien como recurso metafórico. Pero hemos llegado a un punto en que dichas opciones de uso se han fusionado para generar un monstruo semántico que vale para todo, que ofrece herramientas de sinrazón para respaldar argumentos absurdos. 

Parece que el genial Alberto González Vázquez (alias Querido Antonio) es consciente de dicha problemática y la ha llevado a su terreno en este descacharrante vídeo, estrenado ayer en Torres y Reyes. En nombre de la cordura (y el descojone), difundan la palabra!:

Citas Pop (XX): Génesis Oscura

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“Sed de poder. Sed de dinero. Celos. Todas las cosas que nos hacemos los unos a los otros. En última instancia todo está relacionado con el sexo. Pero el sexo produce bebés. Si miras a un bebé es la cosa más pura del mundo. La mejor. Totalmente inocente. ¿Cómo concilias eso?. Tanta perversidad en nombre de la creación de inocencia. ¿No te parece algo equivocado?”

El párrafo de arriba pertenece a la novela “Luther: El Origen”.  Lo pone Neil Cross en boca de John Luther, el ya célebre personaje televisivo interpretado por Idris Elba.  No se engañen respecto a esta precuela en prosa, no estamos hablando de un (sub)producto derivado al uso: Cross es el creador de “Luther”, guionista de todos los episodios de la serie, y lleva años escribiendo novela negra muy muy turbia. La que nos ocupa no es una excepción. Inmersión en el abismo asegurada. Avisados quedan.

Omar Little

Omar Little

Hace ya aproximadamente un mes que he terminado “The Wire”. Una experiencia adictiva y absorbente (¡cinco temporadas en tres semanas!) que me ha llevado a la misma conclusión que a la mayoría de los que la han visto: la serie es grande, muy grande. Con todo, veo exagerado eso de ponerla como la mejor serie de televisión de la historia sin oponente que le pueda hacer sombra a día de hoy; es muy buena, pero hay otras a su nivel. Quizás su estructura de “gran novela americana” proyecte sobre los espectadores una sensación de complejidad, profundidad  y verosimilitud nunca antes experimentada en televisión, pero el audiovisual y la narrativa escrita son medios muy diferentes con recursos estilísticos y narrativos muy diferentes que exigen criterios de evaluación muy diferentes. Por desgracia, todavía vivimos en una fase cultural en la que la literatura es considerada un arte superior al resto, y todo ha de valorarse tomando este medio (y las herramientas críticas asociadas al mismo) como máxima referencia.

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Un poco al hilo de estas cosas quisiera aludir al personaje de Omar Little, una especie de intrusión pop en el universo realista y ultradocumentado de “The Wire”. Robin Hood, héroe romántico, ángel vengador, espíritu indomable y “el mejor en lo que hace”;  todo eso es Omar. Para más inri, el personaje luce una cicatriz distintiva y, cual superhéroe, dispone de su particular uniforme de combate (gabardina + chaleco antibalas). Omar es una anomalía dentro del universo turbio y lleno de zonas grises de “The Wire”, sin embargo, paradójicamente, se ha erigido por aclamación popular como el símbolo/icono más recurrente a la hora de representar la serie.  Omar fascina a los espectadores, solo así se explica que su figura cope las portadas de los libros monográficos sobre la serie y sea protagonista de un buen número de memes y homenajes varios a lo largo y ancho de la red.

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No hay resistencia posible. El espectador medio de “The Wire”, aún congratulado ante el “verismo” y la complejidad sin parangón que le entregan David Simon y compañía, cae rendido ante el encanto pop de Omar… y eso dice algo acerca de “lo pop”.

Década 0, Cara B (III): Las Guerras Clon

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Posiblemente, la década de los 00 haya sido la más productiva y lucrativa para la franquicia Star Wars en sus más de 30 años de historia, pero también ha sido la década en la que la saga perdió su magia.

Padme y Anakin, cero feeling

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Seamos realistas, la trilogía original (La Sagrada Trilogía, como diría Kevin Smith) no fue ninguna obra maestra del cine, pero cautivó a varias generaciones de niños como no lo había hecho ninguna otra saga de ciencia ficción: su historia fundamentada en arquetipos heroicos, el carisma de sus personajes, los magníficos diseños de producción y los efectos visuales sin parangón nos atraparon de mala manera. La saga adquirió un status de “culto mainstream” inédito, en el que la nostalgia de lo vivido en la infancia jugaba un papel importante a la hora de valorar las pelis en el presente. La nueva trilogía que arranca en 1999 barre con toda esa aura mítica cultivada a lo largo de las décadas anteriores: mucha pirotecnia, poco carisma, mitos desmontados… y la terrible sensación de que la trilogía clásica tampoco era tan buena (vamos, que Jar Jar Binks no fue más que la versión actualizada de los Ewoks). Star Wars está ahora más cerca de franquicias como Transformers o Piratas del Caribe que de lo que era en los 80 y 90.

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Con todo, la actualización de la saga galáctica en los dosmiles trajo alguna que otra perla, como la microserie animada “Las Guerras Clon” (no confundir con el pestiño infográfico que se emite en la actualidad y desde hace un lustro), con el genio de la animación Genndy Tartakovsky como responsable creativo de la misma. Con una duración total de poco más de dos horas, fragmentada en capítulos de entre 5 y 15 minutos, la serie pretendía servir de puente entre los episodios cinematográficos II y III. Literalmente, material de relleno; pero Tartakovsky lo aprovechó para dar rienda suelta a sus ejercicios de estilo. La historia es casi nula, y totalmente intranscendente en cuanto a aportes al conjunto de la saga, simplemente se trata de un encadenado de batallas y duelos en los diferentes contextos y entre los principales personajes de las Guerras Clon, pero magníficamente narradas, planificadas y coreografiadas.

Tartakovsky utiliza y expande lo aprendido en “Samurai Jack”, su magnífico anterior proyecto, para mostrarnos a los jedis en acción como no habíamos podido ver hasta el momento, batiéndose en largas secuencias mudas de gran belleza expresionista, sirviéndose de encuadres y perspectivas poco comunes en los estéticamente clasicistas filmes de imagen real. Belleza basada en geometría y movimiento.

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Star Wars ahora: MAL. Aún así, su status de franquicia activa todavía puede justificarse si de vez en cuando salen de allí cositas como ésta.

Década 0, Cara B (Intro)

Los habituales del blog sabrán que el rollito nostálgico no es algo que se estile demasiado por aquí, más aún desde que di por finalizada la exitosa (dentro de los baremos minoritarios de éste espacio) sección Top30. Pues bien, me he dado cuenta que echo de menos eso de revisitar el pasado de vez en cuando, y he estado dándole vueltas a cómo orientar conceptualmente una nueva serie de posts retro. Creo que he dado con la clave.

Para llegar a “Década 0, Cara B” he tenido en cuenta las siguientes ideas que flotaban en mi cabeza:

  1. La primera década de los dosmiles ha pasado en un plis.
  2. Dicho periodo ha sido, más que ningún otro, de hipertrofia (sub)cultural: nunca antes ha salido tanto material ni hemos tenido tan “libre acceso” al mismo.
  3. Todo “caduca” y queda olvidado con mayor rapidez que antes.
  4. Por consiguiente, el canon (sub)cultural de los 00’ ha dejado fuera un montón de cosas que quizás mereciesen más atención de la que se les dio en su momento. Cuasi-ninguneadas por la avalancha de “buena mierda” que nutría las infinitas listas de “lo mejor de…” elaboradas cada fin de año, que al fin y al cabo, fueron las que establecieron dicho canon.

Conclusión: en un arrebato de nostalgia express, reseñaré material de la década 0 que a lo mejor no ha llamado demasiado la atención, pero al menos yo lo he disfrutado bastante en su momento. De paso, previo a la escritura del post correspondiente, revisitaré dichas obras para comprobar cómo ha pasado el tiempo sobre ellas desde el prisma de mi propia experiencia. 

Un vistazo a lo que viene:

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Beowulf

Citas Pop (XXVII): Pulsión de Muerte

Magic City - Polaroids Peligrosas

¿Sabes que me dan miedo las alturas? Ni siquiera puedo mirar por encima de la terraza de papá.

Mira, la verdad es que no es realmente miedo. Es diferente. Más raro, es como… excitación.

Aproximarse al borde, mirar abajo hacia el pavimento y sentir las mariposas en el estómago.

Quiero decir, en realidad tengo que dar un paso atrás porque  aún sabiendo que me mataré todavía siento el impulso de, ya sabes… saltar.

Así se autodefine el inevitablemente simpático  Stevie Evans en la serie “Magic City”. Un personaje 100% hard boiled en una serie que desde su primer episodio desprende atmósfera pulp, con gangsters histriónico-sanguinarios, mujeres fatales, prostitutas con pelucas rubio platino y políticos pervertidos en contraste con un contexto y  puesta en escena elegantes que inducen a pensar en ella como el enésimo exploit de “Mad Men”. Nada más lejos de la realidad.

Magic City

Una recomendación: Sigan de cerca los movimientos de la cadena Starz. Sus series hacen poco ruido, pero son muy buenas. Quizá poco comprendidas porque los caminos que sus responsables toman para alcanzar la excelencia se alejan bastante del (también excelente) estándar HBO.

Kimono-Sesentas

Allá por mediados de los 00’, en pleno apogeo occidental del cine oriental, recuerdo haber leído a un avispado crítico (no recuerdo quién ni dónde) haciendo referencia al término “cine de kimono”. Con esa nomenclatura pretendía englobar el subconjunto de películas chinas, coreanas y japonesas cuya popularidad por estos lares se debía más a su componente “exótico” que a otros valores cinematográficos. Por poner un ejemplo claro, fue el “componente kimono” el que convirtió a “Primavera, Verano, Otoño, Invierno… y Primavera” en la peli más exitosa de Kim Ki-duk en las salas españolas. Tiran más los monjes budistas y sus templos en escenarios paradisíacos que los entornos de “realismo sucio” de otros films del coreano.

Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera

Todo esto viene a cuento porque creo que en estos momentos, los espectadores de “Mad Men” estamos sufriendo un isomorfismo de ese efecto kimono. Desde la cuarta temporada, y de una manera mucho más acusada en la quinta (en curso), la serie está aligerando sus tramas y sus personajes en pos de convertirse en un escaparate de la estética 60s. Se ve que la popularidad de la serie se debe más a los modelitos de Joan, los capítulos de vacaciones de Don y las escenas de fiesta filo-hippie que a la superestructura machista, los despachos llenos de humo y la  ambigüedad existencialista reinantes en las primeras temporadas.

Mad Men Now (2)

Mad Men Now (3)

Vale que sigue siendo de lo mejorcito que se emite en TV a nivel mundial, pero actualmente la serie se ha alejado bastante de aquello que la hizo grande en sus inicios. Simplemente, ahora no se puede medir de igual a igual con otros tótems televisivos que, pese a evolucionar temporada tras temporada para limar asperezas con la audiencia, no perdieron peso específico en el proceso.

Queda dicho. 

 

P.D.: Hay que admitir que esta vena sesentera da agradables sorpresas de vez en cuando, como en el último capítulo emitido (S05E08) donde se hace un ingenioso juego metatextual con los derechos de las canciones de los Beatles, utilizando además “Tomorrow never knows”. Viendo a Don Draper haciéndola sonar en su  tocadiscos  nos damos cuenta de lo vanguardista que fue para la época.

The Beatles – "Tomorrow never knows"

Äkta Människor

Real Humans

No soy ningún experto en Suecia, pero por cultura general (y pop) sé que se trata de uno de los países más avanzados del mundo en cuanto a desarrollo del tan inalcanzable en estos tiempos “estado de bienestar”. Son conscientes, y posiblemente por ello, en la sociedad sueca existe cierto grado de hipersensibilidad hacia todo aquello que pueda amenazar su modo de vida y  su garantista  estado de derecho. Ahí tenemos, por poner dos ejemplos fáciles, el éxito de la trilogía  Millennium, sacando a flote el lado oscuro corrupto-misógino del país o el exceso de celo puesto en el caso Assange, al que la opinión pública sueca ha condenado de antemano,  seguramente valorando más el crimen del que se le acusa (acoso y violación menor) que las circunstancias e intereses que rodean al caso.

Ante semejante panorama, la serie “Äkta Människor” (internacionalmente “Real Humans”) presenta un altísimo interés sociológico-bizarro, pues en ella se trata el (todavía ficticio) “problema robótico” desde el punto de vista sueco, además orientado hacia una audiencia autóctona masiva, pues fue emitida en prime time por el primer canal de la SVT, la equivalente sueca a la BBC o a nuestra RTVE . En ella nos es mostrado un presente alternativo en el que los robots de apariencia humana comercialmente conocidos como Hubots triunfan como producto de uso doméstico e industrial. Pero este estado de bienestar sustentado por robots peligra por dos frentes: hubots que han obtenido (ilegalmente)  el don del libre albedrío y extremistas humanos que ven a los hubots como el principio del fin de la humanidad.

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Hasta aquí todo suena tópico, pero tan solo visionando el primer capítulo de la serie se puede apreciar su  peculiar enfoque. En ella se mezclan lo naif, lo cómico y lo siniestro en originales formas. Como si de una serie española se tratase, hay una línea argumental y unos personajes pensados para cada segmento de público: El anciano con problemas con su estricta hubot geriátrica, la madre trabajadora que tiene que dejar en manos de su asistenta robot el cuidado de su hija pequeña, el hijo adolescente rondando por allí con las hormonas revolucionadas y tremendas tentaciones hacia una hermosa muñeca que no se va a quejar si quiere hacer uso ilícito de ella, un currante que ve su vida venirse abajo por la incursión de los hubots en su entorno familiar y laboral, su mujer insatisfecha tirado de entrenador personal sintético para saciar sus apetitos sexuales… Pero a diferencia de lo que pasa en las series patrias multitarget , en ésta las tramas no toman por tonto al espectador, están llenas de dilemas y ambigüedad, de forma que no posicionan a los personajes como buenos y malos sino como gente con sus circunstancias. Además, dichas líneas argumentales se entrecruzan formando un todo coherente que da una buena visión de conjunto del tema tratado.

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A destacar también el acabado estético de la serie, con una puesta en escena en colores pastel y un excelente (y malrrollero) trabajo de maquillaje que nos hace dudar si los hubots están interpretados por actores (gran trabajo el suyo también) o fueron creados con lo último en efectos visuales animatrónicos. Ese ambiente kisch contrasta con la profundidad de la serie en lo psicológico y lo sociológico. Realmente, los hubots son una herramienta narrativa para evidenciar nuestras necesidades y carencias. Las conclusiones son claras: Demandamos una atención continua que no tenemos. Más que amigos o pareja, queremos seres vivos “cosificados” que no nos lleven la contraria y nos den el parabién en todo. Ahí están los dueños de mascotas y los viejos verdes “capturados” por jovencitas con segundos intereses para demostrarlo.