Durante el proceso de confección de mi Top30 tuve que tomar varias decisiones difíciles, y sin duda, una de ellas fue la de no incluir allí la rompedora serie de animación “Aeon Flux”, emitida por la MTV en el mítico contendor Liquid TV, con el animador coreano Peter Chung como principal responsable. La mezcla de surrealismo (del bueno), acrobacias, animación de perspectiva alucinógena y un puntito sexualmente perverso convirtieron a la serie en algo realmente único e irrepetible hasta nuestros días, a casi 20 años de su estreno.
Pero sería injusto hablar de las excelencias de “Aeon Flux” sin mencionar a Drew Neumann, el encargado de la música y el diseño de sonido de la serie. Si ésta fue revolucionaria en lo visual, el apartado sonoro no le va a la zaga. Neumann realizó su fantástico trabajo en base a 3 pilares: tridimensionalización del sonido, técnicas de musique discrète y partituras de cortes abruptos. Visto un capítulo, su cerebro jamás podrá separar el concepto de “Aeon Flux” de su música.
Drew Neumann – Aeon Flux Intro
Drew Neumann – "Phobia Suite"
En el año 97, bajo el título “Eye Spy – Ears Only: Confidential”, Neumann publicó la banda sonora de la serie, más algunos mixes extras, así como material para el videojuego que finalmente no salió a la luz. Por problemas de derechos no se pudo utilizar la marca Aeon Flux para el título del disco, pero Peter Chung se prestó a ilustrar la portada. Pueden descargarlo aquí (mientras dure) o comprar la reedición con un cd adicional en la web de Neumann.
10. Misfits T3 La marcha de Nathan y alguna que otra decisión creativa han hecho algo de mella en la calidad de la serie. Aún así, sigue estando muy bien y ha dejado varios capítulos memorables.
9. Superjail! T2 La deriva psicótica hecha dibujo animado. Menos mal que los capítulos duran solo 10 minutos, porque un tiempo de exposición mayor puede dejar secuelas irreparables.
8. Homeland T1 Dos protagonistas “tocados del ala” contendiendo en un juego psico-paranoico-intelectual. Te deja clavado al asiento. Claire Danes encontrando el norte interpretativo.
7. Museo Coconut T2 Mejorando respecto a la 1ª temporada, que ya es decir. Jaime Walter, grande. El sketch de la croqueta, clásico instantáneo.
6. South Park T15 ¿Qué decir que no haya dicho ya? Genial, como de costumbre.
5. Boardwalk Empire T2 Nucky vs. Jimmy. Atlantic City en su hora más oscura. De lo mejorcito que ha dado la HBO a lo largo de su historia, y eso es decir mucho.
4. Luther T2 Cojan “El Caballero Oscuro”, sustituyan Gotham City por Londres, olvídense de justicieros enmascarados y metan de protagonista a un poli “more human than human”. Excelentes resultados.
3. The Shadow Line Esto va sobre mantener el status quo. Si no se quieren deprimir, no la vean.
2. Boss T1 La política como nunca la habían visto en televisión. Brutal y despiadada. La serie revelación del año.
1. Breaking Bad T4 Definitivamente el abismo le ha devuelto la mirada a Walter White, con creces. Casting, personajes, estilo visual, tragedia, comedia (negrísima), profundidad psicológica, acción, tensión narrativa: “Breaking Bad”, la serie que lo tiene TODO.
Dejemos las cosas claras desde el principio: No considero a “Lost” como una de las mejores series de la historia, de hecho no entraría ni en mi top 20 personal. Esto es así fundamentalmente por dos razones: es tramposa y es emo. Tramposa porque su estructura narrativa atendía a un único objetivo: dejar al espectador con unas ganas locas de ver el siguiente episodio. Emo porque sus personajes se movían en un universo psicológico de segunda, basado fundamentalmente en (cristianísimos) procesos de culpa-redención y en lloreras por el muerto de turno. Estas dos nefastas cualidades se hicieron más evidentes que nunca en el final de la serie, azucarado a niveles de coma diabético y sin respuesta a los misterios-cebo que los guionistas diseminaran a lo largo de las 6 temporadas.“Lost” no fue la mejor serie del mundo. Pero fue mucho más que una serie, y por eso corona con honores el proyecto Top30. Ante todo, “Lost” fue un fenómeno sociocultural que revolucionó la esfera seriéfila en todas sus vertientes.
A nivel de producción estrechó distancias con el cine, arrancando con un episodio piloto de presupuesto record y manteniendo como pudo la apariencia cinematográfica en las siguientes entregas. Ese golpe sobre la mesa contra el cartón-piedra sentó precedente en la televisión en abierto (los canales de pago siempre fueron palabras mayores), y cada nueva serie que pretendía “cortar la pana” en la temporada de turno subía un poco el listón, hasta el paradójico punto de que a la propia “Lost” se le acusó de cutre en su última temporada.
Los míticos y caros primeros minutos de “Lost”
En lo que respecta al casting, rompió barreras étnicas y estéticas con un plantel de actores fuera del modelo caucásico-apolineo-plastificado imperante. La medida imprimió (mucho) carácter a la serie y también fue trasvasada con éxito a otras producciones posteriores. El aspecto físico, la edad y la raza fuera del canon fueron desde “Lost” menos impedimento para que un personaje alcance un alto grado de popularidad. Ahí tenemos a Hugo Reyes, Hiro Nakamura o Walter Bishop.
Igualmente revolucionaria resultó la estructura argumental y narrativa de la serie dentro del contexto comercial en el que fue emitida: mezcla de géneros, flashbacks, flashforwards y sobre todo la absoluta supresión del procedimentalismo imperante por aquel entonces para todo producto televisivo relacionado con la ciencia ficción y la fantasía. Porque recordemos que hasta la mitiquísima “Expediente X” era procedimental en el 80% de sus capítulos. “Lost” fue pensada para el seguidor hardcore, no para el advenedizo que pudiese enganchar en un capítulo cualquiera y empezar a seguirla desde ese punto. O la ves (vives) desde el principio o nada.
Pero si hay que escoger el “un antes y un después” más importante que estableció “Lost” tenemos que mirar hacia los que la consumimos. Alrededor de la serie se formó un fenómeno fan overground y transnacional, con adeptos que dejamos de esperar por su emisión en los canales de TV de nuestros respectivos países pasándonos al religioso ritual de la descarga vía P2P del capítulo de la semana, disponible a los pocos minutos de finalizar de su emisión en EEUU (los subtítulos tardaban unas horitas de nada). Nunca antes se hizo así, y nunca después dejó de hacerse, porque seamos realistas, desde “Lost” las series se ven fundamentalmente “por internet”. Resultaba fascinante eso de discutir (y escuchar discutir) en aulas, bares y colas de supermercado sobre la escotilla, los números, DHARMA, Los Otros, el humo negro, Jacob, la estatua de cuatro dedos y tantas otras cosas siendo conscientes de que lo hacíamos a la vez que nuestros homólogos en todas las esquinas de la Tierra, y meses antes de que nada de eso se hubiese visto en las (fracasadas) emisiones nacionales de la serie. Y lo mejor de todo es que por primera vez existía un producto cultural sobre el que los frikis y los no frikis podían compartir intensas conversaciones, porque la transversalidad del target de “Lost” fue también lo nunca visto.
Pero ¿Qué cualidades de esta serie provocaron semejante movimiento tecno-social subterraneo? Pues nada menos que su carácter tramposo y emo. Todos caímos en las trampas, pero que nos quiten lo bailao, nos lo pasamos de puta madre fantaseando sobre lo que estaba por venir y agonizando por el siguiente capítulo, que por supuesto debíamos inyectárnoslo en vena tan pronto estuviese disponible, o sea recurriendo al P2P. En cuanto a lo emo, sirvió de contrapunto a las partes fantastique más hardcore de la serie, suavizando el conjunto y haciéndolo accesible a un espectro mucho más amplio de público.
“Lost”, la serie, no está a la altura de “Los Soprano”, ni de “Mad Men”, ni de“Breaking Bad”, ni de tantas otras . Pero como experiencia integral de consumo de ficción, nada estuvo (y difícilmente estará) a la altura de “Lost”.
Pd: Este post está dedicado a la gente de Lostzilla, sin la cual la “Experiencia Lost” no hubiera sido lo mismo.
Magistral la forma de definir un personaje en una secuencia de menos de minuto y medio como han hecho los responsables de “Homeland” en los títulos de crédito de la serie. La naturaleza luchadora a la vez que psicótico-paranoica de Carrie Mathison (interpretada por Claire Danes) queda perfectamente reflejada a través de una yuxtaposición de imágenes y audios que parecen arrancados de su (ficticio) subconsciente.
A mala hora me puse a ver el episodio piloto de “Terra Nova”, justo un día después del re-visionado de “El Nuevo Mundo”. Desde un planteamiento contextual muy diferente, ambos productos comparten el tema base del pionero frente al territorio inexplorado. Un asunto fascinante abordado magistralmente en el film de Malick y resuelto de forma chapucera en la superproducción televisiva apadrinada por Spielberg.
El nuevo mundo de “El Nuevo Mundo” (valga la redundancia) es bello a la vez que misterioso. Su quietud e inmensidad nos son mostradas en todo su esplendor, de tal manera que, hasta cierto punto, podemos ponernos en la piel de esos peregrinos irlandeses recién llegados a una tierra que les puede dar todo pero encierra el peligro de lo desconocido. Malick y su director de fotografía Emmanuel Lubezki consiguen tal efecto en base a una filmación totalmente naturalista: emplazamientos reales, luz natural, buscando registrar la realidad tal y como lo hace el ojo humano. Esta filosofía combinada con un sublime trabajo de composición y planificación produce la magia de convertir una pradera de hierba alta en un paraje más alienígena que la superficie de marte.
¿Qué nos ofrece “Terra Nova”? Pioneros que escapan de un futuro desolado por la contaminación refugiándose 85 millones de años en el pasado. Un nuevo-viejo mundo que descubrir, no corrompido por el hombre… y lleno de dinosaurios. Un planteamiento fantacientífico que puede dar mucho de si, pero ya de entrada, las pésimas soluciones visuales escogidas para representar ese mundo perdido cortan de cuajo las posibilidades de la serie: Gama cromática hiperrealista (en el sentido más baudrillardiano del término), escenarios forestales “atrezzados”, planos panorámicos digitales (dignos de videojuego), planificación puramente funcional… En resumen, un territorio virgen con aspecto de parque temático. Así no se llega a ninguna parte.
Peor que la escasez de medios es un dimensionamiento de la producción por encima de los medios de los que se dispone. A muchísimas series de TV les pasa eso y así les va. Sin embargo, producciones cinematográficas de presupuesto medio/bajo como “El Nuevo Mundo” pueden lucir perfectas, imposibles de mejorar con más dinero. Si una producción audiovisual falla en este aspecto, puede darse por perdida.
Este año chupé bastante serie, así que me veo capaz de confeccionar, si no un top 10, si un top 6 más notas adicionales. Allá va:
Top 6
6. Futurama T6 Que bien le sentó a la serie la resurrección en un canal más atrevido que la Fox, como es Comedy Central. Las deficiencias en los últimos tiempos de su “vida anterior” han sido erradicadas y sustituidas con buenas dosis de genialidad geek.
5. Ugly Americans T1 La revelación animada de la temporada. Buenísima y sorprendente tanto a nivel de guiones como en lo visual.
4. South Park T14 Trey Parker y Matt Stone siguen sin defraudar 14 años después. Todo un logro… Y el episodio 200, genial.
3. Mad Men T4 Quizá el boom de popularidad de sus últimos tiempos la haya “aligerado” un poco respecto a las primeras temporadas, con ciertos puntitos de efectismo en los guiones y mas dosis de culebrón. Aún así, sigue manteniendo un listón altísimo.
2. Boardwalk Empire T1 El Mejor estreno del año, con unas dosis de calidad que, desde ya, la hacen subir al podio de lo mejorcito que dio la HBO a lo largo de su historia. Increíble el cuidadísimo tratamiento de tal cantidad de personajes, con un Nucky Thompson que ya puede tratar de tú a tú a Tony Soprano o a Don Draper.
1. Breaking Bad T3 Devoré las tres temporadas en poco menos que dos semanas. Mi descubrimiento del año: adictiva sin ser efectista, durísima a la vez que descojonante, y con un un tratamiento visual buenísimo que además no resulta una copia descarada de algo ya visto en cine, como suele pasar con las series de TV “bien hechas”.
También me gustaron: Rubicon T1: Pena de cancelación, el primer traspiés de la AMC Museo Coconut T1: Grandes también en formato sitcom. Enjuto Mojamuto T1: Enjuto sobrevive hasta en el bosque. Fringe T3: Esto mejora año tras año. Sherlock T1: Ingeniosa puesta al día del clásico.
Decepciones:
Lost T6: Las últimas temporadas de “Lost” estaban ya concebidas solo para fans hardcore. ¿Como es posible, con ese panorama, que nos la metieran doblada con un final tan tan emo y echando balones fuera en cuanto a los misterios sembrados a lo largo de las cinco temporadas anteriores?
Sons of Anarchy T3: En la segunda temporada ya se atisbaba cierta pérdida de norte, pero lo de ésta fue de juzgado de guardia. Una pena, porque la temporada inicial fue excelente. Y lo peor es que con tanto desaguisado, solo unas “Crisis” a-la DC podrían devolver todo a su cauce.
The Walking Dead T1: Acepto que la serie no podía ser igual que el cómic, pero tenía esperanzas en que mantuviese su espíritu. Nada de eso: Darabont y cia. convirtieron a la serie en un “Lost” de segunda cuyo único valor como serie-de-cadena-de-pago-más-adulta es el nivel de casquería por encima de la media.
Reivindicar “South Park” en este blog es un acto de pura redundancia, pero precisamente por lo mucho que me gusta la serie tengo que meterla en este Top30 que ya va en la recta final de mi cronología subcultural.
Les dejo pues, un resumen en epígrafes que explican por qué considero la obra magna de Trey Parker y Matt Stone la mejor serie “adulta” de todos los tiempos:
Idas de olla altamente sensatas: “South Park” es conocida popularmente por su humor bruto, lleno de tacos, violencia y (supuesta) falta de respeto hacia personajes y colectivos, pero eso solo es una fachada a la verdadera esencia de la serie. Detrás de todas las “atrocidades” que ocurren en cada capítulo, Parker y Stone consiguen extraer una moraleja de una lucidez descomunal, de lo más sensato que se puede ver en televisión. No tengo la menor duda de que siguiendo la filosofía southparkiana, el mundo sería mucho, mucho mejor. El caso de las viñetas de Mahoma, la polarización radical Obama/McCain, la obsesión consumista hacia ciertos productos, la doble moral de Disney, la incomodidad post 11-S en los aeropuertos, la transexualidad… todo esto y mucho más se analiza en la serie con un rigor que ya quisieran muchos programas de actualidad serios.
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Rabiosa actualidad: Desconozco la mecánica de trabajo practicada por los responsables de “South Park”, pero solo la puedo calificar de impresionante en cuanto a velocidad de respuesta a la actualidad. Son capaces de reaccionar ante eventos ocurridos tan solo un día antes de la emisión del capítulo. Consiguen dar a una producción animada la inmediatez de una viñeta de prensa, y eso no es nada fácil. Por ello, “South Park” siempre estará al pie del cañón, exponiendo su lúcida versión de la realidad tan rápido como lo puede hacer cualquier medio de comunicación de su misma periodicidad.
Filosofía Blockbuster: Si uno es fan de los blockbusters cinematográficos, su serie es “South Park”. Un buen número de sus episodios son auténticas joyas del género condensadas en 20 minutos. Parker y Stone comprenden a la perfección los mecanismos de esas películas revientataquillas y los utilizan para dar salida a sus delirantes argumentos. Así, convirtieron la elección de Obama en un elaborado plan a-la “Ocean’s 11” para robar un superdiamante, a la PSP en un instrumento puesto en la Tierra por los dioses para elegir al nuevo mesías o a “Grandes Esperanzas” de Dickens en un relato de ciencia ficción con ingeniería genética de por medio.
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Surrealismo desbocado: En los últimos tiempos, el adjetivo “surrealista” ha sido utilizado indiscriminadamente para designar a productos de la cultura pop que no merecían tal calificativo en absoluto. Se habla de surrealismo en los productos Pixar, en “Los Simpson”, o en (válgame Dios) “Friends”, pero en “South Park” podemos encontrarlo en su forma más pura: Kenny muriendo en cada episodio, la imaginación destruida por misiles, las multitudes huyendo despavoridas del Cambio Climático… lo concreto se convierte en abstracto, lo abstracto en concreto, la continuidad narrativa espacio-temporal desaparece, y lo fantástico irrumpe repentinamente sin llamar demasiado la atención de los personajes. Sin embargo, todo parece tener sentido, porque todo se mueve en la lógica de la metáfora, construyendo una realidad más real que la realidad misma. Superrealidad. Surrealismo.
South Park Forever !!!: Pasan las temporadas, ya van 14, con muchos episodios brillantes y otros no tan brillantes, pero nunca bajando el nivel, sino que mejorando con el paso de los años. Esa serie que se hizo popular por su humor basto, y precisamente por ello muchos nos la imaginábamos como flor de un día, se acabó convirtiendo en la que mejor resistió el paso del tiempo… Porque incluso “Los Simpson” en su temporada 14 ya era una serie zombie. Ojalá que dure muchos años más a ese nivel, y que cuando acabe no sea por baja audiencia, sino (al estilo Gran Wyoming) porque toque alguna fibra suficientemente sensible a alguien suficientemente poderoso como para acabar con ella, dando así un final digno y mítico a uno de los mejores productos audiovisuales de la historia de la cultura pop.
Se dice que con “Los Soprano” comenzó la era dorada de las series de TV en EEUU. Su valiosísima combinación calidad/popularidad hizo posible que las cadenas se atrevieran a ir un poco “más allá” con sus productos. “Six Feet Under”, “The Wire”, “Deadwood”,”Sons of Anarchy” y tantas otras deben en parte su existencia al camino abierto por esta obra magna creada por David Chase.
No voy a enumerar aquí las excelencias de la serie porque ya lo hice anteriormente en dos post (parte 1, parte 2) a los que les remito. Solo decir que, a falta de visionar aún mucho (supuesto) buen material, sólo he encontrado una serie que realmente pueda poner a la altura de la que nos ocupa, la magnífica “Mad Men”, a la que recomiendo echen un ojo.
Dibujos animados brutos hay muchos, pero lo de “Superjail!” sobrepasa el límite de la demencia. Gran parte de la culpa la tienen esas secuencias de violencia sin sentido que provocan una sobrecarga sensorial cuasi-epiléptica. Aquí un ejemplo:
La intro de programa de TV y el tráiler, dos miniproductos audiovisuales cuyas funciones oscilan entre la propaganda, la imagen de marca y el puro relleno. No por ello muchas de estas piezas dejan de rebosar genialidad. Hoy he visto dos muy buenas:
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La intro, la del programa “De buena ley” (juicios populares televisados, ya saben). Esas personas de la calle representadas como minúsculas figuritas, rodeadas por sobredimensionados objetos, símbolos de aquello que rige nuestras vidas y nos subyuga. Solo falta una mano gigantesca manejando las figuras (¿Dios?) para definir completamente la dimensión mítica del corto.
El tráiler, el que promociona “The Social Network”, la nueva de David Fincher, a estrenar en otoño. En ella se cuenta el siniestro origen de Facebook, esa pieza de software que demuestra que una idea realmente puede cambiar el mundo. Si de algo ha sido impulsora esta red social es de la hiperemotividad de todo a cien que podemos ver a diario en los “muros” de millones de abonados al invento. Los publicistas han utilizado esa poderosa arma (cover de “Creep” mediante) para crear empatía con el usuario medio de Facebook en los primeros 30 segundos de la pieza, y después mostrarnos la naturaleza de los “men behind the curtain”, los demiurgos que están forjando esta nueva sociedad, con sus juicios, sus envidias y sus millones. Más mito.
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