“Todas las fantasías paranoides, todas las teorías de la conspiración, todos los supuestos encubrimientos y engaños del gobierno, todas las historias de los diarios sensacionalistas que hayas oído…
TODO ES CIERTO”
Las líneas de arriba fueron utilizadas para publicitar la serie de cómic “The Invisibles”, escrita e ideada por Grant Morrison y editada por Vertigo (DC) entre 1994 y 2000. Con semejante premisa y tales fechas de publicación, a más de uno le vendrá a la cabeza otra mítica ficción conspiranoica: “Expediente X”. Pues bien, pese a ser coetáneas, la de Morrison parece una evolución a 200 años vista de lo ofrecido por Chris Carter. Tanto es así, que casi diez años después de su finalización, y pese a talentos emergentes del siglo XXI que trabajan “el mismo palo” , como los Wachowsky, J. J. Abrams y cia., Warren Ellis o (por qué no) Naoki Urasawa, “The Invisibles” aún no ha encontrado rival en cuanto a complejidad estructural y como summun de lo paranoide.
El argumento base de la serie mezcla la realidad contemporánea y la ficción más alucinada de manera escalofriante: Estamos siendo esclavizados y no nos damos cuenta. El mundo se está convirtiendo en un gigantesco pasto de 6000 millones de ovejas y ni siquiera somos conscientes de nuestra condición. Los poderes fácticos deciden sutilmente lo que podemos o no podemos hacer, lo que podemos y no podemos pensar. La “mano dura” de antaño ha sido sustituida por estrategias de control publicitario, cultura mainstream de encefalograma plano, adicción al consumo e implementación del pensamiento único. Lo que muy pocos saben es que esto es solo el principio. En 2012 se establecerá el cambio de paradigma definitivo: Un renacimiento del Universo que conducirá al estado de libertad absoluta o esclavitud total. Está claro quienes son los que van ganando. Pero ahí están nuestros héroes, los Invisibles, una comunidad ultrasecreta compuesta por pequeñas células terroristas, que tratarán de derrocar al “Sistema” antes de que sea demasiado tarde y los Archons, aliens lovecraftianos de otra dimensión, asuman el CONTROL (así en mayúsculas).
Como ven, no bromeaba con lo de summun de lo paranoide. Si a esa base argumental le añadimos todo tipo de conceptos provenientes tanto del ocultismo (vudú, animismo, paganismo…), como de la ciencia de vanguardia (dimensiones adicionales, viajes en el tiempo, drogas hi-tech, semántica de control mental…), nos queda un artefacto de ficción realmente único y que se extiende más allá de los 66 cuadernillos en los que está contenido. Un monumento posmoderno que adquiere identidad (y vida) propia pese a sus ilustres referentes: Nada menos que Lewis Carroll, Franz Kafka, H.P. Lovecraft, Philip K. Dick, William S. Burrowghs, Michael Moorcock, Timothy Leary… y tantos otros que seguramente se me hayan pasado por desconocimiento.
Pero dejemos los “conceptos molones” y pasemos a los “personajes molones”. Los Invisibles están lejos de la imagen de freedom fighters a la que estamos acostumbrados: hay desde una bruja travesti hasta un escritor reconvertido a super-asesino (King Mob, alter ego del propio Morrison), pasando por un multimillonario abducido por alienígenas cuando era niño. El “elegido” de turno es un gamberro de suburbio al que le parece igual de divertido robar un coche para dar un paseo como lanzar un cóctel molotov a la biblioteca pública. Nuestros héroes toman peyote para alterar sus conciencias y ver “más allá”, pero también éxtasis para disfrutar a tope la rave de turno.
Este aliento hedonista-glamuroso-revolucionario fue reflejado mejor que nadie por el dibujante Phil Jimenez, uno de los tantos, que con mayor o menor fortuna pasaron por la serie. Quizá la irregularidad gráfica sea el mayor defecto que se le pueda achacar a ésta. No se puede decir lo mismo de las portadas, la mayoría de ellas realizadas por un Brian Bolland en estado de gracia.
Aunque tenía conocimiento de la existencia de la serie desde que se empezó a publicar, no me enganché a ella hasta el 98 más o menos, cuando conseguí unos cuantos ejemplares en inglés. Recuperé el tiempo perdido a base de pedir tomos recopilatorios vía Previews, y ya me ven, un fanático más de Morrison y sus idas de olla (si revisan este blog, su nombre aparece unas cuantas veces). Para mí fue uno de esos productos-fuente que me llevaron a otros materiales de gran interés, ya no solo en el terreno de la ficción, sino también en el de la “teoría del control mental” y otras subversividades, donde llegué a una conclusión muy clara: El gran problema (o no) que tenemos ahora es que sí, somos esclavos, pero esclavos que no desean ser liberados.
Anteriormente en Top30:
Intro (qué es Top30)
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Los 4 Fantásticos
Secret Wars
Transformers
Batman y los Outsiders
Batmanía
Dragon Ball
Darkseed
Parque Jurásico
John Byrne’s Next Men
Trilogía Nikopol
La fOntana y la sOnda
12 Monos
Pulp Fiction
Wipeout
Brut Comix
La Casta de los Metabarones
Ænima
Carretera Perdida
Woha. Los Invisibles es una de mis series preferidas de todas las que he leído… En grapa, serializada y que no sea una miniserie, sólo se me ocurre la Promethea de Alan Moore que le haga sombra (y quizá su Cosa del pantano…) Diría alguna de Milligan, pero éste es más irregular y suele combinar sagas geniales con números más flojetes (ahí están, con todo, su Blanco Humano, X-Force/X-Statix y, sobre todo, su Shade…) Y Planetary, pero me faltan los últimos números por leer, así que aplazo el juicio.
En lo que también estoy de acuerdo es en el excelente trabajo de Phil Jiménez, realmente impresionante; ojalá hubiera estado toda la serie (Moore tuvo la fortuna de contar con J. H. Williams III en Promethea, y los resultados a la vista están). En todo caso, Invisibles es un pedazo de cómic que, aunque no sea para todos los públicos, bien vale la pena reivindicar.
Secundo tu opinión respecto a las series que comentas. Todas están muy muy bien, y además disfrutan de un apartado gráfico «unificado» y muy adecuado a lo que cuentan. Pero Invisibles tiene ese noseque-queseyo que la hace ocupar un lugar especial en mi memoria.
En cuanto a Promethea, aprovecho para decir que es la serie «de Alan Moore» que mejor demuestra que no es solo de Alan Moore. Con frecuencia, los dibujantes de este guionista estrella son apartados a un segundo plano, cuando en muchas ocasiones levantan el tebeo casi por si solos. Porque Promethea sin J.H. Williams III no sería Promethea (Ya estoy deseando leer su Batwoman).
Tienes mucha razón en lo del apartado gráfico. No puede ser casualidad que los que quizá sean los dos tebeos de Moore que más me gustan tengan por un lado a J. H. Williams III y por el otro a Steve Bissette y John Totleben. En el caso de J. H., pues quizá sea mi dibujante yanqui actual favorito, junto con Frank Quitely… Y sí, yo también estoy deseando hacerme con su Batwoman. Pese a Greg Rucka, cuyos guiones francamente detesto (argh, Felon, Wonder Woman, Elektra…)
Saludines.
Gran post y gran serie, sin duda. ¿Para cuando uno de American Flagg, la obra magna de Howard Chaykin? Sin quitarle mérito, gran parte de los temas que trata Morrison en los Invisibles ya los anticipó Chaykin en los ’80.