Soy de los que opinan que las vanguardias no se deben quedar en vanguardias. En una mecánica cultural realmente evolutiva, lo experimental tendría que servir para alimentar a lo mainstream, generando nuevas tendencias que con el tiempo acaben siendo asimiladas por el mercado y aceptadas por el público general. Por desgracia esto no ocurre con la frecuencia y rapidez adecuada, sobre todo en la industria musical, con un mainstream lleno de dinosaurios, al que se le inyecta de vez en cuando “nueva sangre” sin más pretensiones que continuar con el modelo establecido.
De vez en cuando salen CDs que dan una idea de como sería esa musica pop masiva si evolucionase a mayor velocidad. Ese es el caso del debut en largo de James Blake, donde el niño prodigio de la electrónica se mete de lleno en el terreno del soul… pero a su manera. En su disco homónimo la esencia soul se fusiona con ritmos dubstep, procesado de voz en “modo aseptico”, enrevesadas texturas sintéticas y latidos de graves a frecuencias casi subsónicas. Sonido del futuro que debería tener más cabida en el presente. Pero que quieren que les diga, mientras haya Enrique Iglesias y similares sacando tonterías dignas de pista de coches de choque, para que fijarse en renovadores como Blake.
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