Tokio Año Cero

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El fracking es una técnica de perforación basada en inyectar una mezcla de agua, arena y productos químicos a altísimas presiones sobre pequeñas grietas preexistentes en el lecho rocoso. Es un sistema extremadamente violento para el subsuelo, deshace las entrañas de la tierra de una forma rápida, punzante y sistemática. Pero sus efectos no se quedan en la mera destrucción física de la roca; la pequeña proporción de químicos inyectada para favorecer la perforación es altamente tóxica y deja el terreno envenenado para siempre.

Pues bien, podría decirse que la prosa de David Peace es puro fracking para el cerebro. Terminada Tokio Año Cero, me doy cuenta de que las negras sacudidas que me proporcionó su lectura no se quedarán en experiencias momentáneas, con toda probabilidad permanecerán grabadas  en el fondo de mi memoria.

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Todos hemos oído y/o leído sobre la miseria y calamidades que sufrió el pueblo japonés tras su derrota en la II Guerra Mundial, pero con esta novela, Peace nos obliga a “vivirlas” en una experiencia lectora extremadamente inmersiva. Más allá del hambre, más allá de las epidemias, más allá de la corrupción, Peace nos hace partícipes del terrible status quo de humillación y autodesprecio  instaurado por dicha derrota y la posterior ocupación aliada.

El crimen a resolver por el inspector Minami es puro mcguffin. El propio Minami sirve como infernal vehículo donde Peace encierra al lector. A base de frases cortas y onomatopeyas mecánicamente repetidas inserta el veneno en nuestro cerebro. El odio a los vencedores. La obligada y cobarde sumisión hacia los vencedores. El sentimiento de miseria total frente a los lujos y privilegios de los vencedores. Las “ofrendas de carne” que han de hacerse a los vencedores para evitar que “usen” a las mujeres de los vencidos. En definitiva, la subyugación absoluta del pueblo japonés ante unos hijos de puta que el mundo ve como héroes. Respecto al crimen, basado en sucesos reales, el propio Peace declaró que había elegido ese porque se ajustaba a las necesidades de lo que quería contar, enlazaba directamente con la situación del país. Tenía mucho donde escoger.

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En definitiva, todas las bondades (o según se mire, maldades) del estilo Peace me han sido confirmadas con esta primera lectura  que no será la última. No sé si recomendarla o no, pues se trata de un plato amargo no apto para todos los paladares. Si el calor extremo y los piojos les producen repulsa, no la lean; sentirán ambas cosas en sus carnes.