Barry Leitch

Amiga Tunes

Amiga 500

Como usuario bastante tempranero de PC, siempre tuve una espinita clavada con el Amiga. Allá por 1992, con mi flamante 386SX equipado con 2 MB de RAM y un disco duro de 40MB, me resultaba muy jodido que una máquina de 1987 como era el Amiga 500 incluyese de serie unas capacidades sonoras tan superiores respecto a los compatibles con IBM. No hubo equiparación hasta que un par de años después se popularizó la tarjeta de sonido Sound Blaster, y por descontado, había que comprarla a parte. Por supuesto, los usuarios de Amiga eran conscientes del maquinón sonoro (en relación calidad/precio) que poseían, y alrededor de ese hardware surgió toda una escena musical semisubterránea, de la que ahora se recuerdan sobre todo las célebres demos multimedia y los programas de secuenciación tipo Tracker, que aún hoy son utilizados por músicos profesionales.

En cualquier caso, lo que en aquellos tiempos  transcendía para el usuario medio de ordenadores personales era que los juegos del Amiga sonaban a gloria. Los músicos intentaban sacar todo el partido posible a esa tecnología puntera en el ámbito doméstico, crear experiencias sonoras dignas de una “nextgen” de 16 bits, y vaya si lo conseguían. Un humilde grupo de artistas, principalmente de origen europeo, fue capaz de plantar cara en el ámbito sonoro a las supercompañías japonesas y sus desarrollos para recreativas.

Si les pica la curiosidad  y desean navegar en este submundo  de euro-electrónica trash a medio camino entre las chiptunes de 8 bits y el audio de calidad CD, les recomiendo que revisen en Youtube las composiciones de  Tim Wright, Chris Hülsbeck, Olof Gustafsson  o Barry Leitch. También pueden hacerse con los recopilatorios Amiga Immortal, fácilmente conseguibles en la red y a los que llevo varios días enganchado.