Pese a las malas vibraciones que me produjeron los trailers y avances varios de “Django Desencanado”, lo cierto es que la última de Tarantino me ha gustado mucho. No voy a escribir nada sobre ella, pues todo lo que cuente no va a ser más que una mala versión de algún fragmento de éste, el texto definitivo sobre la peli escrito por Absence , el cual les recomiendo leer ahora mismo. Lo que sí quisiera, aprovechando el eco que ha dejado el film en lo que respecta a la temática “la venganza del esclavo”, es reseñar el el tebeo “Atar Gull, o el destino de un esclavo modélico” de Fabien Nury y Brüno.
Si Tarantino echó mano del western y la cultura pop Black Power como herramientas de trabajo, Nuri y Brüno tiraron de adaptación directa de la novela homónima escrita por Eugène Sue y publicada por entregas en Francia durante 1831. Aunque estas dos obras y sus respectivos autores no están interconectados de ninguna manera, la cercanía en el tiempo del lanzamiento de ambas en el mercado español da lugar a un curioso díptico en el que Atar Gull podría verse como el reverso tenebroso de Django. Es más, podríamos considerar al personaje como la unión “sacrílega” entre Django y su “némesis negra” Stephen (el aclamado personaje que interpreta Samuel L. Jackson en la susodicha peli).
El agradable estilo gráfico de Brüno, sintético y de suave gama cromática, contrasta con la crudeza de una historia que rezuma fatalidad. En la primera parte, la captura, transporte y venta de Atar Gull nos da a conocer una serie de personajes que forman parte de la maquinaria esclavista de la época. Lo más interesante de este capítulo es la exhibición que allí se hace de “El Mal” en todos sus grados de transparencia. Desde el autoconscientemente despiadado pirata que ofrece “mercancía” a bajo precio obtenida vía abordajes en alta mar hasta el “amo bueno” pagado de si mismo por el “buen trato” que proporciona a sus posesiones.
Pero es en la segunda parte donde está la chicha del tebeo. Donde Atar Gull ejecuta su sibilina y autodestructiva venganza. Una venganza en la que su imponente físico no tiene arte ni parte. Para llevarla a cabo se sirve únicamente de su torturada y afilada mente, desechando toda opción que no maximice el grado de dolor infligido sobre sus víctimas, aún a costa del suyo propio.
Vamos, una historia de “mala sangre” con todas las de la ley, con el atractivo de que el papel de chungo-chunguísimo recae sobre un personaje tradicionalmente presentado como víctima. Por no decir que resulta revelador ver como ahora, a principios de siglo XXI, con la esclavitud abolida, los comportamientos y actitudes de los personajes del libro encuentran paralelo en nuestro día a día. La verdad, invita a reflexión.
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