Koyama Press

Very Casual

Very Casual

La primera imagen neocárnica con la que recuerdo haberme impresionado la encontré hace casi 20 años en un viejo Víbora de mi tío. Era obra de Charles Burns; se trataba de un colchón en llamas, un colchón de carne (viva) forrado de piel (viva). Una imagen tan insólita como poderosa que, casi por si sola, definía la idiosincrasia de Burns.

De la misma forma, el “ciervo manchado” que aparece en la portada de Very Casual nos da una idea muy clara de la aproximación personal de Michael DeForge al mundo de la nueva carne. En el interior del volumen se explica con detalle lo qué es esa cosa: un bicho sin esqueleto y carne de babosa,  hermafrodita, ciego, que capta la realidad a través e las vibraciones del ambiente y cuyos “cuernos” son realmente una especie de gusanos con los que vive en simbiosis. Aparte de eso, el bizarro animal posee un grado de inteligencia similar a la humana y ambas especies mantiene relaciones sociales y laborales (pueden leer la historia aquí). ¿Da un poco de regomello, no?

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El universo de Michael DeForge es una gigantesca Interzona burroughsiana representada según la estética de Hora de Aventuras. Un mundo dónde hueso, músculo y piel conviven con carne negra invertebrada, lleno de individuos poseedores de extrañas habilidades y vicios todavía más raros.  Un mundo que se rige por unas reglas supuestamente ajenas a nuestra experiencia real, que sin embargo, a cierto nivel, llegan a resultar incómodamente familiares.

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DeForge se ha movido durante años en el mundillo de los webcomics y minicomics. Resultaba difícil (y caro) conseguir material impreso de este artista. Últimamente ese problema se ha subsanado con la aparición de material suyo en el circuito comercial mainstream. Very Casual en concreto es un recopilación  de una parte de esa ingente bibiliografía de obritas dispersas que ha ido dejando por ahí,  y la que mejor idea da de los parámetros en los que se mueve el autor canadiense. Un digno heredero de sus compatriotas neocárnicos David Cronenberg y Dave Cooper, con personalidad y frescura suficientes como para pensar que al “movimiento” le queda todavía una larga vida.