Masamune Shirow

Super Conductive Brains

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En un futuro indeterminado, el descubrimiento de restos genéticos fósiles de una hasta entonces desconocida especie de homínidos de enormes dimensiones ha revolucionado el devenir de la civilización. Los avances en genética y cibernética permiten clonar gigantes a escala industriar, seccionar sus miembros y utilizar éstos como medio de locomoción de alto rendimiento en todo tipo de aplicaciones civiles y militares. Pese a la insistencia del gobierno acerca de que los gigantes no son inteligentes, cada vez son más los que creen que tal afirmación es una mentira urdida  para mantener el estatu quo económico/social. Precisamente el cerebro es la única parte de los gigantes que se desecha sistemáticamente en las fábricas genéticas. Sólo el Ejército está autorizado a poseer especímenes completos para el desarrollo de experimentos clasificados. Para evitar posibles complicaciones, solo se producen clones de sexo femenino, sin embargo cada vez son más comunes los casos de embarazo en "maquinaria híbrida" que conserva los órganos sexuales… Todo parece indicar que detrás de los gigantes se esconde un terrible secreto relacionado con el origen de la humanidad, y quizás también con su final.

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De entre la extrema obra de Shintaro Kago, quizás sea  "Super Conductive Brains" su trabajo más accesible. La imaginería grotesca del autor japonés no es de digestión fácil para un amplio espectro de público, pero lo cierto es que detrás de esa pantalla de sangre, vísceras y sexo bizarro, se esconde una visión extremadamente lúcida de la condición humana, así como un sentido único de la experimentación a nivel narrativo.

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En esta historia en seis partes (una de las pocas de larga duración en su bibliografía), Kago deja de lado los aspectos más radicales de su identidad autoral sin perder fuelle en su ácido discurso. Sirviéndose de conceptos sacados de ultra-populares sagas de ciencia ficción ("Parque Jurásico", "Evangelion", "Ghost in the Shell", "Matrix"…), produce una historia con identidad propia que funciona tanto de manera autónoma como a modo de parodia bizarra de los materiales en los que se inspira.

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Pese a que el autor reununcia al uso de un surrealismo explícito y desbocado, y adapta el dibujo y "diseño de producción" a un estilo hi-tech muy próximo al de Masamune Shirow,  el manga no anda escaso de imágenes perturbadoras y de una tremenda fuerza visual.  El autor conoce muy bien la manera de trabajar de nuestro cerebro, y sabe que una escena en la que  dos máquinas de combate construidas a partir de cuerpos de mujer (sin cabeza) se enzarzan en un descarnado (literalmente)  combate puede ser mucho más efectivo a la hora de ofrecer una visión de  como funciona el mundo que cualquier discurso intelecutaloide y políticamente correcto.

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Si quieren internarse en el alucinante (y alucinado) universo de Shintaro Kago, "Super Conductive Brains" en una buena manera de empezar.  No lo busquen en librerías porque sus obras permanece inéditas en España, pero pueden bajarse muchas de ellas traducidas al inglés aquí, incluyendo la  que nos ocupa. ¡Atrévanse!, para huir despavoridos siempre hay tiempo.

Y después… ¿Qué? (I)

Éste post está dedicado a hacer un repaso a autores que, tras realizar una obra de gran impacto de público y/o crítica han desconcertado al personal con sus siguientes trabajos o con segundas partes, digamos, alejadas del concepto original. Allá va:

Quentin Tarantino: «Pulp Fiction» (1994)

Todo dios flipamos con esta película. Su música, sus diálogos y su violencia marcaron una forma de hacer cine. La hasta entonces muy desconocida «Reservoir Dogs» se convirtió en preciado objeto de culto. Absolutamente todos los actores tarantinianos fueron (re)lanzados al estrellato, situación que unos aprovecharon mejor que otros. A Tarantino le salían guiones hasta por las orejas: «Amor a Quemarropa», «Asesinos Natos», «Abierto hasta el Amanecer»… tenían su sello, pero les faltaba la magia que destilaba «Pulp Fiction». Queríamos más Tarantino!!!

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Su segmento en «Four Rooms» estuvo bien, pero supo a poco. Tras 3 largos años de espera, saca nuevo largometraje, «Jackie Brown», y al verlo muchos nos preguntamos ¿Qué ha pasado?!!! Los diálogos «sui generis» seguían ahí, pero la lluvia de balas, la sangre en las camisas, las amputaciones de miembros y la narrativa fragmentada habían desaparecido. La película estuvo bien, pero nos dejó un poco frios, pues no daba lo que pensábamos prometía. Es posible que Tarantino, viendo su estilo convertido en parodia por culpa de multitud de imitadores mediocres, quisira distanciarse un poco del monstruo que (a su pesar) había creado. En cualquier caso, la absoluta genialidad de este hombre fue revalidada hace tres años con la(s) suprema(s) «Kill Bill».

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Masamune Shirow: «Ghost in the Shell»

Shirow es un caso aparte en el mundo del manga. Mientras que la media de tiempo de lectura por página para un cómic japonés es de unos pocos segundos, las obras de Shirow presentan una densidad a veces desesperante. Aún así, arrasa.

«Ghost in the Shell» conmocionó a los lectores. Allí, el legado de escritores como William Gibson o Philiph K. Dick se mezclan con la espectacularidad gráfica de Shirow para mostrarnos un mundo hipertercnificado en el que la conciencia es un concepto difuso y los virus informáticos pueden infectar incluso al alma, todo ello aderezado con buenas dosis de acción, sexo y humor. Durante mucho tiempo, esta obra junto con «Akira», de Katsuhiro Otomo era esgrimida por los «entendidos» del manga (que realmente sabían menos de lo que pretendían) para demostrar las excelencias del cómic japonés. Importantes cineastas y dibujantes de todo el mundo elogiaron con entusiasmo a Shirow y su magna obra. La excelente película de animación basada en el manga no tardó en aparecer, elevando a la estratosfera la popularidad de éste.

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El final de GITS redefínía de manera importante el status quo de los protagonistas, pero su caracter abierto permitía (para algunos demandaba) una segunda parte. Así que Shirow se puso manos a la obra … y la cosa acabó en truño. Vale, en la primera parte, Kusanagui estaba muy buena, pero convertir a GITS II en un «Culos en pompa flotando en el Ciberespacio» es ir demasiado lejos. Tras su lectura lo único que sacas en limpio es que sale una tía (no está claro si vestida o desnuda) flotando entre efectos infográficos y manteniendo conversaciones con unos minirobots (dibujados en 3D de manera pésima) sobre temas ciber-filosóficos que no creo que entendiese ni el encargado de traducir la obra al español. Un desastre sin matices. Para hacer esto, mejor haber sacado un libro de ilustraciones.

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Radiohead: «OK Computer»
«Pablo Honey» ya despuntó entre tanto britpop tonto. «The Bends» auguraba algo muy grande, y esa grandeza salió a la luz en 1997 en forma de «OK Computer». Radiohead se atrevieron a tirar del hilo progresivo mas de lo en principio recomendable para una banda con grandes aspiraciones comerciales, y la jugada les salió muy bien. Con este disco dejaron a la altura del betún a grupos de moda de la época como Blur, Oasis o Suede. El disco gustó en diferentes ambientes musicales hasta entonces aparentemente incompatibles. Se atrevieron a sacar como single una tema de ocho minutos, y a las radios no les quedaron más cojones que ponerla. Su fama les hizo capaces de convertir en comercial lo anticomercial.

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Tres años despues anuncian la salida de un nuevo LP. Siguiendo la linea pseudosuicida que les caracterizaba, advirtieron que esta vez no iban a sacar singles ni videoclips, y que los sonidos electrónicos estarían muy presentes en el disco. Pero las advertencias no fueron suficientes para adivinar lo que venía:»Kid A» era casi 100% electrónico. Las guitarras que antaño daban un poco de caña en el medio de tanta tristeza habían desaparecido. No sacaron single, pero tampoco sería posible, pues la sombra del ambient cubría todas las composiciones. Las influencias del progresivo alemán de los 70 eran evidentes.

Aún así, el disco vendió mucho, y gustar…, lo típico era oir «esta bien», «me gusta, pero….». Muchos aficionados al rock progresivo lo vieron con malos ojos, pues aparentemente la banda aprovechó el desconocimiento del género a nivel mainstream para fusilar deliberadamente fragmentos de aquí y allá, haciendo ver genialidad dónde solo había plagio. Polémicas aparte, no tardaron en sacar un disco con las sobras del anterior, «Amnesiac», esta vez con el aparato comercial tradicional, y un single que sonaba mucho a King Crimson. Hoy en día, ya muy pocos creen que la banda pueda superar algún día al mítico «OK Computer» .

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Proximamente, más…