Me posiciono: pertenezco a “la mitad” que le gustó “Lords of Salem”. Y me gustó sobre todo por su naturaleza satánica en el sentido menos sensacionalista del término, como metáfora de liberación de las cadenas juedocristianas que todos aquellos que nos criamos en esta cultura llevamos sin excepción, independientemente de lo crédulos o ateos que seamos.
Rob Zombie lo borda con Heidi, la protagonista absoluta de la peli magníficamente interpretada por su mujer, Sheri Moon Zombie. Heidi es una tía que se lo tiene montado de puta madre: trabaja en lo que le gusta y vive como le da la gana. Pero en cuanto empieza a ser visitada por las fuerzas oscuras de Salem, su mecanismo de defensa no puede ser otro que la culpabilidad. Cuanto más se resiste, más culpable se siente de lo que es. De individuo que vive en libertad a pecadora, a libertina, a puta de mierda, a asquerosa drogadicta… su núcleo cristiano aflora para evitar la liberación absoluta.
Una peli que pincha en hueso. Aún nos queda mucho camino por andar.
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