El rollito “material encontrado” en plan “El Proyecto de la Bruja de Blair” se está afianzando como uno de los más eficaces a la hora de establecer experiencias metanarrativas cinematográficas en las que el espectador, de alguna manera se ve obligado a reflexionar sobre los mecanismos de ficción en el audiovisual. Me gusta pensar que “Trash Humpers” pertenece también a ese género. Aunque no se utiliza el recurso, al principio de la película podría salir un rótulo introductorio donde se explicara que lo que sigue es el contenido de una cinta VHS encontrada en el contenedor más inmundo del suburbio más inmundo de los EEUU.
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En el film no hay historia ni progresión narrativa al uso. Solo una suerte de grabaciones amateur en las que unos siniestros e hiperactivos ancianos llevan a cabo todo tipo de fechorías antisociales e interactúan con otros individuos borderline en las inmediaciones de un paisaje suburbano de un realismo apocalíptico. La cinta, más que invitar a reflexión, intenta alejar al espectador de los dominios de la cordura para empujarlo al terreno de la pesadilla pura. Ver esto en una sala de cine tiene que resultar absolutamente mesmerizante.
Harmony Korine, el mad doctor detrás de semejante engendro ya tiene práctica en eso de dejar descolocado al personal. De su pluma salió el libreto de “Kids”, y “Gummo”, su ópera prima como director se ganó merecida fama como inductora de vómitos. Con “Trash Humpers” es capaz de provocar esos efectos repulsivos de una manera mucho más refinada, abriendo cajones del inconsciente en los que no nos gusta curiosear: nostalgia, miedo al futuro, corrupción de la carne, ansia de destrucción, frustración sexual… Todo está ahí, y al señor Korine le basta una textura VHS, varias máscaras de látex y unos cuantos amigos actores haciendo el tonto para hacer flotar esos amargos sentimientos a la superficie.
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