[AVISO: el texto que sigue no contiene más SPOILERS de los que se pueden intuir en el tráiler e imágenes promocionales del film a tratar. Aún así, a los que quieran ver la peli con la mirada absolutamente “limpia”, les recomiendo que lo dejen para después de ir al cine]
Durante el visionado de “Prometheus”, un título alternativo para el film se iba haciendo cada vez más nítido en mi cabeza: “Zona 84: La Película”. Observen:
Sé que estas imágenes deberían remitirme a la imaginería instaurada por la saga Alien a lo largo de sus más de 30 años de historia, con los diseños de Giger y la estética espacial anti-2001 como principales señas de identidad. Sin embargo, unidas al guión no dejo de ver en ellas un eco del material de Corben, Moebius, Giménez, Chichoni o (por qué no) Segura y Ortiz que nutría las páginas revistas de cómic europeo allá por los 80 y primeros 90. No estoy descubriendo la pólvora: la conexión entre esos autores y “Alien” es evidente; algunos han sido fuente de inspiración para el film original, y muchos otros integraron con fuerza los hallazgos estéticos del mismo en su ADN artístico (el caso Giménez-Giger, el más evidente de todos).
Pero “Prometheus”, con su cambio de tono conceptual respecto al resto de la saga, refuerza ese vínculo a niveles insospechados. Como en aquellos tebeos, la factura visual es simplemente acojonante, elegantísima en todos los sentidos; sin embargo, la historia carece de una sofisticación pareja, es material de derribo con cierta tendencia al gamberrismo y la serie B. Quizás le falta un poco de explicitud sexual (esas ridículas braguitas y taparrabos, ¡¡Corben no los aprobaría!!), pero en el resto de aspectos, esta peli es el sueño húmedo de todo aficionado a las revistas de comic de ciencia ficción ochenteras.
Por Dios, que nadie tome estas impresiones mías como algo denigrante hacia la película. Precisamente gracias a ese gamberrismo, puedo decir que “Prometheus” es el primer film que juega la baza “¿Quiénes somos?/¿De donde venimos?” y sale realmente bien parado. Donde otros ofrecen soluciones en forma de luces de colores y alienígenas flacuchos a contraluz (de lo de “Contact” mejor ya ni hablar), el que nos ocupa nos entrega horror, confusión y carnicería. ¡¡¡Por fin respuestas convincentes!!!.
A todo esto, el 3D vale mucho la pena (gracias Marcus por el aviso). No es tan enfático como el de “Avatar”, pero su calidad es pareja. Scott es capaz de mantener su supremacía visual también en formato estereoscópico; incluso la luminosidad de la proyección estaba perfectamente compensada para evitar el típico “efecto gafas de sol” de las lentes polarizadas. Olvídense de malas experiencias y vayan a verla en este formato, ya habrá tiempo para revisarla en 2D en casa.
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