Tras leer “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hide” me he dado cuenta de como el condicionamiento (pop)cultural puede cabiar profundamente la experiencia de lectura de una novela.
La base argumental de este genial relato de Stevenson es bien conocida: El prestigioso Dr. Jekyll cae víctima de sus propios experimentos al autoadministrarse un brebaje que le transforma un ser maligno (Hyde) capaz de cometer horribles crímenes. Pues menuda sorpresa me llevo al descubrir que esa información es … un spoiler!!!. Si señores, no es hasta el final de la novela cuando se descubre que Jekyll y Hyde son la misma persona. Más condicionantes: Mr. Hyde suele ser representado en diversas adaptaciones gráficas y audiovisuales de esta historia como un ser deforme, a veces monstruoso y gigantesco. Stevenson lo retrata como una persona de baja estatura, sin ninguna deformidad aparente, pero que produce en quien lo mira una extraña sensación de repulsa.
El resultado del choque “versión preconcebida vs. versión original”: Gratificante. La capacidad de Stevenson para fascinar al lector es sobrecogedora. Aún conociendo el final, es dificil no sentirse en la piel de Mr. Utterson (principal narrador de la historia), inmerso en un ambiente ultrasiniestro y desorientado al saber que su recto amigo Jekyll anda mezclado con compañias tan indeseables como la de Hyde.
El capítulo final, con la confesión de Jekyll, incluye el grueso del cuerpo filosófico de la obra, mezclando complejos de culpa judeocristianos con disgresiones proto-freudianas e incluso nociones neocárnicas (Cronenberg, haz tu versión ya!!!).
Ahora voy a por «El Golem»…
no podría yo estar más deacuerdo.
«al descubrir que esa información es … un spoiler!!!» jajaja