Chris Claremont

Vanguardia Popular

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Este fin de semana, en una indeseable sesión de ordenación y limpieza, me encontré con el tomo de  Archivos X-Men (Forum) que recopilaba el primer arco argumental de la etapa Claremont/Sienkiewicz en “Los Nuevos Mutantes”. En el mismo momento fui consciente de lo  mucho que han cambiado las cosas en el mundo del cómic desde que ese material salió a la luz.

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Porque hoy, para publicar algo con un mínimo valor artístico se hacen imprescindibles la tapa dura, un precio de portada de dos cifras y unas fechas de entrega suficientemente holgadas. Sin embargo ahí estaba Sienkiewicz en 1984, acosado por la periodicidad mensual, entregando pura vanguardia para ser impresa en papel de bajísima calidad, intercalada con anuncios de golosinas y vendida en kioscos y supermercados por unos céntimos de dólar. Supongo que la situación actual será mejor para los autores, pero no me  podrán negar que aquello sí era épico.

X-Men Forever

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Allá a principios de los 90 los fans de la Patrulla-X sufrimos un duro golpe: Chris Claremont, el “Patriarca Mutante” abandonaba la cabecera tras 17 años escribiéndola de manera ininterrumpida, y además en uno de sus mejores momentos, con Jim Lee a los lápices. Paradójicamente fue la presencia del coreano lo que provocó la salida de Claremont al verse convertido cada vez más en un títere al servicio de Lee y otros dibujantes estrella “borrachos de poder” y empeñados en meter mano en los argumentos.

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Con el tiempo, Claremont ha hecho las paces con Marvel y vuelve de vez en cuando a escribir mutantes… con resultados entre discretos y nefastos. Sin embargo, su último regreso puede suponer una ruptura de esa tendencia. “X-Men Forever” retoma la cronología mutante justo donde Claremont lo había dejado, borrando de un plumazo las historias contadas en los últimos 3 lustros, para que el guionista pueda desarrollar las líneas argumentales  que tenía pensadas antes de su precipitada marcha, y ahora con toda la libertad creativa que desee, pues estas aventuras pertenecerían a un universo alternativo (¿Claremontverso?) no estando sujetas a la continuidad  “canónica”. Como aperitivo, en el primer episodio se carga nada menos que a Lobezno.

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Leído el primer arco argumental, la sensación que me ha dejado ha sido buena, dadas las circunstancias: Tom Grummet no es Jim Lee, el colorista parece querer homenajear a los primeros tiempos del coloreado infográfico con todos esos brillos y degradados, y los tebeos de superhéroes han evolucionado mucho desde 1991,  pero Claremont  pone más chicha en esos cinco números que en dos años de su etapa primigenia. Se ve que el miedo a la cancelación le hace pisar el acelerador para poder contar todo lo que le queda por contar. De momento no tiene mucho que temer: la serie está vendiendo bastante bien y casi todos los episodios han tenido que ser reimpresos. Nostalgia rules!!!

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En fin, que la propuesta me ha convencido y seguiré leyendo la serie  hasta que el arrebato nostálgico me abandone. Si fueron fans de los X-Men en esa época, les da pereza volver, pero tienen curiosidad por lo que Claremont está haciendo, les dejo los eventos más destacados ocurridos en la nueva/vieja serie hasta el momento, ocultos con botón de spoiler: show

Nuff Said!

Top30 (V): Batman y los Outsiders

Cuando era un crío, el mejor sitio de Melide para pillar comics era, creanlo o no, el Estanco. Además de vender tabaco y sellos, este establecimiento ofrecía (y sigue ofreciendo) articulos de papelería, prensa, revistas… y tebeos (de esto último ya no). El caso es que el surtido de comics que tenían rivalizaba con lo que podias encontrar en un kiosko de ciudad de los buenos. Allí obtuve y/o hojee (no era el Badulaque) comics que, en aquel entonces me resultaron raros y fascinantes: «Indiana Jones» de Byrne, «Yoko Tsuno«, «Creepy«, «Camelot 3000«, «Juez Dredd«, «Vengadores«, «Infinity INC«… y el que nos ocupa: «Batman y los Outsiders«.

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La portada del nº1 era impactante: Batman mandando a tomar por saco a la Liga de la Justicia para irse con unos enigmáticos desconocidos. Eso tenía que molar… y vaya si moló. La cosa iba de que el Hombre Murciélago pedía ayuda a la Liga para rescatar a Lucius Fox, hecho prisionero en (la imaginaria) Markovia, pillado en medio de una sublevación fascista. Superman y Cia deciden no ayudarle porque intervenir en la guerra podría generar conflictos diplomáticos (recordemos que el equipo lleva «America» en el nombre). Batman les da puerta y se lanza al rescate él solito, pero una vez allí se da cuenta de que la situación le supera. Por suerte para Bruce Wayne, un puñado de supertipos de lo más bizarro estaban en el país, cada uno con sus razones. La casualidad los unió, resolvieron la guerra entre los seis, y Batman les propuso formar equipo (mandando él, claro).

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Mi yo de ocho años flipaba. Era la primera vez que asistía en «directo» al origen de un supergrupo, nada de leerlo en viñetas-flashback con bordes redondeados. Eso creó en mí un vínculo especial con la serie. De aquellas, con mi limitada capacidad para conseguir comics, ni me planteaba hacerme una colección completa, pero de los 26 episodio de «BatO» que Zinco publicó, conseguí (y aún conservo) más de la mitad. Sabía que «Patrulla-X» y «Nuevos Titanes» cortaban el bacalao, pero a la hora de escoger, me quedaba casi siempre con esta serie. A mi manera, también era un outsider.

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Al contrario que otros productos estrella de mi infancia, BatO me sigue pareciendo muy buena hoy en día. Si los X-Men tenían a Chris Claremont como principal regidor de sus destinos, BatO tenían a Mike W. Barr, cocreador de la serie, escritor de cada uno de sus episodios y editor de la mayoría. Barr, siguiendo el ejemplo de los hits anteriormente comentados, enfocó la serie hacia los personajes. Los lazos afectivos, afinidades y discrepancias entre los miembros del equipo se iban definiendo poco a poco en el medio de tanta superpelea. Las aventuras más memorables del grupo eran aquellas en las que, entre todos, resolvian cuestiones del pasado de un compañero. Según avanzaba la serie íbamos conociendo a los personajes como la palma de la mano. Aunque los expertos en Batman pasen bastante por alto a Barr a la hora de catalogar las mejores versiones del personaje, hay que reconocer que este señor hizo un trabajo de caracterización acojonante con el Hombre Murciélago. Seguro se le habría dado más valor a esta interpretación si la de Frank Miller no hubiera aparecido tan próxima en el tiempo.

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La serie también destacaba en su apartado gráfico. Un Jim Aparo (co-creador) en buena forma estuvo casi dos años en la cabecera sin apenas fill-ins, y después de él llegó Alan Davis, para quien este trabajo supuso su estreno en el mercado americano. En varias entrevistas, Davis dice no estar muy contento con el resultado de esa etapa. Por mi parte, disfrutaba como un enano (que era) con sus magníficas escenas de lucha, mucho más brutales que lo habitual en la época. Especialmente memorable la que mantenían Batman y Cobra en gravedad cero, así como el explicito uso que hacía Katana de su… katana.

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El nº 32 USA supuso el dramático abandono del grupo por parte de Batman. La serie siguió, pero aquí Zinco solo publico una saga con los Outsiders en solitario, la que restaba con Davis como dibujante. Quedarse de golpe sin personaje estrella y dibujante estrella no auguraba mucha prosperidad económica para el título en España, y la pequeña editorial decidió apostar por otras series en detrimento de ésta.

Hace poco pillé un Showcase americano con los primeros 20 números de la serie. Poco a poco estoy leyendolo (por fin relleno huecos) a la vez que recordando que hubo un tiempo en el que era capaz de disfrutar a tope con una cantidad infinitamente menor de comics a mi alcance respecto a lo que tengo ahora (snif).