I don’t want to sleep alone

Listmanía (VI): 50 Invisibles

Haciendo un pequeño paréntesis a la interminable (y ya un poco cansina) lista de los 1001 discos, les dejo hoy aquí la lista de películas confeccionada por la redacción de Cahiers du Cinema España para su nº14 (Julio-Agosto), centrado en el «cine invisible». Se trata de 50 films que, festivales aparte, no han podido verse todavía en las salas de cine españolas. Triste, pero más triste todavía resulta que algunos de los directores que aparecen en la lista, con toda una carrera cinematográfica a sus espaldas, no hayan visto estrenadas por aquí ni una sola de sus películas.

Como siempre, para darle un toque personal, puntuaré con las típicas estrellitas todas aquellas películas que he podido ver gracias a medios de distribución «alternativos». Además las clasificaré en colores según el siguiente código:

Azul: La vi.
Verde: No la vi, pero la tengo en la recámara (caerá un día de estos).
Rojo: No la vi, quiero verla, pero todavía me es imposible acceder a ella.

Allá va:

L’Aimée (Arnaud Desplechin, 2007)

All the Real Girls (David Gordon Green, 2003)

Armonías de Werckmeister (Béla Tarr, 2000)

La Blessure (Nicholas Klotz, 2004)

Bug (William Friedkin, 2006) (**)

Café Lumière (Hou Hsiao-hsien, 2003)

Il Caimano (Nanni Moretti, 2006)

Chats perchés (Chris Marker, 2004)

Clean (Olivier Assayas, 2004) (***)

Cleopatra (Julio Bressane, 2007)

Conte de Cinema (Hong Sang-soo, 2005) (****)

Un couple parfait (Nabuhiro Suwa, 2005)

Cristóvao Colombo. O enigma (Manoel de Oliveira, 2007)

The Death of Mr. Lazarescu (Cristi Puiu, 2005)

Flandres (Bruno Dumont, 2006) (***)

Go Go Tales (Abel Ferrara, 2007)

I Don’t Want to Sleep Alone (Tsai Ming-liang, 2006) (*****)

I’m Not There (Todd Haynes, 2007)

Import/Export (Ulrich Seidl, 2007)

Kairo (Kiyoshi Kurosawa, 2001) (****)

Là-bas (Chantal Akerman, 2006)

Last Life in the Universe (Pen-ek Ratanaruang, 2003) (*)

Il mio viaggio in Italia (Martin Scorsese, 2001)

Los muertos (Lisandro Alonso, 2004) (****)

My Blueberry Nights (Wong Kar-wai, 2007)

My Winnipeg (Guy Maddin, 2007)

No quarto de Vanda (Pedro Costa, 2000)

Oh! Uomo (Y. Gianikian y A. Ricci Lucchi, 2004)

Old Joy (Kelly Reichardt, 2006)

Paprika (Satoshi Kon, 2006) (****)

Paranoid Park (Gus van Sant, 2007) (*****)

Le Pont des Arts (Eugène Green, 2004)

Profils paysans (Raymond Depardon, 2001-2008)

Los rubios (Albertina Carri, 2003)

S-21, La Machine de mort khmère rouge (Rithy Panh, 2003)

Sauvage innocence (Philippe Garrel, 2001)

Shara (Naomi Kawase, 2003)

A Short Film About The Indio Nacional (Raya Martin, 2000)

Sobibor, 14 octobre 1943, 16 heures (Claude Lanzmann, 2001)

The Sun (Alexander Sokurov, 2005)

Syndromes and a Century (Apichatpong Weerasethakul, 2006) (*****)

Ten Minutes Older (V.A., 2002)

13 Lakes (James Benning, 2004)

Transe (Teresa Villaverde, 2006)

Trouble Every Day (Claire Denis, 2001) (***)

Une visite au Louvre (D. Huillet y J-M. Straub, 2003)

West of the Tracks (Wang Bing, 2003)

Wide Awake (Alan Berliner, 2006)

The World (Jia Zhang-ke, 2004) (****)

Youth Without Youth (Francis Ford Coppola, 2007) (****)

Un inciso: Resulta extraño que en los casos de Olivier Assayas y Claire Denis, dos invisibles por excelencia, hayan escogido para representarlos unos trabajos que no se encuentran entre lo mejor de su filmografía. Yo me decantaría por «Irma Vep» (1996) y «L’Intrus» (2004) respectivamente.

I don’t want to sleep alone

De un tiempo a esta parte, un selecto grupo de cineastas asiáticos se han erigido como cronistas del Neo-Apocalipsis. En sus películas no verán guerras nucleares, ni distopias totalitarias, ni plagas bacteriológicas, sino gigantescas ciudades, cubiertas de enormes bloques de apartamentos, letreros luminosos, bombardeo publicitario, obras faraónicas… y sus habitantes. El individuo consumido por su entorno, fruto éste del voraz hiperdesarrollo capitalista.

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De entre esos realizadores, Tsai Ming-Liang es el que más me gusta. El modo que tiene de expresar el sentimiento de soledad es impresionante. Nada de virguerías narrativas, a el le basta con mostrar a sus personajes haciendo lo que suele hacer la gente, pero que rara vez sale reflejado en una película: caminan, comen, conducen, salen a fumar un cigarrillo, se tiran a aguantar resacas, se asean, se masturban… actos cotidianos presididos por la ausencia de palabras y una descorazonadora soledad muy tangible porque, en mayor o menor medida, nos vemos reflejados en dichas escenas.

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Su último trabajo, «I don’t want to sleep alone» supone una ruptura importante respecto a sus anteriores obras. La superdesarrollada Taipei es sustituida como escenario por la empobrecida Kuala Lumpur. Hsiao-Kang, el protagonista de (casi) todos los largometrajes del realizador, emprende una huida desesperada de un modo de vida que ya no puede sostener más.

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Sin querer revelar ninguna sorpresa, les aviso de que dicha translación no es en absoluto como se imaginan. Tsai se sirve de nuestra educación narrativa para, llegado un punto convertir la película que hemos visto en algo completamente diferente. El juego al que somete el director al espectador no es ni mucho menos gratuito, sino consustancial a lo que quiere explicar.

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He leído críticas que catalogaron la peli como «cine comatoso», nada más lejos de la realidad. Más bien, lo alucinante es que al terminar el film no puedes creer que se haya contado tanto en esos largos y silenciosos planos en los que, aparentemente, no sucedía nada. Nada menos que un apasionante y poético triang… cuadrilátero amoroso. Hay que verla.

Tráiler: