I don’t want to sleep alone

De un tiempo a esta parte, un selecto grupo de cineastas asiáticos se han erigido como cronistas del Neo-Apocalipsis. En sus películas no verán guerras nucleares, ni distopias totalitarias, ni plagas bacteriológicas, sino gigantescas ciudades, cubiertas de enormes bloques de apartamentos, letreros luminosos, bombardeo publicitario, obras faraónicas… y sus habitantes. El individuo consumido por su entorno, fruto éste del voraz hiperdesarrollo capitalista.

i-dont-want-to-sleep-alone-01.jpg

De entre esos realizadores, Tsai Ming-Liang es el que más me gusta. El modo que tiene de expresar el sentimiento de soledad es impresionante. Nada de virguerías narrativas, a el le basta con mostrar a sus personajes haciendo lo que suele hacer la gente, pero que rara vez sale reflejado en una película: caminan, comen, conducen, salen a fumar un cigarrillo, se tiran a aguantar resacas, se asean, se masturban… actos cotidianos presididos por la ausencia de palabras y una descorazonadora soledad muy tangible porque, en mayor o menor medida, nos vemos reflejados en dichas escenas.

i-dont-want-to-sleep-alone-02.jpg

Su último trabajo, «I don’t want to sleep alone» supone una ruptura importante respecto a sus anteriores obras. La superdesarrollada Taipei es sustituida como escenario por la empobrecida Kuala Lumpur. Hsiao-Kang, el protagonista de (casi) todos los largometrajes del realizador, emprende una huida desesperada de un modo de vida que ya no puede sostener más.

i-dont-want-to-sleep-alone-03.jpg

Sin querer revelar ninguna sorpresa, les aviso de que dicha translación no es en absoluto como se imaginan. Tsai se sirve de nuestra educación narrativa para, llegado un punto convertir la película que hemos visto en algo completamente diferente. El juego al que somete el director al espectador no es ni mucho menos gratuito, sino consustancial a lo que quiere explicar.

i-dont-want-to-sleep-alone-04.jpg

He leído críticas que catalogaron la peli como «cine comatoso», nada más lejos de la realidad. Más bien, lo alucinante es que al terminar el film no puedes creer que se haya contado tanto en esos largos y silenciosos planos en los que, aparentemente, no sucedía nada. Nada menos que un apasionante y poético triang… cuadrilátero amoroso. Hay que verla.

Tráiler: