Ya está disponible por los canales habituales “Still Life”, de Jia Zhang-Ke. Este film goza de cierta celebridad en nuestro país por haber ganado el León de Oro de la última Mostra de Venecia, y puesto así en evidencia a la plana mayor de los críticos patrios allí destacados. Ya se sabe, para esta gente lo importante es estar atentos a la alfombra roja y ver películas que se estrenarían en España una o dos semanas después (digo yo ¿Es que para ésas, no hay pases para la prensa aquí?), pasando olímpicamente de las propuestas realmente interesantes y exclusivas del festival, incluída la que nos ocupa.
Zhang-ke continúa con este film su particular recorrido por la geografia china. Esta vez le toca a la zona de la enorme presa de las Tres Gargantas, en la que nucleos urbanos enteros están siendo desalojados ante la subida del nivel del agua que provoca la gigantesca obra. El ambiente generado por tal circunstancia nos es mostrado a través de dos vistantes, cada uno con una historia personal que le hace viajar al lugar.
El film tiene una base argumental mínima, dejando mucho espacio a la contemplación del paisaje y de actividades cotidianas. Puede sonar a aburrido, pero la sensación de “visión de conjunto” que produce es brutal. Temas como la corrupción urbanística, la siniestralidad y precariedad laboral o el comercio de mujeres son tocados sin caer en panfletismos kenloachianos .
El realizador continúa empeñado en enseñarnos las entrañas del “Progreso”. En “The World”, gran parte de las escenas transcurrían en los pasillos, backstages y zonas para el personal de mantenimiento de un parque de atracciones.“Still Life” tiene como escenario las poblaciones semidesiertas al borde del hundimiento, con sus edificios a medio demoler, maquinaria pesada circulando y la gente recogiendo sus bártulos para emprender su éxodo particular .
También se aprecia un esfuerzo por enlazar el estado de ánimo de los personajes con el paisaje. No es casualidad que la mayoría de los diálogos ocurran en localizaciones con unas vistas espectaculares, de una belleza apocalíptica. Solo por ellas merecería la peli un estreno en pantalla grande en nuestro país, o puestos a pedir, en Imax.
Para muchos la reacción tras su visionado será: “es muy lenta”, “no pasa nada”. Aún así, merece la pena arriesgarse.
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