mayo 2007

Palme D’or(opel)

Se celebra estos días el Festival de Cine de Cannes, el más importante del mundo en lo que a impacto mediático, negocios y glamour se refiere, pero ¿Y de cine … qué?

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En un mundo en el que los costes de producción de un film se han reducido enormemente respecto a la década pasada y los trabajos de postproduccíón se han simplificado muchísimo con la única ayuda de un simple (pero ahora potente) PC, da la impresión de que el festival no ha conseguido adaptarse a los tiempos que corren. Tiempos en los que, no solo están surgiendo multitud de nuevos e interesantes realizadores, sino que también nuevas cinematografías en países hasta ahora sin tradición fílmica.

Mientras estas nuevas propuestas tratan de introducirse como pueden en las secciones paralelas, en la sección oficial acogen incondicionalmente a una élite de realizadores, muchos de ellos ya en sus horas bajas, meten alguna que otra superproducción americana en plan promocional, y si queda sitio, dejan pasar a algun nuevo valor, siempre y cuando hubiera participado en otros festivales, quizás menos famosos pero más arriesgados. Cada dos por tres el concepto de «deuda» arruina el palmarés: Cierto cineasta pasa años de excelencia cinematográfica pero de sequía en lo que a premios se refiere. Entonces llega un punto en el que los cabecillas del evento se dan cuenta de que hay que galardonar a fulanito, pues dejarlo sin reconocimiento con su historial queda muy feo. Así fulanito se lleva la Palma de Oro por la película que estrena ese año, que seguramente no sea de lo mejor que ha hecho, y además deja sin premio a fulanito II, que si entrega una obra maestra. Pero el damnificado que no se preocupe, dentro de x años, cuando esté acabado, le premiarán por su última tontería, y así ad infinitum….Sirva como ejemplo «El Viento que Agita la Cebada» de un ya cansino Ken Loach, que se alzó con el máximo galardon el año pasado.

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Otro tema bastante chungo es el de la autocomplacencia. Entre los films a competición abunda el cine de denuncia. Pero, hay una subcategoría de este cine que suele brillar en los premios, me refiero a estas peliculas en plan «miren en que mierda de país vivo, no como Francia, que es genial». Resulta vergonzoso que «Fahrenheit 9/11» llevase la Palma de Oro el año en el que competían «Oldboy», «Tropical Malady», o «La Niña Santa». Ver para creer. «Elephant» es una película brillante, pero jamás llevaría premio si no estuviese inspirada en la matanza de Columbine. Este año tenemos otro caso para dar la nota: «Persépolis», la autobiografía animada de la iraní afincada en Francia Marjane Satrapi, en la que cuenta su infancia y juventud en su represivo pais natal. El film se desarrolla mayoritariamente en Irán con fotografía en blanco y negro, pero al final, cuando la protagonista llega a Francia la pantalla se llena de color. Solo por eso sus posibilidades de llevarse algo crecen considerablemente.

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Ya nos han contado mil y una veces que los nazis fueron muy malos, que en EEUU son muy fachas, y que en muchos paises musulmanes viven todavía hoy en un régimen medieval, pero por ahí hay escondidas ciertas películas que hablan de enfermedades endémicas de este nuestro mundo burgués bienpensante como son la envidia, la ambición,la hipocresía y la vanidad, que generan insatisfacción y amargura en el mundo acomodado a la vez que explotan al resto del planeta. Pero claro, es más cómodo oir a Michael Moore pedir perdón por ser americano que mirarte a los pies y reflexionar que las zapatillas de deporte que llevas fueron cosidas por esclavos infantiles en paises que, con el dinero que te has gastado en tu flamante televisor de pantalla plana podrían comer familias enteras durante meses. Michael Haneke, David Cronenberg o Pedro Costa pertenecen al grupo de mimados del festival, pero mientras no adapten su discurso a la mentalidad burgesa, se tendrán que conformar con premios de consolación.

En pocas horas conoceremos a los ganadores de este año, se dice que Wong Kar Wai la ha pifiado bien, y que Kusturika se ha asentado definitivamente en el reino de la mediocridad, pero no duden que les acogerán con los brazos abiertos la próxima vez.

Y después… ¿Qué? (I)

Éste post está dedicado a hacer un repaso a autores que, tras realizar una obra de gran impacto de público y/o crítica han desconcertado al personal con sus siguientes trabajos o con segundas partes, digamos, alejadas del concepto original. Allá va:

Quentin Tarantino: «Pulp Fiction» (1994)

Todo dios flipamos con esta película. Su música, sus diálogos y su violencia marcaron una forma de hacer cine. La hasta entonces muy desconocida «Reservoir Dogs» se convirtió en preciado objeto de culto. Absolutamente todos los actores tarantinianos fueron (re)lanzados al estrellato, situación que unos aprovecharon mejor que otros. A Tarantino le salían guiones hasta por las orejas: «Amor a Quemarropa», «Asesinos Natos», «Abierto hasta el Amanecer»… tenían su sello, pero les faltaba la magia que destilaba «Pulp Fiction». Queríamos más Tarantino!!!

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Su segmento en «Four Rooms» estuvo bien, pero supo a poco. Tras 3 largos años de espera, saca nuevo largometraje, «Jackie Brown», y al verlo muchos nos preguntamos ¿Qué ha pasado?!!! Los diálogos «sui generis» seguían ahí, pero la lluvia de balas, la sangre en las camisas, las amputaciones de miembros y la narrativa fragmentada habían desaparecido. La película estuvo bien, pero nos dejó un poco frios, pues no daba lo que pensábamos prometía. Es posible que Tarantino, viendo su estilo convertido en parodia por culpa de multitud de imitadores mediocres, quisira distanciarse un poco del monstruo que (a su pesar) había creado. En cualquier caso, la absoluta genialidad de este hombre fue revalidada hace tres años con la(s) suprema(s) «Kill Bill».

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Masamune Shirow: «Ghost in the Shell»

Shirow es un caso aparte en el mundo del manga. Mientras que la media de tiempo de lectura por página para un cómic japonés es de unos pocos segundos, las obras de Shirow presentan una densidad a veces desesperante. Aún así, arrasa.

«Ghost in the Shell» conmocionó a los lectores. Allí, el legado de escritores como William Gibson o Philiph K. Dick se mezclan con la espectacularidad gráfica de Shirow para mostrarnos un mundo hipertercnificado en el que la conciencia es un concepto difuso y los virus informáticos pueden infectar incluso al alma, todo ello aderezado con buenas dosis de acción, sexo y humor. Durante mucho tiempo, esta obra junto con «Akira», de Katsuhiro Otomo era esgrimida por los «entendidos» del manga (que realmente sabían menos de lo que pretendían) para demostrar las excelencias del cómic japonés. Importantes cineastas y dibujantes de todo el mundo elogiaron con entusiasmo a Shirow y su magna obra. La excelente película de animación basada en el manga no tardó en aparecer, elevando a la estratosfera la popularidad de éste.

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El final de GITS redefínía de manera importante el status quo de los protagonistas, pero su caracter abierto permitía (para algunos demandaba) una segunda parte. Así que Shirow se puso manos a la obra … y la cosa acabó en truño. Vale, en la primera parte, Kusanagui estaba muy buena, pero convertir a GITS II en un «Culos en pompa flotando en el Ciberespacio» es ir demasiado lejos. Tras su lectura lo único que sacas en limpio es que sale una tía (no está claro si vestida o desnuda) flotando entre efectos infográficos y manteniendo conversaciones con unos minirobots (dibujados en 3D de manera pésima) sobre temas ciber-filosóficos que no creo que entendiese ni el encargado de traducir la obra al español. Un desastre sin matices. Para hacer esto, mejor haber sacado un libro de ilustraciones.

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Radiohead: «OK Computer»
«Pablo Honey» ya despuntó entre tanto britpop tonto. «The Bends» auguraba algo muy grande, y esa grandeza salió a la luz en 1997 en forma de «OK Computer». Radiohead se atrevieron a tirar del hilo progresivo mas de lo en principio recomendable para una banda con grandes aspiraciones comerciales, y la jugada les salió muy bien. Con este disco dejaron a la altura del betún a grupos de moda de la época como Blur, Oasis o Suede. El disco gustó en diferentes ambientes musicales hasta entonces aparentemente incompatibles. Se atrevieron a sacar como single una tema de ocho minutos, y a las radios no les quedaron más cojones que ponerla. Su fama les hizo capaces de convertir en comercial lo anticomercial.

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Tres años despues anuncian la salida de un nuevo LP. Siguiendo la linea pseudosuicida que les caracterizaba, advirtieron que esta vez no iban a sacar singles ni videoclips, y que los sonidos electrónicos estarían muy presentes en el disco. Pero las advertencias no fueron suficientes para adivinar lo que venía:»Kid A» era casi 100% electrónico. Las guitarras que antaño daban un poco de caña en el medio de tanta tristeza habían desaparecido. No sacaron single, pero tampoco sería posible, pues la sombra del ambient cubría todas las composiciones. Las influencias del progresivo alemán de los 70 eran evidentes.

Aún así, el disco vendió mucho, y gustar…, lo típico era oir «esta bien», «me gusta, pero….». Muchos aficionados al rock progresivo lo vieron con malos ojos, pues aparentemente la banda aprovechó el desconocimiento del género a nivel mainstream para fusilar deliberadamente fragmentos de aquí y allá, haciendo ver genialidad dónde solo había plagio. Polémicas aparte, no tardaron en sacar un disco con las sobras del anterior, «Amnesiac», esta vez con el aparato comercial tradicional, y un single que sonaba mucho a King Crimson. Hoy en día, ya muy pocos creen que la banda pueda superar algún día al mítico «OK Computer» .

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Proximamente, más…

Planetary a la española

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Mucho se ha hablado sobre la normalización del cómic/tebeo/bd en la cultura española. Que si en las bibliotecas públicas «Naruto» encabeza las listas de préstamos, que si las librerías generalistas dedican cada vez más espacio a los comics, que si las novelas gráficas con respaldo cinematográfico arrasan en ventas….

Eso todo está muy bien, pero, para una normalización definitiva, hace falta que el cómic patrio adquiera un atributo típico de aquí: La apropiación descarada de ideas foraneas. Si aquí tenemos nuestro propio Bowie, Bob Dylan (también tenemos Bowiedylan), Tool, «ER», «Anatomía de Grey», «Código Da Vinci», etc, etc, etc …. El cómic necesita casos similares para ser visto como un medio tan válido como los demás.

Para suplir esta grave carencia, aparece a la venta «Vórtice». El «material inspirador» de esta seríe es «Planetary» de Warren Ellis y John Cassaday. En aquella se nos cuenta una intrigante historia de conspiraciones a la vez que hace un recorrido por el imaginario de la cultura popular. Réplicas (por cuestiones de derechos) de superheroes icónicos se mezclan con monstruos japoneses, hombres de la selva o famosos detectives victorianos en tramas que incluyen secretos viajes a la Luna juliovernianos, computadores cuánticos, mundos paralelos y civilizaciones alienígenas milenarias. Pero «Vórtice» adapta la idea original a nuestra idiosincrasia: Aquí Superman, Sherlock Holmes o los viajes espaciales no pintan nada. En su lugar tenemos al Capitán Trueno, a Roberto Alcázar y Pedrín, Rajoy, Zapatero, Prestige, Marbella…. ¡¡¡Por primera vez la copia supera al original!!!!!

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La trama: Siglo XII. Tras una batalla que le cuesta la vida al Capitán Trueno, un objeto de extrañas y peligrosas propiedades se pierde en las profundidades de la «Costa da Morte». Año 2002. En las labores de taponado del hundido petrolero monocasco «Prestige», el objeto es recuperado clandestinamente. Año 2007. Sectores ultras de la derecha española ven en ese objeto la forma de recuperar, no solo el poder perdido en 2004, sino en la reinstauración del régimen. Pero tres personas unidas por el azar les pondrán las cosas difíciles….

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El Torres y Antonio Vázquez han hecho un trabajo genial. No puedo esperar por el segundo número. Aviso a los de Mondo Brutto: Si no le dedicais un artículo bien completito os pierdo el respeto.

«Vórtice» en El País

Discos de temporada

He aquí un repasito de los discos de (más o menos) reciente aparición que me tienen enganchado. Como diría Jerry Cornelius, es perfectamente posible que dentro de dos meses los deteste.

Battles «Mirrored»
Tras sus excelentes EPs recopilados por Warp el año pasado, la banda neoyorkina de math-rock vuelve a la carga con su primer LP, menos experimental que sus anteriores trabajos, pero con un sentido del ritmo endiablado. Escuchar «Atlas» o «Tonto» sin movimiento de cabeza o pie se me antoja imposible. Ciertos bucles sónicos te hacen entrar en un estado cercano a la epilepsia. Una vez mas, imprescindible.

!!! «Mith Takes»
Ciertas lenguas viperinas aprovechan el hecho de que la banda girara teloneando a los Red Hot Chili Peppers para decir que les han copiado su sonido. Yo no lo creo así, aunque es cierto que han reforzado su tendencia al funk y a los sonidos expansivos. Estos nuevos temas entran mejor que los antiguos en una primera escucha, y eso les beneficiará con un considerable aumento de popularidad, pero el riesgo de que el disco acabe quemado es mucho mayor. Ya se vera….

LCD Soundsystem «Sound of Silver»
Muchos lanzados ya lo han etiquetado como el disco del año. Un 9.2 en Pitchfork hace que pocos críticos se atrevan a ponerle pegas. Yo tan bueno no lo veo, aunque los temas «North American Scum» y «Someone Great» me tienen enganchado.

Maximo Park «Our Earthly Pleasures»
La prueba de fuego para que esta banda demuestre no ser un fugaz hype. A su favor: no llegaron al nivel de popularidad de Franz Ferdinand o Arctic Monkeys con su primer LP. En su contra: Inevitablemente, este segundo trabajo no tiene la garra de su debut. Yo apuesto por ellos