Releído “Uzumaki” de Junji Ito, me doy cuenta de que no solo es un grandísimo tebeo de terror, sino también una de esas obras que a través del delirio surrealista describen la realidad de manera más profunda que otros productos de vocación realista o incluso enmarcados en la no-ficción.
En “Uzumaki” somos testigos de como un pueblo costero japonés se ve poseído por la “maldición de las espirales”. Todo comienza con pequeños e inquietantes sucesos aislados que poco a poco van subiendo de escala hasta llegar a niveles apocalípticos de auténtica zozobra colectiva. Uno de los protagonistas se da cuenta de lo que sucede desde el principio, insta a sus allegados a escapar del pueblo y/o tomar la iniciativa para descubrir qué está pasando, pero nadie le hace caso. La escalada de terror e inverosimilitud asciende a lo demencial, pero la gente se adapta, se acostumbra a vivir a ese nivel de sinrazón sin cuestionarse nada, mirando para otro lado y esperando a lo que venga como ganado en el matadero.
Volvamos al “mundo real” y valoremos los hechos: Miles de personas poniéndose la soga al cuello por 30 o 40 años para pagarse un piso con un precio muy por encima de su valor real, inmobiliarias que no bajan precios porque se niegan a aceptar que la burbuja ha estallado… y la gente sin parar de hipotecarse, matriculaciones masivas en carreras con salida profesional cero (a sabiendas desde el momento de hacer la inscripción), millones de usuarios renunciando voluntariamente a la privacidad contando su vida en las redes sociales, medios de extrema derecha creciendo en audiencia mes a mes, partidos políticos “de izquierdas” aplicando severos recortes sociales y los progres a votarlos para “evitar males mayores”, las altas instancias del poder judicial politizadas a cara descubierta, “Más allá de la vida” arrasando en Telecinco…
No hay simplificación posible. Realmente todos somos culpables de la situación a la que hemos llegado. Unos por instaurar un entorno de sinrazón y otros por adaptarnos a dicho entorno sin cuestionarnos nada. Los movimientos de “indignación” de los últimos días dan lugar a la esperanza, pero una cosa está clara: Si seguimos eludiendo la responsabilidad personal, haciendo cosas porque “esto es así”, no habremos solucionado nada.
Y en un lugar que yo me sé nada de los que has dicho importa…hasta el Lunes, si es que sobrevivimos al Domingo.
Es que esto es así.
Me ha encantado el post, ese juego entre ficción-realidad. Además suscribo una por una tus palabras finales. Hay que empezar a reaccionar, ya, y desde lo mas cercano, uno mismo y alrededores.