Durmiente(s)

Sleeping Beauty

Lo que sigue puede sonar a excusa intelectualoide para justificar una película cuyo único atractivo es su morboso argumento y la promesa de abundante “carnaza” en su metraje, pero lo digo sin complejos: “Sleeping Beauty” tiene chicha (de la otra).

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La historia es muy simple: Lucy es una estudiante que le gusta pasarlo bien y se sostiene económicamente trabajando por (demasiadas) horas en varias cosas a la vez (minijobs!!!), pero su agobiante situación cambia cuando es aceptada como “empleada” en un selectísimo club de alto standing en el que señores mayores adinerados pagan por acostarse con mujeres que durante el servicio permanecen dormidas bajo el efectos de un sedante. Julia Leigh, debutante directora del film, muestra los (inconscientes) encuentros de Lucy con sus clientes  en toda su explicitud, y semejante decisión creativa le ha traído no pocas críticas negativas, ya sea por la gratuidad de las escenas como directamente por su repugnancia.

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Pienso, sin embargo, que dichas escenas conforman una potentísima metáfora de lo que nos está ocurriendo aquí y ahora. Las efectivamente, repulsivas imágenes de esos hombres viejos y poderosos manipulando el cuerpo de Lucy como un peso muerto, con la chica en ese estado por voluntad propia remiten directamente a una sociedad que ha perdido el espíritu de lucha, que fascinada por los modos de vida de la clase pudiente, se ha entregado a ella sin reservas con la burda esperanza de, algún día, pertenecer al club. Así estamos, con una juventud masivamente parada, sin recursos… y de derechas, y con una masa social prisionera de su innecesaria hipoteca, plegada a satisfacer los deseos de “los de arriba” con tal de no perder lo que ni siquiera es suyo todavía.

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Por supuesto, no se llega a semejantes reflexiones simplemente viendo a unos viejos pervertidos  sobando en  una joven dormida. Leigh prepara al espectador mostrando fragmentos de la vida cotidiana de Lucy, una realidad totalmente libre de metáfora que nos deja bien claro hacia donde hemos evolucionado: una suerte de clase precario-hedonista extremadamente puteada laboralmente pero no demasiado preocupada por ello mientras tenga “para vicios”, y siempre con la esperanza de mejorar su situación mediante algún pelotazo, ya sea con una quiniela ganadora, entrando en Gran Hermano o obteniendo una nómina con la que pedir una hipoteca (ups, esto último hace ya años que no cuela).

Tráiler: