Allá por el año 2000 y alrededores, en la esfera del cómic no podríamos encontrar dos términos más antagónicos que Nouvelle BD y Superhéroes. Dos géneros, o corrientes, o como les quieran llamar que se erigían como tótems inequívocos de lo gafapasta y lo friki respectivamente, cuando gafapasta aún se escuchaba muy muy poco y friki se escribía freakie y solo era usado extensivamente dentro de los círculos freakies.
A pesar de esa intensa guerra declarada (a nivel foros de internet y blogs, sobre todo) entre los acérrimos de lo uno y de lo otro, lo cierto es que a nivel artístico existían puntos de contacto suficientes entre ambos universos como para que se diesen intersecciones. Sí, hubo algún que otro libro de nouvelle BD con superhéroes. Les cuento de dos que cayeron en mis manos por aquella época.
El primero, “Cycloman”, es obra de Charles Berberian (guión) y Gregory Mardon (dibujo) y vino presentado en formato novela gráfica con todas las de la ley: tocho de casi doscientas páginas, autoconclusivo y muy libre a nivel autoral. “Cycloman” bebe de fuentes diversas y heterogéneas, podríamos definirlo como un “El Gran Héroe Americano” + “Iron Man” + “Mazinger Z”, con unas pizcas de metalenguaje alanmooreano (ligerillo, no se crean), todo ello cocinado sobre una base de costumbrismo marca Berberian. Muy agradable de leer, y sobre todo, de mirar. Pese a que hablamos de uno de sus primeros trabajos, Mardon ya se manejaba con la soltura de dibujante curtido, demostrando que podía lidiar sin problemas con todos los ambientes que la historia demandaba, desde una tarde de compras en las calles de París hasta el surgimiento de un gigantesco monstruo de las entrañas del fondo oceánico. Desde entonces no dejé de seguir a este excelente dibujante.
El otro tebeo en cuestión es “Urani”, realizado a cuatro manos por David B. y Joann Sfar. A cuatro manos con todas sus consecuencias: el resultado final recuerda a esos tebeos hechos a medias por niños entusiasmados en el que uno elabora una página mientras otro va empezando con la siguiente, en un continuo “dibújame tú esto que no me sale”, “esto otro queda mejor con tal detalle, ya te lo completo yo”, “en este viñetón yo hago esto y tú esto otro”, etc. Un álbum que destila magia, vamos.
Si en el de Berberian y Mardon lo superheróico surgía de un sustrato costumbrista, en “Urani” es un elemento fantástico más en el deliberadamente fantasioso escenario en el que se desarrolla la historia. Urani es la ciudad imaginaria por autonomasia, tiene espías, dioses, genios del crimen, científicos locos, gansters, animales antropomórficos y, como no, superhéroes: la enigmática y poderosa Europa, que a lo largo de la historia, irá descubriendo detalles de su borroso pasado.
Este primer álbum termina en “continuará” rotundo, dejándolo todo abierto. Pero como tantos otros caprichos de Sfar y compañía, nunca verá continuación. Es lo que tiene la libertad-libertinaje de la nouvelle BD: los autores dejaban tirado al lector a la primera de cambio. Si la autoría del álbum se desarrolló con la mágica mentalidad de unos niños de primaria, la planificación y la constancia para continuar la historia fue también propia de esa edad.
“Cycloman” fue editado en España por Ediciones De Ponent y supongo que todavía se podrá encontrar en buenas librerías especializadas. “Urani” creo que no, la edición que poseo es portuguesa (llegaba bastante material de nuestros vecinos a selectas librerías gallegas) y vista su condición inconclusa, no creo que vea la luz jamás.
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