Dollhouse

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Si nos fijamos un poco en el panorama televisivo, nos daremos cuenta de que el éxito de una serie viene dado en gran medida por el carisma de sus protagonistas. “House” y “El Mentalista” arrasan, “Sin tetas no hay paraíso” ha pasado a denominarse popularmente como “El Duque”, y  los episodios más valorados de “Lost” son aquellos en los que Jack, Locke o Ben ‘sacan pecho’. Es por ello que la última propuesta de Joss Whedon para la pequeña pantalla resulta poco menos que suicida: una serie cuya protagonista es vaciada completamente de personalidad.

DOLLHOUSE:  Boyd (Harry Lennix, L) and Topher (Fran Kranz, C) prepare Echo (Eliza Dushku, R) for her next engagement in DOLLHOUSE premiering Friday, Feb. 13 (9:00-10:00 PM ET/PT) on FOX. ©2008 Fox Broadcasting Co.  Cr:  Greg Gayne/FOX

Dollhouse es una organización privada clandestina que alquila “personas hechas a medida” a una clientela  económicamente selecta. Una amante ocasional, una (imaginaria) novia de toda la vida, un guardaespaldas…  todo es posible. Para ofrecer estos servicios, Dollhouse recluta a personas que, por voluntad propia, se someten a un borrado completo de memoria y se comprometen a servir durante un periodo de cinco años como recipientes para dichas personalidades de encargo. Durante la serie seguiremos las andanzas de Caroline Farrell, de la que en principio no sabemos nada más que  se encuentra en problemas, viéndose obligada  a firmar el contrato para convertirse en la ‘activo’ Echo.

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Desde el principio, la serie discurrirá por dos cauces. Por un lado tenemos la parte procedimental, en la que Echo resuelve la ‘misión de la semana’ con su ‘personalidad de la semana’.  Por otra parte, se desarrollarán otros hilos argumentales a gran escala, gracias a los cuales nos iremos enterando poco a poco de qué es Dollhouse, cómo funciona y como fue a parar allí la dulce Caroline. En esta línea tiene especial relevancia el personaje del agente del FBI Paul Ballard, que rastrea las actividades de la misteriosa organización, pese a que su misma existencia es considerada una leyenda urbana.  Según pasan los episodios, la parte procedimental va perdiendo peso para centrarse completamente en las pesquisas de Ballard y las relaciones entre el personal y los activos de Dollhouse.

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La serie combina con acierto un ‘casting Danone’, buenas dosis de ambigüedad moral y  unos planteamientos argumentales ‘dickianos’ que sacan el máximo partido a la idea inicial. Quizás esos atrevimientos conceptuales cercanos a la “hard sci-fi” fueran los culpables de la baja audiencia obtenida por el producto. Milagrosamente, la Fox ha renovado contrato para una segunda temporada. Habrá que disfrutarla mientras dure…