“El Caballo de Turín” ha sido la película más bella y a la vez más dura que he visto en mucho tiempo. El “vaciado de contenido” ejercitado en ella por Béla Tarr no debería sorprender a los conocedores de su filmografía, pero en esta ocasión nos sacude en lo más hondo de nuestro ser, como individuos y como colectivo.
Lo que vemos en pantalla, así tan abstracto, tan desubicado, es la metáfora definitiva de lo que nos está pasando aquí y ahora: El mundo se descompone poco a poco y lo sabemos, lo sabemos porque nos afecta directamente, y aún así seguimos como si nada, esperando sin esperanza, mirando hacia otro lado como el niño que cree que va a borrar de la existencia algo que no le gusta cerrando los ojos.
Obra maestra sin paliativos. No creo que exista una película en lo que llevamos de década que nos haya definido tan bien a todos.
Queda dicho.
«No creo que exista una película en lo que llevamos de década que nos haya definido tan bien a todos»
Los Mercenarios 2, he dicho!!!!
Joder, ya tenía ganas de verla, pero ahora me has puesto los dientes largos.
Diego: Pese a que la 1 no me hizo demasiada gracia, veré la nueva (en DVD, eso sí). A ver si la vena autoparódica de la que hablas me convence.
Lughnasad: De las imprescindibles de este año. No te la pierdas.