En los últimos diez años, la industria de los videojuegos ha sufrido una brutal transformación. La incursión de tecnología 3D a nivel doméstico, la expansión del PC y el fenómeno Playstation hicieron a los juegos cada vez más rentables y sofisticados.
La situación actual se puede calificar de monstruosa. La industria del videojuego supera en ingresos a la cinematográfica. Los equipos de desarrollo de entre 1 y 20 personas de antaño se han sustituido por cientos que tardan más de un año en terminar un producto. Se contratan actores famosos para poner cara y voces a los personajes. En resumen, los ingresos hacen sombra a los del cine, pero muchas veces también los presupuestos manejados. Y como siempre, el miedo al fracaso económico limita la creatividad. Salvo honrosas excepciones, el mercado no se sale de los cuatro géneros que triunfan. Hace años, comprabas la Micromania y la variedad saltaba a la vista, ahora pasas las hojas y solo encuentras pantallazos de mundos oscuros llenos de soldados hipertecnificados, gansters o fantasias pseudo-tolkienianas.
Nuevos planteamientos son necesarios para hacer evolucionar el medio. Y ahí están los desarrolladores independientes, su «amor al arte» y sus juegos gratuitos para aportar un poco de aire fresco a esta anquilosada situación.
El colectivo indie, consciente de sus limitaciones económicas, vuelve a la sencillez de la era pre-poligonal, pero ahora libres de limitaciones técnicas y armados con sofisticadas herramientas que facilitan el desarrollo y liberan el intelecto para un uso más creativo. Se manejan conceptos no competitivos, basados en el disfrute puro, cuales hula-hop o yo-yo. Los universos son mínimos, pero perfectamente estudiados. El manejo extremadamente sencillo. He aquí tres buenos ejemplos (y sus enlaces):
«N, The Way of the Ninja»: Tres controles (izquierda, derecha y salto), una pantalla sin scroll llena de plataformas, minas y centinelas. Manejamos a un supuesto ninja hecho de «palitos» cuyo objetivo es abrir la puerta de salida y pasar al siguiente nivel. Para ello disponemos de 90 segundos, que podemos aumentar recolectando items dorados dispersos por la pantalla. ¿Suena a primitivo? No lo verán así cuando estén inmersos en el frenesí de velocidad y la suavidad de movimientos antigravitatorios. Parece mentira que ponerse en la piel de ese minusculo muñequito nos haga sentir como un chino volador a lo «Tigre y Dragón». Nada menos que 500 niveles incluidos de serie y miles a descargar en la red (incluye editor).
«Knytt»: Manejamos a una especie de mono que, tras ser abducido y abandonado en un extraño planeta, debe recuperar las piezas de un platillo volante para volver a casa. Las únicas acciones posibles son el movimiento básico salto y escalada, apenas aparecen enemigos, que solo podremos evitar (no matar). Viene a ser un «plataformas» donde prima la exploración de ese inmenso laberinto caracterizado como un planeta alienígena. Un auténtico juego Chill-Out.
«flOw»: Pero para Chill-Out, el que nos ocupa. En flOw somos una especie de organismo que flota en un espacio infinito de varios niveles de profundidad. Nuestro único objetivo: comer y crecer. Cada uno de los bichos que digerimos modifican nuestra morfología. Si no hay alimento en nuestro «plano» podemos acceder a los adyacentes comiendonos unos items especiales. Pero cuidado, el resto de organismos que pululan por ahí pueden comernos trozos, frenando nuestro desarrollo. También podemos evolucionar a formas completamente diferentes a la original. Totalmente hipnótico.
Para saber mas visiten Gameover.es
Jaja, gracias, ya conocía el Flow. De los otros el que mejor pinta es el del ninja, un bomberjack.
Los videojuegos actuales me irritan, son demasiado complejos y difíciles. Mis videojuegos favoritos son los de 2D de las recreativas, aquello sí que era diversión absurda. No entiendo por qué un videojuego debe tener diversión o personajes; si quiero de ambas cosas me leo una novela o veo una peli. Cuando juego quiero acción. Bueno, en realidad eso invalidaría las aventuras gráficas, pero ésas son otro mundo.
Si has leído Bone tienes que jugar a su videojuego, también indie.
Totalmente de acuerdo. Yo al ver los joystics actuales ya me asusto. Que si mando analógico, que si digital, que si 12 botones…Que gran invento el MAME
El «N» es alucinante, una vez te adaptas a su «física» ingravida haces virguerias a toda leche.
Muchas gracias por el enlace a Gameover.es, de flow no hemos hablado todavía. Es curioso que la gente se empeñe en gastarse el dinero en juegos con los buenos y entretenidos juegos gratuitos que existen.