Izo

Los habituales de este blog conocerán mi predilección por Takashi Miike y su delirante filmografía. Reseñar «Izo» era un asunto pendiente desde hace tiempo, y al fin le ha llegado la hora.

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Si hay que definir este film con una palabra, esa es Nihilismo, así con mayúscula. Porque «Izo» es nihilismo destilado, en forma y fondo. Miike expone magistralmente como el concepto de «finalidad» o «sentido» es una construcción humana, el autoengaño definitivo; y esa obsesión por buscar un sentido, no solo nos autodestruye, sino que permite a la élite en el poder tenernos a todos bajo control.

Los primeros fotogramas ya nos introducen en el tema de manera espléndida: Diapositivas e imágenes documentales nos muestran el proceso de nacimiento de un niño, desde la eyaculación al parto; repentinamente nos transladamos al Japón medieval con Izo crucificado y siendo ensartado con lanzas; segimos con una secuencia de imágenes que mezclan grabaciones bélicas, explosiones nucleares y gente divirtiendose en piscinas y parques de atracciones, todo ello con un fondo musical desgarrador. Esta intro, capaz de mezclar de manera tan siniestra nacimiento, muerte, crueldad y consumismo, nos prepara para las casi dos horas siguientes de delirio existencial.

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Izo es el nuevo Anticristo. No viene a la Tierra en nombre de Satán, de hecho, al igual que Jesús, sufre, muere y resucita; pero no para salvar a la humanidad, sino que para vengarse de ella. Izo es una anomalía, capaz de viajar por el espaciotiempo con el objetivo de acabar con los culpables de su muerte y portadores del poder establecido. Sus caóticos saltos le llevan a todo tipo de escenarios que ponen en evidencia la superestructura de las sociedades acomodadas . Una boda, un templo budista, el centro financiero de Tokyo, un colegio… en todos ellos Izo se da un festín de sangre; para él todos somos carne de cañon, incapaces de aceptar nuestra naturaleza y condenados por ello a la esclavitud.

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Todos aquellos conceptos «aportadores de sentido» son puestos en cuestión: nación, familia, dinero, religión, sabiduría… Izo se enfrenta a ejecutivos vampíricos; responde a las palabras de un monje budista meándose delante de su cara; en un colegio perdona la vida únicamente a una clase donde la profesora enseña a los niños que «nación» es solo un sistema de control. Izo no se detiene ni ante su madre (literalmente).

No esperen congruencia narrativa en este film. «Izo» es un paseo por las patologías sociales del primer mundo y un escaparate de la crueldad humana. Un auténtico documental surrealista; un «Lonely Planet» donde el agradable viajero/narrador es sustituido por un asesino implacable, intentando demostrarnos que el concepto de finalidad es autodestructivo, incluso consigo mismo, pues su obsesión por la venganza va borrando poco a poco los retazos de humanidad que le quedan.

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Ni bombas nucleares, ni ataques químicos ni asteroides, ni cambio climático… El fin del mundo ya se está produciendo dentro de cada uno de nosotros ¿Es posible arreglar el daño ya hecho?