Tras más de una década desde que abandoné la lectura de best sellers literarios, vuelvo a la carga con el libro-acontecimiento de la temporada: “Los hombres que no amaban a las mujeres”, primera parte de la archiconocina Trilogía Millennium, obra de difunto periodista sueco Stieg Larsson.
La novela sigue a pies juntillas las directrices básicas de muchos de esos libros que se venden como churros: Unos protagonistas “muy profesionales” en lo suyo construidos a base de psicología de manual, un misterio a resolver que mantiene al lector enganchado, un estilo de escritura que hace pensar que aquello es más un guión cinematográfico que una novela…
Sin embargo, la obra de Larsson cuenta con algunos puntos de interés que la apartan de la tontería generalizada presente en los expositores de “lo más vendido” de librerías y grandes superficies. A saber:
- La trama se desarrolla en torno a la resolución de un crimen histórico: recuerdos borrosos, viejas fotografías de personas ya muertas, casas deshabitadas, el presunto criminal dando señales de vida… un conjunto de elementos que provocan, por momentos, la transformación del relato en un tétrico cuento de fantasmas.
- Aunque la Biblia tiene su papel en la historia, olvídense de conspiraciones religiosas, de Illuminatis, Templarios y todas esas mandangas. Larsson aborda un tema mucho más fascinante: la podredumbre interior de la supuestamente ejemplar sociedad sueca. El autor destroza la pantalla de tolerancia y bienestar social de su país para mostrarnos una realidad subterránea de corruptelas político-económicas y violencia contra las mujeres, tan extendida como oculta tras una densa capa de silencio e hipocresía.
- La novela presenta un carácter Eurotrash difícil de encontrar en este tipo de productos. Tanto es así, que a ratos parece tocada por el genio de Miguel Ángel Martín y otros future-shockers: violencia sexual, unos protagonistas extremadamente promiscuos y desinhibidos, sadomasoquismo, nazis, hackers… toda una gozada neo-pulp.
- Lisbeth Salander mola.
En resumen, una lectura de verano altamente recomendable (ya estoy terminando la segunda parte de la trilogía). El hecho de que una novela de estas características tome el relevo a las tonterías de Dan Brown y clones, hace pensar que todavía no está todo perdido para la cultura mainstream.
Si me permites un comentario acerca del punto 2, en Suecia hay muchísima, pero muchísima menos corrupción que en cualquier otro país de Europa, sobre a todo a nivel político. Eso no quita que a nivel empresarial lógicamente la cosa cambie, y no deja de ser una novela de ficción. Hay uno cosa que es cierta y me lo ha explicado mi novia que es sueca, en la cultura protestante en general, está muy mal visto hacer pequeñas malas cosas (como defraudar a hacienda, trapicheo. etc) al contratio que en la católica, es como si el camino hacia Dios fuera mucho más estrecho. Eso sí, una vez que alguien se sale entonces cometen los asesinatos mas atroces , porque ya están fuera del camino. Es una comparación curiosa pero cierta, en los países católicos hay muchos más pequeños crímenes pero muchos menos grandes crímenes que en los protestantes. Buen blog!
Gracias por la aclaración.
Es curioso lo que dices acerca de la diferencia entre la moral católica y protestante y las «raterías». Precisamente existe un (polémico) vídeo en el que Sanchez Dragó echa pestes de España en parte porque aquí siempre tienes que estar en «modo alerta». Se puede ver aquí.
A todo esto… Dragó me parece bastante chunguete.