Le tenía un poco perdida la pista al universo “palormariano” de Gilbert “Beto” Hernandez. He leído bastante material suyo en los últimos años, pero todo él ajeno al microcosmos generado a partir de las ya míticas historias de “Sopa de Gran Pena”. No he tenido noticias de Luba y compañía desde la ya lejana “Rio Veneno”… hasta ahora. En un ejercicio de elipsis lectora me reengancho a la saga con “High Soft Lisp", el último recopilatorio americano que, siendo sincero, adquirí por pura influencia de su portada, un irresistible arrebato pop de fluorescente atractivo.
El contenido del volumen me resulta curioso a la vez que consecuente con la trayectoria, llamémosle paralela, de Gilbert en el último decenio. A través de Rosalba “Fritz” Martínez, medio hermana de Luba el autor mezcla el desarrollo de personajes bigger than life de Palomar con los experimentos bizarros, a medio camino entre la serie B y lo linchyano, a los que nos tiene acostumbrados últimamente.
Fritz: psicoanalista, actriz en películas de serie Z, tetas grandes, fijación sexual con las pistolas, habla con un ligero ceceo. Mark Herrera: exitoso gurú de la autoayuda, obsesionado con un misterioso animal acuático nunca fotografiado, seis turbulentos matrimonios a sus espaldas, le excita compartir su pareja con terceros, casado con Fritz durante tres años. Imagínense los retazos de vida que puede construir Beto en base a estos personajes.
Beto aprovecha la condición de actriz de cine de derribo de su protagonista para aventurarse en los terrenos de la metaficción. Ya son varias las novelas gráficas e historias cortas en su haber que “adaptan” las películas protagonizadas por Fritz a lo largo de sus trayectoria vital. Una derivación con pocos precedentes dentro de cualquier medido de expresión, y en cualquier caso nunca llevada tan lejos.
Siempre he sido más de Jaime que de Beto, aún cuando muchos consideraban al segundo el mejor de los Hernandez. El tiempo ha puesto a Jaime en su sitio, como auténtico superdiós del comic, dejando a Beto en la sombra, como un experimentador irregular incapaz de alcanzar la intensidad emocional y vitalista de su hermano. Quizá sea cierto, pero no quita que el ahora “hermano feo” sea un autor superlativo, con una capacidad de generar extrañeza y crear personajes “vivos” mucho mayor que la del 90% de los autores que pululan por el mundillo. Sin tiempo que perder, me lanzo a la lectura del tochal “Luba”, recientemente editado por La Cúpula. A rellenar huecos.
Hola .Estupenda reseña .No puedo estar más de acuerdo contigo en tuopinión sobre los » Hernández Bros. » Jaime , un prodigio narrativo-artístico, ( me encanta su dominio de luces y sombras , del blanco y negro en general ) pero la ( s ) saga ( s ) de Palomar quedan en mi memoria de universitario desencantado como un hito , con esa Luba que parece ( es ) de carne y hueso , de poco hueso y mucha , mucha carne…
Por desgracia , deberé esperar la edición española de » High Soft Lisp » para engancharme de nuevo a la lectura de comics.Estoy un poco en horas bajas lectoras…
saludos.
No creo que tengas que esperar mucho. En los últimos tiempos La Cúpula se está desmelenando a sacar material de los Hernández. Supongo que despues del tochal de «Luba» le tocará a éste.
Sobre Jaime, flipo además con su grado de compromiso con los personajes. Semejante bagaje de historias hacen complicada la entrada en su mundo del lector no iniciado. Seguro que si hiciese un paréntesis, como su hermano, para sacar una novela gráfica autónoma y autoconclusiva lo petaría en el mercado como lo están haciendo Clowes, Sacco o Burns. Pero nada, no se apea de Maggie, Hopey y demás. Integridad creativa absoluta.
Un saludo.