De Pang Ho-Cheung yo solo conocía la pasadísima de rosca a la par que superlúcida Dream Home. Con ese precedente, cuando me entero del argumento de su Exodus las expectativas de salvajada se me ponen por las nubes: un policía de bajo rango se entera, a través de la declaración un trastornado voyeur, de la existencia de una red conspirativa de mujeres que asesinan a sus maridos “por lo bajini”, a base de venenos y bricolaje, simulando enfermedades y accidentes. Con semejantes credenciales, era de esperar una comedia negra loquísima con su buena ración de muertes de diseño… pero no.
Exodus es, pese a todo pronóstico, un film contenido, incluso contemplativo en no pocas ocasiones. Tiene un high concept muy loco, pero Ho-Cheung lo ha utilizado precisamente por su inverosimilitud, como herramienta metalingüística para destapar otra realidad subterránea mucho más banal. En la peli se desarrolla un discurso silencioso sobre el coste de mantener el status quo, sobre los desequilibrios de poder en la pareja y sobre la soledad interior. Todo ello se expone a partir de los detalles: localizaciones, composición de los planos, objetos, vestuario… todo funciona como un reloj para abrirnos un poco más los ojos ante la superestructura psico-social en la que estamos inmersos, que genera mujeres maltratadas y chandalistas calzonazos de mediana edad a partes iguales.
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