Al dúo Plaid le ha tocado históricamente ser el patito feo de la IDM dentro del sello Warp. Sin la radicalidad de Autechre ni el talento maestro de Boards of Canada para generar paisajes sonoros, siempre han operado a medio camino entre esas agrupaciones. No nos engañemos, eran buenos, muy buenos, pero el haber desarrollado su carrera al lado de semejantes compañeros de viaje los ha convertido en víctimas del agravio comparativo. Plaid tuvo que asumir un papel de grupo IDM estándar, por encima de la media, pero al fin y al cabo, “del montón”.
A día de hoy pienso que la situación ha cambiado. La movida IDM en sentido clásico ha desaparecido casi por completo, y de los tiempos gloriosos solo siguen en activo aquellos que realmente tenían algo que decir. Es ahora cuando podemos valorar a Plaid en su justa medida. El dúo ha brillado con especial fuerza a partir de la segunda mitad de los 00s, tanto poniendo banda sonora a los films de Michael Arias como refrescándonos la memoria de los viejos tiempos con el notable Scintilli (ojito a esa sintonía apócrifa de Doctor Who que es Unbank).
Reachy Prints, su último trabajo recién salido del horno, supone una auténtica culminación de lo que han desarrollado en estos últimos años. Nueve cortes sin desperdicio donde despliegan su habilidad para componer ritmos y melodías de escucha sencilla y construcción compleja. Lo suyo es jugar con las texturas para generar extrañeza y misterio sobre un tipo de música que, superficialmente, aparenta sencilla y convencional.
Cuanta más atención pongan durante la escucha, mayor riqueza de matices encontrarán, pero la vocación de Reachy Pints no es de “música electrónica para entendidos”. Pienso que es muy disfrutable fuera del mundillo, y en un universo mainstream más abierto y menos plegado a promocionar lo ultraconvencional y la petardez, podría haberlo petado. Pero bueno, como decimos en mi tierra eche o que hai…
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