Tratar el tema de la guerra en el cine es un asunto harto complicado. Las implicaciones sociales, económicas, morales e ideológicas asociadas a un conflicto armado son tan complejas y están tan sujetas a la subjetividad que es imposible no caer en la simplificación o en la ingenuidad cuando intentamos sacar conclusiones acerca de ello. En muchas películas, ese inevitable efecto reduccionista es tan acusado, que las deja hundidas en el terreno de la mediocridad. Ese no es el caso de “Caterpillar”, lo último del grandísimo realizador japonés Kôji Wakamatsu.
Basándose en el relato corto “La Oruga” del genial Edogawa Rampo, Wakamatsu alcanza altísimas cotas de complejidad y ambigüedad minimizando contexto, personajes y argumento: En un pequeño poblado japonés, durante la II Guerra Mundial, a una mujer le es devuelto su marido tras perder éste todas sus extremidades en el campo de batalla, así como la capacidad de oír y hablar. Tan simple como terrible.
Con ese punto de partida, con gran parte de la acción discurriendo dentro de la casa del matrimonio protagonista y cargando los dos (estupendos) intérpretes principales con casi todo el peso dramático del film, resulta increíble ver como se despliega ante nosotros un inmenso fresco de lo que supuso para Japón participar en esa terrible guerra. Esta todo allí: el culto al (falso) héroe, la alienación provocada por el “sentimiento nacional”, el infierno psicológico al que quedan sometidos los retornados y sus familiares…
Con todo, el alcance del film no acaba ahí. Aprovechando la coyuntura de la amputación, Wakamatsu se adentra en terrenos neocárnicos dignos del Cronenberg más radical. No se corta a la hora de mostrar los momentos más íntimos de la pareja en todo lo relativo al cuerpo mutilado del soldado. A través de los horrores de la carne, consigue expresar el estado mental de los protagonistas, y por extensión de todo un país con asombrosa y espeluznante claridad.
Parece que Suehiro Maruo ha adaptado a manga el mismo relato. Conociéndolo, es de esperar un resultado menos sutil pero mucho más desquiciado e instalado en la narrativa de la pesadilla que el de la peli que nos ocupa. No puedo esperar a tenerlo en mis manos.
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