The Death Ray

Eightball

Hace unos años que tengo medio apartado a Daniel Clowes de mis lecturas. Puede que el hecho de que se haya convertido en uno de los popes (involuntarios) del movimiento “Novela Gráfica” junto a un inconfeso esnobismo interno mío que tiende a alejarme de cosas “antes minoritarias, ahora éxitos de público y crítica” fuesen los elementos combinados que provocaron ese distanciamiento. En fin, nunca es tarde para ponerse al día, y yo lo he hecho estos días devorando sus últimos trabajos (a la espera de “Wilson”), y la verdad, “The Death Ray” me dejó alucinado.

Daniel Clowes - The Death Ray (1)

En esta historia que ocupa íntegramente el número 23 de la ya mítica cabecera Eightball nos propone una revisión del mito de Spider-man para la era del vacío. Andy es huérfano, tiene 17 años y vive con su abuelo. Cuando fuma de estrangis su primer cigarrillo, descubre la herencia que le deja su difunto y científico padre: genes de superfuerza activados por nicotina. Investigando un poco más encuentra un segundo y terrorífico regalo póstumo: La pistola emisora del “rayo de la muerte”,  un artefacto que puede eliminar de la faz de la tierra y sin dejar rastro a cualquiera que se le ponga delante. Un arma que solo puede ser utilizada por Andy, pues únicamente responde a su firma genética.

Daniel Clowes - The Death Ray (2)

Andy parece Peter Parker, pero no es Peter Parker: Su abuelo no muere a manos de un atracador, sino que lo hace lentamente víctima de una enfermedad degenerativa. Andy no es un nerd víctima constante de abusos, pero tampoco es un genio. Y sobre todo, Andy no puede balancearse entre gigantescos rascacielos, pero si hacer desaparecer a quien quiera con total impunidad. Nuestro “héroe” vive la parte oscura de la fantasía de poder adolescente. Cuando este tipo de pensamiento escapista surge, creemos que estar en posesión de “el poder” solucionaría todos nuestros problemas… que inocente es la imaginación.

Daniel Clowes - The Death Ray (3)

Si Stan Lee predicaba que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, Clowes replica con que nadie en el mundo dispone de suficiente responsabilidad para gestionar el poder (no digamos ya los concejales de urbanismo).  Nos revela una realidad devastadora en la que no hay nada ni nadie que pueda marcar la diferencia, cual Obama del “quiero pero no me dejan”, y que  incluso las buenas intenciones pueden ser destructivas en un mundo mucho más complejo que la simplísima proyección que de él tenemos en nuestros cerebros. Andy la cagó con su rayo de la muerte, igualito nos pasaría a nosotros.

Daniel Clowes - The Death Ray (4)