Cómic

Década 0, Cara B (X): Zhong Guo

Zhong Guo

En las últimas décadas, el maestro Hermann Huppen ha mantenido la sana costumbre de alternar nuevas entregas de sus series largas (Jeremiah, Bois-Maury…) con álbumes autoconclusivos de diversos géneros y temáticas. Allá por 2003 lanza uno de esos one-shots, titulado Zhong Guo. Un, llamémosle, technothriller escrito por su hijo Yves H. y editado en España por Dolmen.

Zhong Guo no cuenta nada realmente nuevo dentro del género, recurre a conceptos mil veces vistos con anterioridad, pero el modo de presentarlos junto con la depuradísima narrativa y puesta en escena de Hermann convierten a esta pieza corta en una joyita a reivindicar. En apenas 50 páginas, los Huppen despliegan un universo futurista y corporativo dominado por la informática, los avances en genética y el advenimiento de las interfaces hombre-máquina con cierto toque de distinción respecto a lo que se solía ver en ficciones similares de la época.

Lo primero inusual, la localización. Frente la predominancia de  “lo japonés”  como paradigma cyberpunk, Zhong Guo se desarrolla en una China futura que compite en igualdad de condiciones con los E.E.U.U. por el puesto de potencia hegemónica mundial. Vale que hoy por hoy eso no suena muy original, pero en los dosmiles precrisis no se tenía ese concepto de China (ni de Rusia, ni de los países árabes exportadores de petróleo) como superpotencia capaz de fagocitar económica y culturalmente a los países occidentales. No se veía en esas potencias hipercapitalistas emergentes la capacidad de, literalmente, comprar el mundo por parcelas tal y como lo están haciendo.

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El halo más o menos visionario del tebeo que nos ocupa no se reduce únicamente a la localización. De alguna manera, su planteamiento estético-narrativo adelanto algunas constantes estilísticas del audiovisual que se está haciendo ahora mismo: arquitecturas diáfanas, esteticismo cromático, pulcritud y mimo en el encuadre de espacios interiores, escenas de acción milimétricamente coreografiadas e integradas a la perfección con el entorno, sutil presencia  de las nuevas tecnologías en el mundo futuro… Una serie de recursos que no son nuevos, pero son muy agradecidos a la (no)textura cristalina del HD, y a los que, gracias a la mejoras tecnológicas de los equipos de grabación y edición, se recurre cada vez más. No digo que Zhong Guo haya sido la fuente de inspiración de cosas como Skyfall, Solo Dios perdona o Black Mirror (por poner tres ejemplos relacionados), pero hay que admitir la audacia de Hermann para adelantarse a lo que sería tendencia 10 años después.

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Zhong Guo está ahora tristemente descatalogado, pero se puede conseguir a buen precio en tiendas de segunda mano. Si lo ven, ya saben, dinero bien gastado.

Lo Mejor de 2013: Comics

Lo Mejor de 2013 - Cómics (intramuros.es)

Top 10 

10 Los Surcos del Azar Los Surcos del Azar, de Paco Roca
Lo admito, no puedo evitar los prejuicios hacia este tipo de material (muy cansino el tema para mí ya…). Sin embargo, me rindo ante lo que el señor Roca ha desplegado en estas monumentales trescientas y pico páginas.
 
9 Beowulf Beowulf, de Santiago García y David Rubín
Vanguardia y primitivismo se unen en una novela gráfica que muerde y salpica. Enorme en todos los sentidos, y más pensando en que sus autores la sacaron adelante en 8 meses escasos.
 
8 grandes-preguntas Grandes Preguntas, de Anders Nilsen  
Siguiendo con obras monumentales, ésta se lleva la palma de entre las editadas en 2013: 15 años de trabajo para producir 600 páginas de pura exquisitez. Enormemente lírica a la vez que didáctica. Rara avis.
 
7 la_hermandad_de_historietistas_del_gran_norte La Hermandad de Historietistas del Gran Norte, de Seth
Nuestro “atrapado en el tiempo” favorito expande el particular (y atrapado en el tiempo) universo comiquero que ya nos había mostrado en Wimbledon Green. Esta vez desde el ángulo de los autores y sus tebeos. Resultados igualmente excelentes.
 
6 Fraction Fraction, de Shintaro Kago
Tras el aluvión de (magistrales) historias cortas editadas por EDT el año pasado, en Fraction tocó ver como se desenvolvía el señor Kago en formato extenso: muy bien. Metalingüismo extremo en todos los sentidos del término.
 
5 La Gran Odalisca La Gran Odalisca, de Bastien Vivès, Ruppert & Mulot 
Otro maravilloso ejercicio de libertad creativa absoluta que solo podría existir en forma de tebeo. El blockbuster que el cine nunca te podrá ofrecer.
 
4 Mox Nox Mox Nox, de Joan Cornellà
Ultraviolencia en tonos pastel. Rostros sonrientes de mirada perdida. Historias mudas que lo dicen todo… Instalándose en la paradoja, Joan Cornellà ha obtenido pura verdad.
 
3 El Rayo Mortal El Rayo Mortal, de Daniel Clowes
La “ineditísima” de Clowes por fin ha entrado en el panorama editorial español. Hemos tenido que esperar casi una década, pero ha valido la pena. Posiblemente, la obra más redonda de éste superdotado autor.
 
2 La Colmena La Colmena, de Charles Burns
Tóxico solo era el principio. Esta segunda parte de la historia va todavía más lejos en todo, abriendo nuevos frentes de extrañeza y metalenguaje. Se está cociendo algo muy grande. Se está cociendo la obra magna de Charles Buns. Sugar Skull, te esperamos con sumo fervor.
 
1 Fran Fran, de Jim Woodring
Frank se merecía un final a la altura de su leyenda, y así fue. Woodring encierra al personaje en una  demoledora cinta de Möbius narrativa que deja al lector igualmente atrapado. Broche de oro para una obra realmente única.
 

También me gustaron:
Aama vol.3, de Frederik Peeters
El Amor, de Bastien Vivés
Crisis de Ansiedad, de Juanjo Sáez
Cuaderno de Masacres, de Shintaro Kago*
La Cuerda del Laúd, de Jim Woodring*
Doctor, Doctor, de Molg H.
Fatale, de Ed Brubaker y Sean Phillips 
Grandville, de Bryan Talbot
I am a hero, de Kengo Hanazawa
Manhattan Projects, de Jonathan Hickman y Nick Pitarra 
El  Nao de Brown, de Glyn Dillon
¡No os indignéis tanto!, de Manel Fontdevila
Pudridero 2, de Johnny Ryan
Prophet, de Brandon Graham y varios dibujantes
White Cube, de Brecht Vandenbroucke
*No están en el top 10 para evitar repeticiones, aunque deberían.

Asignaturas pendientes (no doy abasto y me han quedado en el tintero, muy a mi pesar)
Atajos, de Martí
Daredevil, de Mark Waid, Paolo Rivera y Chris Samnee
El Libro de los Insectos Humanos, de Osamu Tezuka
Papel Estrujado, de Nadar


Material de importación interesante: 
Battling Boy, de Paul Pope
East of West, de Jonathan Hickman y Nick Dragotta
Jupiter’s Legacy, de Mark Millar y Frank Quitely
Mere, de C.F.
New School, de Dash Shaw
Nobrow 8, de VV.AA.
Pretty Deadly, de Kelly Sue Deconnick y Emma Ríos

Menciones especiales/notas/reflexiones:

Comics y crisis: ¡No os indignéis tanto! y Crisis de Ansiedad, dos maneras muy diferentes pero igualmente interesantes del abordar EL TEMA.

Image lo sigue petando: East of West, Jupiter’s Legacy, Pretty Deadly, Sex Críminals… parece que los hits no se le acabaron tras la excelente cosecha de la pasada temporada. Buenos cómics de gran variedad temática, a ver si otras editoriales mainstream aprenden.

Picturebox, we’ll miss you: Siempre es una pena que desaparezca una editorial, pero si es como ésta, con vocación vanguardista, que arriesgó con autores de primera que a lo mejor nunca conoceríamos sin su mediación, su cierre duele todavía más.

Comic “mudo” e Internet: Si le añades a ecuación un autor de talento, combinación ganadora. Que se lo digan a Joan Cornellà y Brecht Vandenbroucke. Chicos, seguid colgando vuestro material en la red; por mi parte, always reblog!

Anteriormente:
Lo Mejor de 2006: Comics
Lo Mejor de 2007: Comics
Lo Mejor de 2008: Comics
Lo Mejor de 2009: Comics
Lo Mejor de 2010: Comics
Lo Mejor de 2011: Comics
Lo Mejor de 2012: Comics

Beowulf

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Se intuye desde la portada. La esperadísima adaptación de Beowulf, obra de Santiago García y David Rubín, es una novela gráfica en la que impera la dualidad: Beowulf/Grendel, García/Rubín, literatura/cómic, antigüedad/modernidad… Para explicar mejor esa naturaleza dual, recurriré a otros dos tebeos que me vinieron a la cabeza mientras leía el que nos ocupa.

El primero, la adaptación del Génesis bíblico por parte de Robert Crumb. Allí se nos presentaba una pieza de proto-literatura trasladada a otro medio de expresión, pero absolutamente libre de variaciones que la pudieran aproximar al modo de pensar actual. Ese primitivismo literario e ideológico como núcleo de un artefacto cultural moderno  produce un intenso shock en el lector, un shock altamente revelador. La adaptación de Beowulf  de García/Rubín no llega a tales extremos de literalidad respecto a la fuente, pero se mantiene muy fiel a la misma, evitando añadidos revisionistas que la pongan más en contacto con el presente. Ojo, no pretendo ir aquí de experto en literatura inglesa antigua, sobra decir que no he leído el poema original ni tengo capacidad para ello. Simplemente infiero esta naturaleza “primitivista” de la lectura de la obra y su comparación con otras adaptaciones más dadas al revisionismo como la también excelente película de Robert Zemeckis. En todo caso ese shock cultural está ahí, como en el Génesis de Crumb.

La segunda obra relacionada sería We3, de Grant Morrison y Frank Quitely. Se trata de un tebeo altamente experimental en su narrativa, que viene cargado de conceptos que invitan a la reflexión, pero estas ideas se articulan, sobre todo, a través de impresionantes secuencias de acción excelentemente narradas y coregrafiadas. En ese tebeo, además, los protagonistas son animales, y los autores ponen especial empeño en que el lector experimente la historia desde su punto de vista. Ni que decir tiene que las escenas de acción en Beowulf son largas y espectaculares; era de esperar visto lo visto en El Héroe. Pero a diferencia de la anterior obra de Rubín, ahora todo es  estética y narrativamente más concentrado, poniendo  énfasis en un pequeño número de elementos que quedan perfectamente (y cuando hace falta, espectacularmente) definidos: recreación de ambientes desnudos de lo no esencial,  la idiosincrasia psico-física de Grendel y demás monstruos en contraposición a la de Beowulf, la visceralidad de las batallas…

A parte de todo esto, el tebeo hace gala de recursos narrativos avanzados que fluyen con naturalidad, que multiplican la densidad informativa sin resultar engorrosos. A nivel plástico la cosa tampoco se queda corta: en ocasiones las planchas toman apariencia de pinturas abstractas “neocárnicas”, fusionando las sensibilidades de Jackson Pollock o Francis Bacon con los aquelarres de carne imaginados por Clive Barker, H. R. Giger o David Cronenberg.

En conclusión, de entre todas las dualidades presentes en este Beowulf, la más relevante es su fusión de literatura primitiva y cómic de vanguardia. Lograr que el cruce de ambos universos funcione bien no está al alcance de cualquiera, pero este par de “figuras” lo han conseguido con nota.

Battling Boy

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Buen chascazo el que me llevé cuando, con mi copia formato paperback de Battling Boy de camino, me entero que esta esperadísima novela gráfica de Paul Pope fue comercializada también en tapa dura. Si lo hubiese sabido, no dudaría en soltar unos eurillos de más para tener tan (presumiblemente) excelsa obra en su mejor versión física… PERO tras su lectura, cambio de idea y pienso que ha llegado ha mis manos en el formato idóneo para su mayor disfrute. Las explicaciones, a continuación…

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Antes que nada, Battling  Boy es la demostración palpable de que Paul Pope se lo pasa de maravilla haciendo lo que hace, sin importarle demasiado el “qué dirán” una vez el producto salga a la luz. Con este tebeo no pretende contar nada transcendental que reafirme la “adultez” de la novela gráfica, sino ofrecer al lector unas escenas de hostias como Dios manda. Y cuando hablo de lector no me refiero al cultivado consumidor habitual de novela gráfica, la vocación de Battling Boy es absolutamente popular y su lectura está indicada para todas las edades.

Battling Boy y sus super-camisetas

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De hecho, el referente más cercano a la idiosincrasia del tebeo lo tenemos en las series de dibujos animados estilo Ben 10:un niño que, un poco por casualidad y apoyado por un carismático séquito de secundarios, encabeza la última línea de defensa contra las fuerzas del mal, sirviéndose de una gama de superpoderes intercambiables y fácilmente traducible a línea de merchandise en el mundo real. Así es a grandes rasgos Battling Boy, con la brutal diferencia de que el superchaval creado por Pope no tiene el amparo de ninguna multinacional del entretenimiento y sus aventuras están siendo elaboradas con un cariño y una dedicación que para sí quisieran otras ficciones supuestamente serias.

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Este desapego hacia “lo transcendente” se extiende también a la edición: el tomo es muy pequeño, y su pequeñez no tiene nada de sofisticado, de “bella miniatura”, simplemente tiene aspecto de fumetti, de tochal de pequeño formato concebido para estar un mes en los quioscos; pero este pseudo-fumetti contiene cuatro años de duro trabajo de un gran artista. Y no es la primera vez que Pope “degrada” su trabajo a propósito. En su día también sometió las planchas de 100% a un proceso de ensuciado para simular el efecto de haber sido impresas en papel de pulpa. Por eso decía que la tapa blanda le sienta bien al volumen, lo conceptualiza mejor como pieza pop de consumo masivo, pero de calidad suprema.

Battling Boy, casi un Pocket de Ases

Paul Pope - 100%

Resulta triste pensar que, muy probablemente, este cómic no disfrutará de la difusión suficiente para llegar al público infantil. O lo que es peor, aún llegando, que no sea de interés de la chavalada, abocada cada vez más al mínimo común denominador cultural y con crecientes problemas de analfabetismo funcional. Me encanta Battling Boy, pero si lo hubiera pillado de niño en un quiosco, hubiera sido uno de mis tesoros más preciados.

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Mills & O’Neill

Marshal Law Forum Marshal Law ECC

Nada menos que 22 años han pasado desde que Forum publicara la primera miniserie de Marshal Law en España. En todo ese tiempo no ha habido ninguna reedición de dicho material, pero semejante agravio ha sido resuelto por ECC hace unos días. Puesto que servidor es fan a ultranza del tándem creativo Pat Mills/Kevin O’Neill, quisiera aprovechar la circunstancia para hablarles de estos dos individuos y su obra conjunta.

Mills & O'Neill

Empecemos por Mills. Este señor ha escrito guiones sin parar desde hace 40 años, no conozco ni el 1% de su obra, pero en base a lo que le he leído, me atrevo a decir que unos de sus grandes intereses es el caos, o más concretamente la gestión del caos. Sus personajes más célebres son obsesos del control. El Juez Dredd, Torquemada, Marshal Law o Defoe son individuos que no aceptan el caos como fuerza regidora del cosmos; libran una lucha imposible para establecer lo que, según su visión del mundo, es el orden. Paradójicamente, esa obsesión ciega por alcanzar su objetivo los convierte en monstruos, en máximos contribuyentes a la sinrazón.

Be pure! Be viglant! BEHAVE!

 

Como contrapartida, Mills tiene en cartera una serie de personajes que son muy conscientes de la naturaleza caótica del universo y actúan en consecuencia, en ocasiones erigiéndose como entidades paganas portadoras de la destrucción purificadora. Tenemos en esta categoría a Lord Weird Slough Feg, Slaine (ambos presentados como encarnaciones del Dios Cornudo celta) y sobre todo Nemesis, un terrorista brujo alien de aspecto y costumbres repulsivos,  que lucha por la libertad de los humanos pese a su repugnancia hacia ellos y sin escatimar en víctimas colaterales entre los de dicha especie. Nemesis es un héroe 100% satánico, un héroe que incomoda al lector tanto por su abyecta presencia como por su actitud libertaria, aún  sustentándose en una visión del mundo más cruel (pero menos engañosa) que la humana. Mills actúa también como agente pagano del caos mediante su escritura.

Lord of Flies

Pasamos a O’Neill. En su caso, la palabra clave es “dolor”. El dibujante es ante todo un retratista de cuerpos sufrientes. Sus viñetas están llenas de pieles sudorosas marcadas por cicatrices, deformaciones óseas y músculos hiperdesarrollados y agarrotados. Una crítica habitual hacia su estilo es que dibuja a los personajes demasiado rígidos; yo no lo veo como un defecto, pues más bien denota en ellos una tensión insoportable, una falta absoluta de relajación muscular. Volviendo a Nemesis, su figura tiene claros ecos gigerianos, podría verse como una variante del mítico Alien, pero una variante envenenadísima. Mientras que del célebre xenomorfo conocemos sus gráciles movimientos, su bello lenguaje corporal, de Nemesis sospechamos todo lo contrario: ese tubo espinal exterior que conecta su cabeza con su tronco, la ausencia de una cavidad bucal remotamente parecida a la humana y ese pesado tronco imposiblemente erguido sobre dos patas de caballo nos hace pensar en el warlock  como una chapuza del proceso evolutivo que, contra todo pronóstico, puede moverse.

Nemesis The Warlock - The Poster

Recapitulemos: dolor, sufrimiento, paganismo, caos… Si juntamos a estos dos señores para hacer un tebeo, el resultado no podría ser otro que un delirio sadomasoquista judeocristiano muy jodido. Con mayor o menor nivel de sátira, Marshal Law y Nemesis the Warlock,  airean toda la mierda que llevamos dentro: obsesión ciega, autoengaño, autodesprecio y rabia descargada sobre terceros. En los primeros episodios de Nemesis, Torquemada se convierte accidentalmente en una especie de monstruo ectoplásmico multiforme, justo lo que más odia. Marshal Law caza superhéroes locos, pero tiene que cargar con el hecho de que él también es un superhéroe; su guerra sin fin contra los tipos en mallas es realmente una penitencia para redimirse a si mismo. De hecho, el propio tebeo surge como una genial ocurrencia metalingüística de Mills: él quería trabajar para el mercado americano, pero allí solo le pedían material superheróico, el cual detestaba con toda su alma; al final creó su serie de superhéroes, o mejor dicho su serie de masacrar superhéroes. Marshal Law es para el escritor un castigo a la vez que una forma de catarsis contra lo que odia.

Marshal Law - Kingdom of the Blind v1990 #1 (1990) - página 14

Marshal Law - Kingdom of the Blind v1990 #1 (1990) - página 15

En fin, una pena que andemos tan escasos de ediciones españolas de la obra de estos monstruos del cómic. A ver si el tomo de Marshal Law vende bien, ECC publica lo siguiente y alguna editorial valiente se atreve con Nemesis…

El Vientre del Arquitecto

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La arquitectura como recurso narrativo suele funcionar muy bien cuando se utiliza en pequeñas dosis, pero en cuanto se le da un grado de relevancia muy alto empiezan a surgir los problemas. Es difícil no caer en una mécanica pseudo-documental, en la que el autor se centre en mostrarnos lo que le fascina el asunto en detrimento de la historia en sí.

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Quizás uno de los autores con más habilidad estas lides sea François Schuiten. El dibujante belga, bien en solitario, bien apoyado en la escritura por Benoit Peeters ha construido todo un universo fantástico-arquitectónico de ciudades imaginarias,  cuyos actores principales suelen ser arquitectos y urbatectos (sic). Pese al contexto, las historias están dotadas de gran calado emocional. La arquitectura sirve en ellas como catalizador o  manifestación externa de las interioridades de los personajes.

El Vientre del Arquitecto (Peter Greenaway, 1987), ambientada en Roma, ha producido en mí sensaciones muy schuitenianas.  Tal y como la muestra el director, la llamada Ciudad Eterna luce tan majestuosa y metafórica como cualquiera de las ciudades oscuras imaginadas por el tándem de autores belgas.

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La película sumerge al espectador en una profunda pesadilla hipocondríaco-paranoica: El arquitecto estadounidense Stourley Kracklite es un hombre de grandes ideas, pero con tendencia a dejar proyectos inacabados. Ya entrado en años y no precisamente en  su plenitud física, le surge la oportunidad de organizar su soñada exposición monográfica sobre Louis Boullée en Roma. Durante su estancia en la ciudad, su debilidad se hace evidente con unos cada vez más frecuentes dolores de vientre, los celos matrimoniales, y la terrible sospecha de que a su alrededor se gesta una conspiración para apartarlo del proyecto que él mismo había ideado.

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Además de la arquitectura, la pintura también está muy presente en la película. Como parece ser habitual en Greenaway, abundan las escenas a plano fijo en las que la composición, la gama cromática y el tratamiento de la luz son manejadas con suma exquisitez. Más tarde, el realizador galés trató el tema con más profundidad en La Ronda de Noche (2007).

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En definitiva, gran película cuya mejor y mas rara cualidad e servirse de “lo colosal” que proporciona el contexto para contar una historia íntima e introspectiva. Gran logro.

Los Borgia

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Ya hace bastante tiempo que le tenía ganas a Los Borgia de Jodorowsky y Manara, y finalmente he podido leer el tomo integral la semana pasada (ya iba siendo hora). Le tenía ganas porque era el primer tebeo de Jodorowsky basado en hechos históricos y me picaba la curiosidad de cómo se manejaría el chileno en esos ambientes. La verdad, muy bien.

Jodo somete al clan Borgia a un proceso de mitificación parecido al que utilizó en sus libros autobiográficos. Se sirve de esa crónica histórica de miseria humana, aberración moral y ambición desmedida para construir una fábula universal sobre la familia que (casi) no tiene que envidiar en épica a La Casta de los Metabarones. Así, los hechos “oficiales” se verán salpicados en el tebeo con geniales hipérboles y ucronías: prácticas mafiosas de intimidación que ríete tú de la cabeza de caballo de El Padrino, incesto a go-go, los diseños de máquinas de guerra de Leonardo Da Vinci llevados al campo de batalla… puro desmelene jodorowskiano.

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Todas estas idas de olla han sido canalizadas gráficamente a la perfección por el MAESTRO (así con mayúsculas) Manara. Al genio italiano no le tiembla el pulso con los años y entrega uno de sus mejores trabajos hasta la fecha, que ya es decir. Entre tanta excelencia viñetera, cabe destacar el pequeño juego metalingüístico que se marca, utilizando composiciones típicamente renacentisas que sumergen todavía más al lector en la época en la que se desarrolla la acción.

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Sinceramente, como lector compulsivo de tebeos, viendo estas cosas me pregunto si estaré dejando injustamente de lado a estos supermaestros “clásicos” (Manara, Boucq, Schuiten, Hermann…) en favor de las nuevas olas que ocupan casi el 100% de mis lecturas. Un recordatorio de que  tiene que haber de todo, y que mientras haya calidad de por medio, lo clásico y lo moderno pueden (y deben) convivir.

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Me encantan los tebeos sin texto. Quién los hace y sale airoso demuestra gran dominio de los recursos propios del noveno arte. Comunicar sin el apoyo de la palabra no es fácil, pero lo que ha conseguido Joan Cornellà en las páginas de Mox Nox va mas allá. No solo comunica, sino que nos hace partícipes de algo así como la “verdad revelada”.

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Porque esos chistes gráficos loquísimos, llenos de gente sonriente enfrentada a surrealistas problemas  en un mundo multicolor, no son más que crudas historias de realismo sucio enmascaradas a través de la metáfora. Te ríes pero te dejan pensativo, con la sensación de que algo va realmente mal. De que los malentendidos, las trastornadas escalas de prioridades, las miradas vacías y el mal disfrazado de inocencia presentes en el libro invaden nuestra realidad  a una escala aterradora. Todo lo que cuenta Cornellà ya ha ocurrido y sigue ocurriendo; mejor dicho, ya nos ha ocurrido y nos sigue ocurriendo.

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Década 0, Cara B (VIII): Nouvelle BD y Superhéroes

Urani & Cycloman

Allá por el año 2000 y alrededores, en la esfera del cómic no podríamos encontrar dos términos más antagónicos que Nouvelle BD y Superhéroes. Dos géneros, o corrientes, o como les quieran llamar que se erigían como tótems inequívocos de lo gafapasta y lo friki respectivamente, cuando gafapasta aún se escuchaba muy muy poco y friki se escribía freakie y solo era usado extensivamente dentro de los círculos freakies.

A pesar de esa intensa guerra declarada (a nivel foros de internet y blogs, sobre todo) entre los acérrimos de lo uno y de lo otro, lo cierto  es que a nivel artístico existían puntos de contacto suficientes entre ambos universos como para que se diesen intersecciones. Sí, hubo algún que otro libro de  nouvelle BD con superhéroes. Les cuento de dos que cayeron en mis manos por aquella época.

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El primero, “Cycloman”, es obra de Charles Berberian (guión) y Gregory Mardon (dibujo) y vino presentado en formato novela gráfica con todas las de la ley: tocho de casi doscientas páginas, autoconclusivo y muy libre a nivel autoral. “Cycloman”  bebe de fuentes diversas y heterogéneas, podríamos definirlo como un “El Gran Héroe Americano” + “Iron Man” + “Mazinger Z”, con unas pizcas de metalenguaje alanmooreano (ligerillo, no se crean), todo ello cocinado sobre una base de costumbrismo marca Berberian. Muy agradable de leer, y sobre todo, de mirar. Pese a que hablamos de uno de sus primeros trabajos, Mardon ya se manejaba con la soltura de dibujante curtido, demostrando que podía lidiar sin problemas con todos los ambientes que la historia demandaba, desde una tarde de compras en las calles de París hasta el surgimiento de un gigantesco monstruo de las entrañas del fondo oceánico. Desde entonces no dejé de seguir a este excelente dibujante.

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El otro tebeo en cuestión es “Urani”, realizado a cuatro manos por David B. y Joann Sfar. A cuatro manos con todas sus consecuencias: el resultado final recuerda a esos tebeos hechos a medias por niños entusiasmados en el que uno elabora una página mientras otro va empezando con la siguiente, en un continuo “dibújame tú esto que no me sale”, “esto otro queda mejor con tal detalle, ya te lo completo yo”, “en este viñetón yo hago esto y tú esto otro”, etc. Un álbum que destila magia, vamos.

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Si en el de Berberian y Mardon lo superheróico surgía de un sustrato costumbrista, en “Urani” es un elemento fantástico más en el deliberadamente fantasioso escenario en el que se desarrolla la historia. Urani es la ciudad imaginaria por autonomasia, tiene espías, dioses, genios del crimen, científicos locos, gansters, animales antropomórficos y, como no, superhéroes: la enigmática y poderosa Europa, que a lo largo de la historia, irá descubriendo detalles de su borroso pasado.

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Este primer álbum termina en “continuará” rotundo, dejándolo todo abierto. Pero como tantos otros caprichos de Sfar y compañía, nunca verá continuación. Es lo que tiene la libertad-libertinaje de la nouvelle BD: los autores dejaban tirado al lector a la primera de cambio. Si la autoría del álbum se desarrolló con la mágica mentalidad de unos niños de primaria, la planificación y la constancia para continuar la historia fue también propia de esa edad.

“Cycloman” fue editado en España por Ediciones De Ponent y supongo que todavía se podrá encontrar en buenas librerías especializadas. “Urani” creo que no, la edición que poseo es portuguesa (llegaba bastante material de nuestros vecinos a selectas librerías gallegas) y vista su condición inconclusa, no creo que vea la luz jamás.