Hace ya tiempo que Dogma 95 ha desaparecido como movimiento cinematográfico, pero también es cierto que algunos de sus preceptos, para bien o para mal, han marcado tendencia (incluso canon) respecto a la utilización de ciertos recursos estilísticos y narrativos en el cine que vino después. Quizás el mas potente resquicio que el movimiento danés ha dejado al cine es esa asociación cuasi-indisoluble entre el “cámara en mano” y el “aquí y ahora”. Extremadamente difícil encontrar una película que se sirva de esta técnica y que no esté ambientada en contextos de rabiosa actualidad o no pertenezca al género found footage.
Las excepciones son pocas. Ahora me viene a la cabeza la magnífica “Enemigos Públicos” de Michael Mann (mi reseña aquí), que nos mostró el mundo criminal yanki en los años 30 como nunca lo habíamos visto en cine; casi podíamos oler la pólvora y sentir el humo de las ametralladoras en los pulmones. Recientemente, Andrea Arnold (la que le ganó el Oscar a Vigalondo) también se ha saltado esa norma no escrita del “aquí y ahora” utilizando técnicas similares para adaptar “Cumbres Borrascosas”, la mitiquísima novela decimonónica escrita por Emily Brontë.
Soy totalmente ignorante en lo relativo al romanticismo inglés, ni siquiera me he leído la versión original de Brontë y tampoco he visto ninguna de las abundantes adaptaciones cinematográficas previas a la de Arnold. Con estos precedentes, puedo afirmar que lo que vi en la peli no me lo esperaba en absoluto… en el buen sentido. En el film prima lo atávico, los personajes se mueven en un entorno emocional altamente salvaje a juego con el inhóspito entorno físico, y lo romántico presenta su aspecto más carnal y arrebatado.
En un anacrónico formato 4:3, Arnold saca tremendo partido de las localizaciones, cargadas de niebla, lluvia, barro y humedad, para contarnos el extremadamente pasional romance entre Catherine y Headcliff. Como decía antes, no leí la novela, pero sospecho que el peso de las escenas situadas en la infantoadolescencia de los personajes es mucho mayor en el metraje del film que en las páginas de la novela. Claramente, la directora tira de la infancia porque ese es el momento de la vida en el que realmente aflora el salvajismo inherente a la especie humana, antes de que el individuo sea asimilado por las convenciones sociales.
En definitiva, una peli muy a tener en cuenta ahora que empiezan a salir las listas de fin de año. Por mi parte, seguro ocupará un puesto en mi top 10. Respecto a la Arnold, les recomiendo encarecidamente su ópera prima “Red Road”. Su otro largometraje “Fish Tank”, filmado en un estilo parecido al que nos ocupa, pero contextualizado en el “aquí y ahora” ya no me convenció tanto en su momento, pero igual le doy un repaso.
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